Koldo Landaluze
Especialista en cine y series de televisión

35 años de la eterna, feroz y mágica noche de ‘If I Should Fall From Grace With God’

El 18 de enero de 1988, la banda irlandesa The Pogues sacó al mercado su obra cumbre, ‘If I Should Fall From Grace With God’. Un disco que alternaba la subversión punk, las raíces celtas, la alegría y el desencanto etílicos y la política y la mordacidad asociada al carácter irlandés.

The Pogues fue una lucha constante consigo misma, la pura esencia lírica y salvaje de la rima poética medida a golpe de alcohol y una sonrisa burlesca asociada a quienes esperan eternamente a Godot. Su ruta musical fue tan zigzagueante como la noche constante en la que se sumió su carismático líder, el vocalista, compositor y poeta Shane Mac Gowan.

Dividida en dos tempos –la etapa de 1982-1996 y la de 2001-2014– y un intermedio silente de cinco años, The Pogues fue coherente con su propio repertorio.

En sus primeros días la banda se hacía llamar ‘Pogue Mahone’, y alcanzó notoriedad con varios temas producidos en su primera época, tras la cual, MacGowan, abandonó la banda. No obstante, se mantuvo con el vocalista y compositor Spider Stacy y Joe Strummer –el mítico líder de The Clash– antes de su primera ruptura.

Su retorno llegó en 2001, aunque sin producir disco alguno, hasta su definitivo adiós en 2014. En mitad de toda esta vorágine surgió su tercer disco de estudio, grabado tras el contundente ‘Rum, Sodomy and the Lash’ (1985).

En aquellos agitados e inspirados días, la banda estaba integrada por ocho miembros,  Shane MacGowan –voz, guitarra–, Spider Stacy –silbato celta, voz–, James Fearnley –acordeón, dulcimer, piano, guitarra, cello, percusión, arreglos en la sección de cuerdas–, Jem Finer –banjo, saxofón–, Andrew Ranken –batería, voz–, Philip Chevron –guitarra, mandolina, voz–, Daryl Hunt –bajo, percusión, voz– y Terry Woods –laúd, banjo, concertina, dulcimer, guitarra, cuerdas y voz–.

De toda esta suma de talento salió un polvorín que alcanzó su gran eclosión con el recordado ‘If I Should Fall From Grace With God’, trece temas en su formato original de casete y vinilo que acumulaban su talento y fuerza sonora, la poética feroz de MacGowan y la fusión de la tradición musical irlandesa y el punk británico.

Una mezcla alquímica explosiva, lujuriosa y fascinante que asoma desde su primer corte, el tema que dio título al disco y en el que –al igual que en la ‘Fiesta’ que Joe Strummer topó en su búsqueda de Federico García Lorca– asoman los ramalazos de The Clash.

Mil emociones en una noche eterna

El recuerdo político más explícito lo encontramos en ‘Streets of Sorrow/Birmingham Six’, la primera parte dedicada a Michael Collins y la segunda dedicada a quienes fueron encerrados por una acción armada que no cometieron.

Según explicó MacGowan sobre esta canción,«se trata de la propia situación que padecieron, es alguien que permanece encerrado sin ninguna evidencia real... Básicamente, es una canción de prisión sobre alguien que se pasea por su celda o por el patio preguntándose de qué diablos se trata todo esto... Es una canción deprimente y no es una canción que haya disfrutado escribirla o haya encontrado mucho placer en cantarla».

A surco seguido, la aguja nos guía hacia la melancolía de ‘Lullaby of London’ y a la furia de ‘Bottle of Smoke’ y a un corte de distancia se encuentra la emigración irlandesa rememorada en los estribillos de ‘Thousands are Sailing’.

En mitad de la ruta quedan vibrantes temas exclusivamente musicales que dan una paz momentánea a la voz rota de Mac Gowan y como eje de todo lo que permite subvertir la noche y a sus criaturas en el transcurso de una Navidad cualquiera, la aguja recorre el vinilo como un reguero de pólvora prendido y hasta topar con un dúo que nace de las calles de Nuevas York y de un frío calabozo de la ciudad que nunca duerme, ‘Fairytale of New York’.

Un crujido sensible y voraz compartido por las voces de Mac Gowan y Kirsty MacColl, compañera sentimental del productor del disco, Steve Lillywhite.