Iñaki  Iriondo
Cronista político

Ni ascender a un torturador ni aplaudirlo es obligatorio, sino una elección del PSOE

Pedro Sánchez justificó ayer el ascenso de Arturo Espejo a la cúpula de la Guardia Civil, pese a su implicación en la muerte de Mikel Zabalza, en que nunca fue condenado, y el PSOE, lejos de sentir «indignación y vergüenza», le aplaudió. Ni ese ascenso ni esa ovación eran obligatorios.

La bancada del PSOE, durante una intervención de Pedro Sánchez, ayer en el Congreso.
La bancada del PSOE, durante una intervención de Pedro Sánchez, ayer en el Congreso. (Gustavo VALIENTE | EUROPA PRESS)

Ni ayer el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Congreso, ni antes el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, en el Senado, explicaron las cualidades que adornan al teniente general de la Guardia Civil Arturo Espejo, implicado en la tortura hasta la muerte de Mikel Zabalza, para que lo hayan ascendido hasta ser uno de los cinco principales mandos del cuerpo.

Desde que NAIZ puso el acento en este último ascenso de Espejo, el hecho ha sido motivo de escándalo político en Euskal Herria. Nadie con una mínima información de lo ocurrido cree la versión oficial. Probablemente, tampoco Pedro Sánchez o Fernando Grande Marlaska y, por supuesto, no se la cree la ministra de los Ejércitos, Margarita Robles, que cuando saltó la liebre se apresuró a hacer llamadas para decir que ella no sabía nada y ponerse de perfil.

Decir, como hizo ayer Sánchez y antes Grande-Marlaska, que sobre la tortura y muerte de Mikel Zabalza «se han llevado a cabo investigaciones judiciales concretas, sin que, en este caso, el general Espejo resultase nunca imputado, ni mucho menos condenado» es una justificación a posteriori. Porque todos sabemos que, como le replicó el portavoz del PNV en el Congreso, ese caso se cerró en falso por la obstrucción del Estado a una verdadera investigación.

Que el teniente general no tenga condena por torturas es una explicación a posteriori. Lo gordo es por qué Grande-Marlaska le eligió a él conociendo su currículo y Sánchez lo defiende.

La cuestión nuclear está en por qué sabiendo la implicación de Arturo Espejo en semejante oprobio democrático, se le ha llevado a través del BOE y los años al Olimpo de la Guardia Civil, en una muestra más de la impunidad de la tortura en el Estado español que no solo atañe a los gobiernos de turno, sino también a la judicatura y la mayor parte del entramado mediático.

Muchos aplausos y ninguna «indignación y vergüenza»

Tan claro es que la versión oficial de la muerte de Zabalza no tiene ninguna credibilidad en Euskal Herria, que hasta el actual secretario general del PSE, Eneko Andueza –que cuando ocurrieron los hechos tenía 6 años– aseguró en una entrevista en Radio Euskadi el 18 de abril sentir «indignación y vergüenza» por el ascenso del torturador Arturo Espejo a lo más alto de la Guardia Civil.

Pero como destacó ayer Aitor Esteban, la respuesta que esa misma tarde Fernando Grande-Marlaska dio en el Senado fue «inaceptable». «Hace falta cara dura» concretó. Y los aplausos entonces de los senadores del PSOE fueron un aviso de que aquella «indignación y vergüenza» que decía sufrir Eneko Andueza no era compartida por su partido.

Y este miércoles se ha podido corroborar que la posición ética del PSOE con la memoria democrática y la tortura hasta la muerte de un conductor de autobús detenido en una redada de arrastre pelágico, es aplaudir a su presidente cuando justifica haber ascendido al instructor de aquel caso y supuesto muñidor de la mentira final con sello oficial.

Porque el hecho de que después de una carrera de obstáculos puesta a la verdad, el hoy teniente general de la Guardia Civil no fuera ni condenado ni imputado por torturas no justifica su ascenso. ¡Anda que –viendo lo visto y sabiendo lo que sabemos– no habrá mandos entre los verdes no condenados ni imputados por nada entre los que poder elegir! La cuestión está en que Grande-Marlaska lo ascendió a él. Fue una elección, una decisión política y ética.

Como fueron una elección, una decisión política y ética, los aplausos en el Congreso a las respuestas que ayer el presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, dio a la pregunta que Aitor Esteban le hizo de si «¿comparte usted la indignación y vergüenza que dice sentir el secretario general del PSE en Euskadi, el señor Andueza, con respecto al tratamiento del caso Zabalza y al ascenso y promoción del señor Espejo, del teniente general Espejo?»

Pedro Sánchez dejó claro que no y hasta acusó a Aitor Esteban de «empañar el buen hacer de las FSE ni poner en cuestión el buen funcionamiento de nuestro Estado de Derecho». En el hemiciclo pudo verse la participación privilegiada en la ovación de Patxi López, lehendakari en su momento y antecesor de Eneko Andueza al frente del PSE. Y lo hizo dos veces, una en cada una de las dos intervenciones.