Iñaki  Iriondo
Cronista político

La doble derrota de la derecha en todos sus extremos

Carmelo Barrio, parlamentario del PP.
Carmelo Barrio, parlamentario del PP. (LEGEBILTZARRA.EUS)

La extrema derecha, Vox, y la derecha extrema, PP+Cs, se volvieron a quedar ayer solas en el Parlamento de Gasteiz. Se dirá que no es nada extraño tratándose de un punto en el que precisamente la Cámara mostraba su rechazo a los peligros del neofascismo creciente en Europa y también en el Estado español, pero hay algo más.

Sus portavoces, Amaia Martínez y Carmelo Barrio, optaron por tratar de desviar el debate hacia la falta de legitimidad para proponerlo de EH Bildu, que era quien lo había llevado al pleno, contra la que no ahorraron ni uno solo de los epítetos habituales en estas peroratas, aunque ayer lo hicieron con una exacerbación tal que es dudoso que la presidenta, Bakartxo Tejeria, les hubiera dejado seguir si se hubieran estado refiriendo a alguno de los grupos del Gobierno. En todo caso, hay que reconocer la capacidad invocadora de Martínez (¿cómo era aquel personaje de ‘El Jueves’ creado por Kim?) al advertir de que «el diablo tiene 21 parlamentarios en esta Cámara». Igualico igualico que el difunto Franco hablando de los comunistas como demonios con cuernos y rabo.

Sin embargo –y esa fue su segunda derrota de ayer– no consiguieron arrastrar a ningún otro grupo en esa deriva.

En otro tiempo es probable que al menos el PSE hubiera puesto alguna prevención antes de pactar con EH Bildu en una materia de este tipo. Ahora, la extrema derecha y la derecha extrema están solas también en esto y, por mucho que griten, en la sociedad vasca claman en el desierto. La izquierda independentista va ganando, poco a poco, esa batalla.

Porque, además, la derecha rojigualda es bastante torpe y tiene cintura de madera. Va tan a tiro fijo que es incluso incapaz de aprovechar la coyuntura. Buena parte del discurso de ayer de Carmelo Barrio se basó en que EH Bildu no podía decir las cosas que había propuesto, escrito y firmado en la proposición presentada, porque en realidad no creía en ellas. En lugar de, ya que lo había registrado para la posterioridad y quedará en el diario de sesiones, utilizar el «bienvenidos al club» que tantas veces enarbolan los jeltzales hacia el independentismo, se obcecó, montado sobre Rocinante, en acometer una y otra vez con su lanza contra los molinos de viento. Y cada embestida tuvo el mismo resultado inane.

El Parlamento realizó una declaración contra la extrema derecha que quizá no vaya mucho más allá del mero discurso, pero quedó claro que el discurso dominante está cambiando.