Amaia U. Lasagabaster
Elkarrizketa
Erika Vázquez y Vanesa Gimbert
Jugadoras del Athletic

«Haber tenido que superar obstáculos nos ha hecho mejores»

Con el final de Liga, Vanesa Gimbert (Bergara, 1980) y Erika Vázquez (Iruñea, 1983) cuelgan las botas. Dos de los currículum más excelsos del fútbol vasco, testigos directos de la evolución del deporte, que hablan con NAIZ de pasado, presente y futuro.

Erika Vázquez y Vanesa Gimbert posan en San Mamés.
Erika Vázquez y Vanesa Gimbert posan en San Mamés. (Monika DEL VALLE)

Nos reciben en San Mamés, donde pueden presumir de haber jugado, ganado, oído corear su nombre. También de haber vivido «quizá el peor momento de mi carrera», admite Erika Vázquez, recordando aquella Liga perdida ante el Barcelona. Pero los sinsabores permiten «apreciar más las alegrías», de la misma manera que haber comenzado en el fútbol cuando era poco menos que una afición clandestina para las mujeres, les permite «disfrutar más de todo lo que hemos conseguido después».

No ha sido poco. Erika Vázquez y Vanesa Gimbert cuelgan las botas pudiendo presumir de dos de los currículum más excelsos del fútbol vasco. Aunque ambas prefieren ser recordadas por «ser una buena compañera» y «una persona que dejó huella» por encima de los números, tampoco es cuestión de olvidarlos. Entre las dos suman cinco títulos de Liga, dos Superligas, dos Supercopas, dos Copas, trofeos «pitxitxi», participaciones en Champions, Eurocopa, Mundial... Una trayectoria espectacular que llegó a su fin el pasado 15 de mayo. En el césped y con gol incluido en el caso de la navarra, escribieron las últimas líneas de un libro que les ha llevado más de media vida, «de la forma soñada por cualquier futbolista, despidiéndote de tu afición desde el campo», subraya Gimbert. «Siempre me he prometido que quería dejar el fútbol yo, jugando en el campo», coincide Erika.

«No puedes evitar que los demás se refuercen y la Liga sea más complicada pero está en tu mano dar siempre lo mejor de ti»

Un momento que «estaba más cerca que lejos desde hacía algún tiempo», añade y que ha acabado llegando esta temporada. «Otros años he renovado porque me he visto capaz de seguir rindiendo; no he renovado por renovar sino porque podía estar a la altura. Pero esta vez empiezas a tener molestias, te cuesta coger el ritmo, dejas de ser importante... Y te vas dando cuenta de que ha llegado el momento», explica Gimbert. En el caso de su compañera, «el año pasado fue muy duro, nunca había tenido una lesión tan larga y me lo pasé casi en blanco. Tenía muchas ganas de volver y me sentía capaz, así que renové. Este año sí me he encontrado físicamente bien pero iba viendo que tenía menos motivación al pensar en empezar otra temporada y que a cambio iba teniendo más ilusión por probar con nuevos retos... Me pareció el momento idóneo porque además me podía ir tranquila, sabiendo que lo había dado todo».

Las dos afrontan esta nueva etapa sin una hoja de ruta concreta, con mucha ilusión pero también con cierto vértigo. Gimbert no ha dudado en contar con la ayuda de un psicólogo «como he hecho en otras ocasiones», aunque cree que lo duro será en setiembre «cuando empiece la Liga, te entre el gusanillo y seas consciente de que ya no. Ahora la verdad es que tengo ganas de disfrutar del verano como no lo he podido hacer en muchos años, tranquila, con la familia, sin obligaciones...». «Hasta ahora me iba de vacaciones y sabía que no podía parar mucho, incluso en verano me exigía mucho, lo tenía todo cuadriculado. Ahora cuando salga a correr, lo haré por placer, y eso lo voy a agradecer mucho», coincide Erika aunque está lejos de contemplar su futuro como unas eternas vacaciones.

Con el título de IVEF y el carnet de entrenadora, quiere seguir vinculada al fútbol y sentarse algún día en el banquillo, «aunque primero quiero seguir formándome». También Gimbert, que completará su formación como entrenadora si bien tampoco quiere acelerar para volver antes de haber respirado.

«Por encima de los números me gustaría que me recordasen por haber sido una buena compañera»

El fútbol al que regresarán, como el que han dejado, es muy diferente del que les vio dar sus primeras patadas al balón. Aquel en el que se pagaba por jugar a fútbol y en el que ni siquiera ganar títulos aseguraba un sueldo. «Creo que somos de las pocas jugadoras que nos vamos a retirar sin que una marca nos dé botas –sonríe Gimbert–. A mi me las pasaba Irene Paredes porque tenía marca y Lucía García también me ha dado algunas; si no, hasta el ultimo día me las he tenido que comprar yo. Ahora...». «Ahora hay cosas que las jugadoras de categorías inferiores las dan por supuestas y que yo aluciné cuando las tuve por primera vez con 21 años. La maleta, las equipaciones, el vestuario propio... A mí, cuando vine, me pagaban los estudios y era la leche, me sentía superafortunada», recuerda Erika.

Pero, aunque ambas han pensado más de una vez «qué habría pasado si hubiésemos nacido quince años más tarde», ninguna de las dos cambiaría «nada de lo que hemos vivido». «Creo que haber vivido aquel fútbol me hace, por un lado, valorar más todo lo que he conseguido después y me ha hecho mejor persona –explica la futbolista guipuzcoana–. Y también mejor futbolista, porque me ha hecho esforzarme más y entender el fútbol quizá de una forma más pura, como una afición, una pasión, más que un trabajo». «Yo también creo que soy más fuerte por haber vivido los años que me han tocado. Hemos tenido que superar un montón de obstáculos, hacer frente a muchas cuestiones, reivindicarnos... Y eso nos ha ayudado a valorar lo que conseguimos y a ser mejores, más competitivas», coincide Erika.

Unas características que su paso por el Athletic ha potenciado pese a que precisamente en Lezama hayan encontrado las mejores condiciones en su carrera. «Iñi (Juarist) lo marcaba mucho y me lo inculcó a mi también. Es verdad que la raza navarra se nota pero aquí lo he multiplicado, el no venirte nunca abajo, el pelear cada balón, que da igual cómo estuviera el marcador... El carácter», subraya la delantera. «Cuando visitaba Lezama como rival lo veía, qué difícil era ganar al Athletic, qué fuerza transmitía –recuerda Gimbert–. Y cuando vine me sentí muy identificada. Esa sensación cuando llega al domingo, te miras a la cara con las compañeras y piensas “buah, hoy reventamos el campo”».

En un escenario cada vez más complicado, las dos coinciden en la importancia de que el Athletic mantenga esas señas de identidad. «Es cada vez más difícil ganar títulos porque todos los equipos se refuerzan, todos van trabajando cada vez mejor... –asume Erika–. Eso no lo puedes evitar pero lo que sí está en tu mano es lo que tú haces. Y hay que asumirlo pero no conformarse. No conformarte nunca. Dar siempre lo mejor de ti, por ti misma, por tu compañera y por la camiseta. Eso siempre te va a llevar un poquito más allá de donde crees que puedes llegar». «El fútbol cambiará pero en eso, el Athletic tiene que ser lo que siempre ha sido. Esa es su mayor fuerza, lo que queremos ver y realmente lo único que se va a exigir», corrobora Gimbert.