Dabid Lazkanoiturburu

La pugna militar interna por el poder aboca a Sudán a una guerra civil

Los dos sectores del Ejército, el que se avino a sacrificar a Omar al-Bashir en el altar de la revuelta popular de 2019 para seguir en el poder, y el nostálgico de los viejos tiempos heredero de la milicia Janjawweed, se enfrentan abiertamente y amenazan con llevar a la guerra a Sudán y a la región.

Enfrentamientos en el aeropuerto internacional de la capital, Jartum.
Enfrentamientos en el aeropuerto internacional de la capital, Jartum. (AFP)

Aviones de combate del Ejército sudanés siguen bombardeando las posiciones de las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) en el segundo día de combates en la capital del país, Jartum, y sus alrededores, mientras las hostilidades se han extendido en particular al este del país, al borde de la guerra civil, y con un balance provisional de 56 civiles muertos y 600 heridos. Además de las decenas de bajas militares en ambos bandos.

Las ciudades más próximas a Jartum, como su ciudad-hermana Omdurman y Bahri (también conocida como Jartum Norte), están siendo escenario de bombardeos y cruces de artillería ligera y pesada, al igual que las ciudades de Kasala y Gadarif, en la frontera con Eritrea, y en Puerto Sudán, en el noreste.

Ambos bandos también han confirmado hostilidades en la ciudad de Damazin, en el sur del país, donde los militares habrían destruido 35 vehículos de las RSF, mientras que el gobernador de Darfur del Norte, una enorme región que abarca una amplia porción de la doble frontera con Chad y Libia, también ha podido constatar enfrentamientos.

También se ha sabido esta pasada noche de la muerte de tres miembros del personal local de Naciones Unidas en la ciudad de El Fasher, en Darfur Oeste, víctimas de los combates entre Ejército y paramilitares en una base militar de la zona, según un informe interno de la ONU.

Ejército y paramilitares llevan toda la noche anunciando victorias en diferentes puntos de la capital sin posibilidad alguna de verificar sus informaciones dado el caos reinante. Mientras los militares aseguran que han tomado una base de las RSF en el distrito de Karari, los paramilitares han anunciado esta misma mañana el derribo de un avión militar Sujoi que bombardeaba sus posiciones en la ciudad.

El balance de víctimas está siendo proporcionado por el Comité de Médicos de Sudán, una de las pocas organizaciones civiles capacitadas para hacer esta clase de estimaciones como ya lo hiciera en otros episodios previos de violencia en el país. De momento, el grupo estima que aproximadamente 78 civiles han muerto y otros 595 han resultado heridos mientras que el número de muertos y heridos entre militares y paramilitares se cuenta por «decenas».

Los médicos sudaneses, además, han reclamado equipo médico urgente y «especialistas de toda clase, cirujanos y anestesiólogos» en los tres hospitales de la capital: Bashair, Nilo Este y el Internacional.

Alarma internacional

El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha reclamado a Ejército y paramilitares que pongan fin inmediato a las hostilidades y retornen al proceso de transición civil que se quedaron a un paso de firmar a principios de mes y que ahora mismo ha colapsado por completo.

China, que muestra un interés cada vez mayor por África y es ya el primer socio comercial del continente, «se opone a la injerencia de fuerzas externas en los asuntos internos de Sudán».

El Alto Representante de la Unión Europea para la Política Exterior, Josep Borrel, ha apoyado la propuesta del presidente de Kenia, William Samoei Ruto, que pide la intervención de la Autoridad Intergubernamental sobre el Desarrollo (IGAD), una organización económica y de integración para Africa Oriental.

La chispa y la mecha

La chispa que ha hecho estallar las hostilidades entre las fuerzas militares fueron las acusaciones mutuas de ataques a sus respectivas bases en la capital.

Todo ello en medio de las diferencias sobre el proceso de integración de ambas fuerzas en un ejército unificado, tensiones que han paralizado el acuerdo de transición política en el país.

Ahí reside precisamente el nudo gordiano de la cuestión. Militares y paramilitares pugnan por su posición en el proceso de transición prometido después de que el Ejército diera en 2021 un golpe de Estado y apartara del poder a los partidos civiles que lograron el derrocamiento en 2019 de Omar al Bashir tras tres décadas en el poder.

Esta rivalidad está personificada entre el jefe del Ejército y autoproclamado  presidente del Consejo Soberano de Sudán, Abdelfatah al Burhan, y el número dos Mohamed Hamdan Dagalo, conocido como «Hemedti», jefe de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF).

«Hemedti», considerado el hombre fuerte de Sudán, ha asegurado que Al Burhan «será llevado ante la Justicia o morirá como un perro».

Las RSF son herederas de las milicias Yanyauid (Janjaweed), creadas en su día por el propio Al- Bashir y acusadas de cometer matanzas y violaciones masivas en el conflicto de Darfur.