Pello Guerra

Jo Nesbø recoge unos sanfermines de bota de vino y saltos en Navarrería en su nuevo libro

Jo Nesbø, considerado el rey de la novela negra, ofrece en su última obra una versión de los sanfermines con una clara influencia de Hemingway en la que las botas de vino son empleadas hasta como «primeros auxilios» en el encierro y en la que aparecen los saltos desde la fuente de la Navarrería.

Jo Nesbø, en la presentación de su último libro, en uno de cuyos relatos ofrece una particular visión de los sanfermines.
Jo Nesbø, en la presentación de su último libro, en uno de cuyos relatos ofrece una particular visión de los sanfermines. (Marta FERNÁNDEZ/EUROPA PRESS)

Una versión de los sanfermines de bota de vino y saltos desde la fuente de Navarrería es lo que ofrece el escritor superventas Jo Nesbø en su último libro, titulado ‘El hombre celoso’ y en el que uno de los doce relatos que lo integran, recoge las andanzas de dos amigos nórdicos en unas fiestas de Iruñea que recuerdan más a las que apuró Hemingway en los años 50 que a las actuales.

El relato en cuestión se titula ‘Cigarras’ y tiene como protagonistas a dos amigos, Martin y Peter, que se desplazan a Iruñea siguiendo los pasos de familiares que habían corrido el encierro, «una especie de rito de paso a la hombría con el que estaban de acuerdo», se señala en la obra. Esperan disfrutar de unas fiesta que tienen un punto de «puro romanticismo, vivir la aventura de ‘Fiesta’ de Hemingway, que había que leer y disfrutar de joven, porque era un escritor para jóvenes».

Partiendo de esta premisa, el lector se encuentra unos sanfermines más parecidos a los que conoció el premio Nobel de Literatura principalmente en los años 50 que a las actuales fiestas de Iruñea.

Como primera aproximación, en ‘Cigarras’ se señala que el programa de los sanfermines «era extenso, había leído que para muchos católicos, para la gente del lugar, las procesiones, los bailes populares y las representaciones teatrales eran lo más destacado». Las corridas de toros quedarían para «los aficionados a las prácticas sangrientas» y «para todos los demás, lo fundamental eran los encierros».

Martin, que hace las funciones de narrador, y Peter llegan a Iruñea el 6 de julio, antes del Txupinazo, al que se califica como «los fuegos artificiales que se lanzarían del balcón del ayuntamiento a las doce para dar comienzo a las fiestas».

Sobre el arranque de los sanfermines, Nesbø describe a «miles de personas que gritaban alborozadas y cantaban, muchos de ellos iban vestidos como habíamos visto en las fotos: pantalón y camisa blancos y un pañuelo rojo al cuello». Y califica el ambiente de «electrizante».

Delante de un bar, la clientela que estaba en la calle les ofrece «vino, sin más motivo que haberle comprado a un vendedor ambulante cada uno un pañuelo rojo y una boina». El narrador también hace referencia a que comieron churros y «bebimos coñac», que no puede considerarse a día de hoy precisamente una bebida estrella de los sanfermines.

Salto desde la fuente de la Navarrería

La narración continúa trasladando a los dos viajeros hasta «una pequeña plaza con una fuente donde varios jóvenes formaron una pirámide y uno de ellos se lanzó desde la cúspide, a cinco metros del suelo adoquinado. Lo recogieron una red de seguridad humana formada por otros seis o siete chicos y chicas».

Aunque no la cita por su nombre, resulta evidente que se refiere a la plaza de la Navarrería y a la costumbre, ya muy en desuso tras años combatiéndola desde el Ayuntamiento, de lanzarse desde ella.

El narrador añade que «esto se repetía y la gente gritaba alborozada cada vez», hasta que el propio Peter se subió a la fuente «abrió los brazos hacia los lados, dio un salto y se lanzó» para ser recogido entre un «clamor» que «volvió a elevarse hacia el cielo sembrado de estrellas».

Sangre «como vino de una bota»

Una vez pasado el 6 de julio, llega el primer encierro, carrera de la que Nesbø ofrece su particular versión. Los protagonistas del relato se suman a un grupo de hombre «frente a una pequeña estatua en un nicho en la pared de una casa», en referencia a la hornacina en el lienzo de muralla de Santo Domingo.

«Escuchamos mientras le rezaban a la imagen, que por lo visto representaba a san Fermín», señala el narrador en relación a los cánticos y añade que «la oración era una sola frase en español y pedía la bendición y la protección contra los toros». Por lo visto, no le había llegado la versión en euskara.

Sorprendentemente, como todavía faltaba media hora hasta el inicio de la carrera, los dos amigos se acercan a un bar, el «Jake's bar», que no está claro dónde queda, en el que piden café y el imprescindible coñac. Martin intenta leer un periódico que está en el mostrador y «entender algunas de las palabras en euskera, pero me rendí y miré las fotos».

Con energías renovadas, los dos nórdicos se preparan para correr el encierro «a la mitad del recorrido de 800 metros», aproximadamente la Estafeta, aunque Nesbø no la llega a citar.

Cerca de los visitantes metidos a corredores están dos chicas de un pueblo próximo a Iruñea encaramadas en la barrera (debería ser el segundo vallado, ya que en el primero no puede haber espectadores), que les echan «vino de dos botas» manchándoles las impolutas camisas blancas.

Por fin, a las 8.00 empieza el encierro y al cabo de poco tiempo, aparecen los toros tras salvar la curva, con un astado dando «cornadas al montón de indefensos» corredores que habían rodado por el suelo. A cierta distancia, Martin puede ver «los cuernos blancos salir teñidos de rojo y el chorro de sangre que escapaba de la gente amontonada, como vino de una bota». No podía ser otra metáfora.

El visitante nórdico sí sabe distinguir entre un manso y «un coloso negro», en referencia a uno de los toros, al que califica de «máquina de matar». Los dos corredores se lanzan hacia el vallado, donde les ayudan a ponerse a salvo, «entre los espectadores que cantaban», sorprendente referencia, aunque todavía más chocante resulta que, un vez a salvo, a los dos corredores les acercaron, cómo no, «una bota de vino a la boca como si fueran primeros auxilios».

El balance final de la primera carrera en la que participan los dos amigos es de dos personas, un hombre y una mujer, «en el hospital debatiéndose entre la vida y la muerte».

El segundo encierro en el que corren no resulta tan sangriento gracias a la intervención de un corredor «calvo vestido de blanco» que, periódico en mano, va dirigiendo a un toro que ha quedado suelto hacia la Plaza de Toros.

Peter y Martin han cumplido con su sueño de correr el encierro en dos ocasiones. Y después de tantas emociones, «¿qué se hace?», pregunta uno de ellos. Y el segundo, contundente, responde: «Dormir».

Así finalizan los dos amigos sus andanzas en los particulares sanfermines que Jo Nesbø recrea en su última obra y que probablemente seguirá la senda de éxito de las anteriores. El escritor, nacido en Oslo en 1960, cuenta con más de 50 millones de ejemplares vendidos internacionalmente y sus novelas se han traducido a 50 idiomas. Por lo tanto, existen muchas posibilidades de que esta particular imagen de las fiestas de Iruñea tenga una gran difusión.