
Ane Arregi, integrante del grupo Basque Environmental Health Research Group de la UPV/EHU, ha concluido en un estudio realizado con niños y niñas de 11 años dentro del proyecto INMA que los mayores problemas de comportamiento guardan relación con niveles más altos de cortisol en el cabello, según destaca la universidad en una nota de prensa. «En el estudio también se concluye que la exposición a ciertos factores que pueden provocar al mismo tiempo estrés crónico puede determinar la concentración de cortisol en el cabello», explica.
Empieza recordando qué es el cortisol: «La hormona que segrega el cuerpo para responder a situaciones estresantes». Suele estar presente en la sangre, la saliva y la orina, pero «en el pelo se acumula y sirve de indicador del grado de estrés a más largo plazo, es decir, del estrés crónico», explica Agirre. Para distinguir entre el estrés puntual y el estrés crónico, Arregi utiliza un claro ejemplo: «No es el mismo estrés el que se produce cuando uno va a comprar pan un día y se da cuenta de que le falta dinero y el que provoca el hecho de saber que no se tiene dinero para comprar pan en el día a día».
En este estudio con niños y niñas de 11 años, ha concluido que los mayores problemas de comportamiento están relacionados con niveles más altos de cortisol en el cabello. Y también con un segundo factor principal: «El estrés de la madre, que también puede influir en esos niveles de cortisol». El ruido ambiental es otra de las cuestiones que confluyen, aunqu eso será investigado en un proyecto europeo mayor, el Athlete (Horizon 2020).
En general, «en nuestra investigación hemos detectado estos dos factores, pero eso no quiere decir que no haya otros factores relacionados, sino que nosotros no hemos encontrado ninguna otra relación —aclara Arregi—. Es importante dar una visión más amplia a estas investigaciones y a la vez tener en cuenta más de un factor que provoca el estrés». «A partir de ahora, el modelo nos permitirá saber qué variables se deberían tener en cuenta cuando se mide el nivel de cortisol en el cabello y cuáles no», señala.
Investigar el estrés resulta crucial
Las investigaciones futuras deberían utilizar este enfoque más complejo para comprender mejor los factores determinantes de la concentración de cortisol en el cabello infantil, ya que la exposición simultánea a factores ambientales, sociales y individuales puede influir en dicha concentración, explica la universidad. Detectarlo es crucial porque la situación de estrés crónico en niños y niñas está relacionada con muchos problemas de salud: «La infancia y la adolescencia son etapas muy vulnerables, porque son etapas de desarrollo rápido. Es muy importante saber cómo influyen en esta etapa los distintos factores en la salud de los niños, niñas y adolescentes para que lleguen a ser personas adultas sanas», señala la investigadora.
«Creemos que el cortisol del cabello puede ser una herramienta de gran ayuda para evaluar el impacto de las exposiciones ambientales en el estrés crónico. En definitiva, esto puede ayudar a aplicar políticas públicas eficaces, porque sabiendo qué puede provocar el estrés crónico de la población de un lugar, puede ser más fácil aplicar políticas para evitarlo», concluye.

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