
El influyente productor Álvaro Longoria tiene una carrera paralela como documentalista, y hasta ahora había tocado temas sociales, políticos y ecológicos. Sorprende que se haya decidido ahora por este documental musical, porque cuando Tequila estuvieron en activo (1976-1982) era un niño, y como mucho llegaría a verlos en televisión. La tentación y el error comunes son reconstruir la historia pasada de un grupo de rock desde la perspectiva actual, lo que generalmente lleva al planteamiento nostálgico. Porque ya no te los puedes creer como banda, en base a la típica reunión organizada por el manager o la discográfica con invitados, ya se le llame homenaje o despedida.
Todavía, tantos años después, sigue sin entenderse que Tequila fue lo único que nos llegó del fenómeno argentino ‘rolinga’, inspirado en los Rolling Stones pero con letras muy porteñas.
Tampoco comparto el afán amarillista por hablar de los miembros que ya no están por culpa de las drogadicciones, y resulta más positivo fijarse en la brillante carrera en solitario de Ariel Rot, que ha superado la barrera de los 60, al igual que sus ídolos anglosajones, convertido en un excepcional guitarrista.

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