Maite Ubiria

Macron quiere pasar página sin cuestionar la reforma ni relevar, por ahora, a Borne

Emmanuel Macron quiere que la reforma de pensiones entre en vigor antes de fin de año y mantiene, de momento, a su primera ministra, a condición de que elabore una agenda y construya una mayoría. Propone una mesa de diálogo sobre materias laborales, quitando centralidad a las pensiones.

Emmanuel Macron, durante la entrevista televisada.
Emmanuel Macron, durante la entrevista televisada. (Ludovic MARIN | AFP)

Reindustrialización, pleno empleo, reto ecológico, nuevo modelo sanitario, educación… Emmanuel Macron no quiere anclarse en la «batalla de las pensiones» y propone mirar al horizonte de la «Francia de 2030» cuando, paradójicamente, él ya no estará en el Elíseo.

La entrevista de poco más de media hora que ha concedido a las cadenas TF1 y Antenne 2 ha servido al presidente para reafirmarse en sus planes.

«No es una reforma que me guste hacer, pero asumo mis responsabilidades y entre sondeos e interés general, me inclino siempre por el interés del país» ha asegurado el mandatario, para reiterar que, si pasa el tamiz del Consejo Constitucional, la reforma de pensiones entrará en vigor, tal como estaba previsto, antes de fin de año.

Primer (no) anuncio. No habrá un cuestionamiento de calendario. La reforma de las pensiones, que rechaza el 70% de la ciudadanía, se aplicará, de no mediar amonestación jurídica.

El presidente francés ha dado una segunda certeza. A corto plazo, no habrá cambio de Gobierno.

No obstante, ha ordenado a la primera ministra, Élisabeth Borne, una tarea que se antoja bien exigente: «Establecer una agenda parlamentaria para la legislatura y ampliar la mayoría para que una serie de leyes, de textos concretos, puedan ver la luz», ha explicitado.

Lo que es lo mismo, Macron le ha subido el precio del alquiler a la inquilina de Matignon.

La cuestión está en saber cuánto tiempo concede a Borne para reconstruir esa mayoría, lo que pasa por recomponer los lazos con Les Républicains (LR), tras la ruptura a la que ha dado lugar el debate de la reforma de pensiones.

Macron ha tratado con guante de seda al partido conservador, el que le ha permitido hasta la fecha aprobar una veintena de leyes. Hasta que ha ocurrido el atasco de las pensiones.

Esa sería su prioridad, aunque, con cierta nostalgia de la mayoría «de izquierda y derecha» que le aupó al Elíseo en 2017, Macron vuelve a mirar también hacia otros espacios, los de una «oposición republicana», según su propia nomenclatura, en la que incluiría al Partido Socialista, no a la France Insoumise, la marca motora de la Nupes.

Se da por entendido que los electos que entonaron La Marsellesa y sacaron carteles contra la jubilación a los 64 años mientras Borne apoyaba el botó del 49.3 no entran en ese estatus republicano definido por Emmanuel Macron.

Manifestantes o asaltantes del Capitolio

Ni marcha atrás en la reforma, ni crisis de gobierno –de momento–. En su entrevista desde el Elíseo, Macron ha querido ver «manifestaciones menos masivas que en precedentes reformas» en las calles francesas, y «bloqueos, que llevan a cabo unos pocos, y que no toleraremos».

Se ha mostrado enfadado ante «las violencias y las amenazas contra electos», osando incluso la equiparación con el «asalto al Capitolio».

La entrevista ha dejado un solo anuncio. Macron reconoce que «hay un sentimiento de injusticia» que liga, más allá de las pensiones, a cuestiones relativas al mundo del trabajo.

Pondrá en la mesa, en cuestión de semanas, un esquema para «retomar el diálogo social», aunque él mismo pone la agenda, ya que Macron cree que hay que hablar de: las carreras largas y en tareas especialmente penosas, de la evolución profesional, de los sectores peor retribuidos, de la obligación de trabajar para poder seguir percibiendo el RSA…

De casi todo menos de la reforma de las pensiones, en la que no ha querido detenerse demasiado, más allá de defenderla como «un paso difícil pero imprescindible», porque en su comparecencia de hoy Macron quería plantear a la audiencia «pasar a otra cosa».

De ahí que, finalizada la emisión televisiva, Philippe Martinez, secretario general de la CGT, haya calificado de «lunática» la declaración del presidente francés y que las personas a las que se ha preguntado, a pie de calle, sobre sus propuestas se hayan mostrado, entre «decepcionadas» o «incrédulas» por la no reacción del mandatario ante la crisis social.

Laurent berger, secretario general del primer sindicato francés, la moderada CFDT, ha ido más allá para tildar de mentiroso a Macron, que en la entrevista ha asegurado que «hasta ser elegido al frente de la CFDT, Laurent Berger era partidario de alargar la edad de jubilación».

No tasar los superbeneficios

Las andanadas contra la movilización y los agentes sociales han proliferado en la entrevista, lo que ha dejado en segundo plano ese guiño social hecho por Macron al dejar caer la idea de que las empresas con superbeneficios viertan parte de esas ganancias en mejorar la situaciónn de la plantilla. Un desiderátum porque preguntado por la tasación especial a los superdividendos ha insistido en que no es partidario de tal medida.

A partir de ahí, el presidente ha expuesto su programa para una «Francia con pleno empleo», haciendo abstracción de que los entrevistadores querían que hablara de lo que tocaba hoy, una crisis social que dura ya casi tres meses y que este jueves volverá a tomar las calles en una nueva jornada de movilización y huelga.