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Gaza colapsa mientras Israel juega con la ayuda humanitaria

La llegada de la ayuda humanitaria que espera en Egipto la apertura del paso de Rafah depende de las condiciones impuestas por Israel y la OMS advirtió de que puede que tampoco llegue hoy. Además, está lejos de las necesidades de Gaza, donde los bombardeos agravan el colapso de los hospitales.

Miembros de la defensa civil palestina llevan un niño muerto en el bombardeo de viviendas en Jan Yunis.
Miembros de la defensa civil palestina llevan un niño muerto en el bombardeo de viviendas en Jan Yunis. (Mahmud HAMS | AFP)

Mientras la Franja de Gaza se hunde en el colapso de sus hospitales entre bombardeos letales, el hambre, la sed y sin suministros ni electricidad, unas 3.000 toneladas de ayuda esperaban la apertura del paso de Rafah, el único punto fronterizo de la Franja de Gaza que no está controlado por Israel. Una ayuda no solo muy insuficiente y limitada sino que ni siquiera tiene garantías de poder ser suministrada y de tener continuidad.

El Gobierno israelí accedió el miércoles a permitir la entrada únicamente de alimentos, agua y medicinas, dejando claro que no abriría los pasos bajo su control y que cualquier envío debía realizarse a través de Rafah.

Además, amenazó con volver a cortar la ayuda si los suministros terminan en manos de Hamas, que de hecho administra el territorio palestino.

A Egipto está llegando también ayuda fletada por gobiernos extranjeros a la espera de que las carreteras del cruce sean reparadas tras haber sido bombardeadas cuatro veces por Israel para impedir su apertura.

Medios egipcios anunciaron la apertura del paso para hoy,  pero la Organización Mundial de la Salud advirtió de que tampoco es seguro. El director general de este organismo, Tedros Adhanom Ghebreyesus, indicó que sus camiones están listos y que cuatro aviones con unas 40 toneladas de ayuda suplementaria puedan llegar la próxima semana. Asimismo, urgió a Israel a permitir la entrada de combustible, necesario para el funcionamiento de hospitales, ambulancias y plantas desalinizadoras. Con todo, los camiones bloqueados en Rafah apenas suponen un alivio mínimo a una situación caótica.

La propia agencia de la ONU para los refugiados palestinos, Unrwa, recuerda que solo el pasado agosto, y ya bajo la situación del bloqueo histórico de Gaza, entraron 12.000 camiones en la Franja, el 66% por cruces israelíes y el resto, por Rafah.
Mientras, la Franja lleva ocho días sin electricidad y solo en Jan Yunis, al sur, puede conseguirse agua potable. La población esta viéndose forzada a beber agua contaminada, con el riesgo de que se extiendan enfermedades en un territorio con la sanidad colapsada.

Según el Programa Mundial de Alimentos de la ONU, el suministro de alimentos apenas llega para dos semanas, y buena parte está almacenada en la ciudad de Gaza, donde es casi imposible llegar por los bombardeos continuos.

También la situación sanitaria está al límite. Médicos Sin Fronteras (MSF) advirtió de que, «sin electricidad, muchos pacientes morirán, sobre todo los que están en cuidados intensivos, neonatología y con máquinas de respiración asistida». Nedal Abed, cirujano de MSF en el hospital de Al Shifa, advierte de que el colapso de todo el sistema sanitario es inminente y que el combustible para generar electricidad se agotará en horas en este centro que acoge a más de 3.000 heridos –en su mayoría mujeres y niños– cuando su capacidad máxima es de 700 camas.

También acoge a miles de desplazados, al igual que otros hospitales, donde cada día llegan unas mil personas con heridas traumáticas complejas, quemaduras y miembros aplastados, si bien esa cifra solo incluye a quienes son capaces de llegar a un centro hospitalario. Los sanitarios trabajan sin medios y bajo la amenaza israelí que les ha ordenado evacuarlos. «Esta orden no tiene sentido», denuncia Abed.

La presión es mayor tras la matanza en el hospital de Al Ahli, al que Israel avisó en tres ocasiones antes de la explosión que mató a cientos de personas. La amenaza ha obligado a la población a tomar decisiones extremadamente difíciles y el personal sanitario tuvo que elegir entre «abandonar a sus pacientes a una muerte casi segura o quedarse y arriesgar sus propias vidas», explica MSF. Decenas de ellos forman parte de las casi 3.800 víctimas mortales –1.524 niños– que ha provocado la venganza israelí.

Al menos cuatro hospitales, Beit Hanun, Al Durra, Al Karama y el Oftalmológico Internacional de la ciudad de Gaza, ya han dejado de funcionar completamente.

De esta forma, la posible entrada de ayuda humanitaria hasta ahora solo ha aliviado la postura del presidente de EEUU, Joe Biden, que tuvo algo que exhibir en su visita a Israel al día siguiente de la masacre de Al Ahli.

Desde el secretario general de la ONU a múltiples ONG reclaman un cese el fuego para mitigar el infierno de Gaza, pero apoyos como las visitas de Biden o la de ayer del primer ministro británico, Rishi Sunak, que expresó su deseo de que el Ejército israelí «gane» esta guerra dan alas a seguir con los bombardeos letales.

Más bombardeos

Ayer Israel redujo a escombros un edificio de 14 plantas causando decenas de muertos en Karama, en el norte de la Franja, así como varias panaderías cuando docenas de personas hacían fila para comprar pan. Otro ataque aéreo contra una casa en el centro de Jan Yunis dejó 13 muertos y numerosos heridos.

Los bombardeos, según el Ejército israelí, mataron también a altos cargos de las milicias palestinas, entre ellos la primera mujer en ocupar un cargo en la oficina política de Hamas, Yamila al Shanti.

78 muertos

Doce palestinos, entre ellos al menos dos adolescentes, murieron ayer por disparos de las fuerzas de Israel en varias localidades de Cisjordania, donde siguen los ataques del Ejército y colonos que ya han provocado la muerte de 78 palestinos desde el 7 de octubre.  

Egipto y Jordania

El rey jordano, Abdalá II, y el presidente egipicio, Abdelfatah al Sisi, reafirmaron su postura contraria al castigo colectivo de asedio y privación de alimentos y rechazaron el desplazamiento forzoso de la población palestina hacia sus países, que calificaron como «limpieza étnica».

Dimisión

Josh Paul, director de la oficina del  Departamento de Estado de EEUU que supervisa ventas de armas al extranjero, renunció en protesta por la decisión del Gobierno de Joe Biden de seguir enviando armas a Israel mientras asedia Gaza.