Israel ataca «con medida» a Irán, pero ¿y ahora qué?, ¿y cuándo?
Israel ha certificado su amenaza lanzando un ataque «medido» y con previo aviso a Irán. «Responde» así al ataque de iraní del 1 de octubre por la muerte de Haniyeh (Hamas) y Nasrallah (Hizbulah). Occidente quiere parar aquí. Irán sostiene que parará cuando Israel deje de provocarle.

Casi un mes ha tenido Israel en vilo a la región de Oriente Medio y a medio mundo para hacer efectiva su enésima y anunciada amenaza y atacar a Irán.
Con su manido uso de términos bíblico-mesiánicos para bautizar sus operaciones militares, la de la madrugada de ayer, ‘Días de Arrepentimiento’, habría consistido, según Tel Aviv, en «ataques precisos» en las regiones de Teherán, Juzestán (sudoeste) e Ilam (oeste) contra «baterías de defensa aérea y sitios de fabricación de misiles balísticos» utilizados por Irán en sus bombardeos contra Israel el 1 de octubre y, antes, el 14 de abril de este mismo año.
El carácter «cifrado» del ataque fue confirmado en primera reacción por Irán, que reconoció «daños limitados» y aseguró que sucedió fuera de sus fronteras y que ningún avión israelí violó su espacio aéreo, pese a que Israel anunció que recurrió a cazas F-16 en sus tres rondas de ataques.
Fuentes del Gobierno israelí aseguraron, bajo anonimato, que Irán tuvo conocimiento de antemano del ataque y de su intención debido a un mensaje israelí que Teherán recibió a través de canales diplomáticos de terceros países, entre ellos de Rusia.
Cuatros soldados iraníes muertos
No obstante, y mientras hacía análisis de daños, Teherán confirmó la muerte de cuatro soldados iraníes, lo que no deja de suponer un paso más en la escalada israelí contra Irán. Y es que, por lo menos hasta ahora, Israel había tenido como objetivo a los Guardianes de la Revolución, una «guardia de corps» islamista, y no al Ejército regular iraní, heredero de la estructura estatal persa.
Tel Aviv puede insistir en que su objetivo fue minar la capacidad misilística iraní, de por lo menos tres mil misiles balísticos con que cuenta su arsenal. Podrá argüir que su objetivo fue debilitar las defensas antiaéreas iraníes para avisarle de que dispone de un amplio banco de objetivos que puede atacar en futuras operaciones si fuera necesario. También podrá argumentar que el ataque de ayer es más bien «un mensaje de advertencia» para que Irán «deje de inflamar el conflicto en Oriente Próximo».
Las milicias proiraníes reivindicaron el lanzamiento de drones contra «un objetivo militar» en la ciudad costera de Acre, en el noroeste de Israel
Estados Unidos, cómplice del genocidio de Gaza y de la invasión israelí de Líbano y crecientemente implicado en la guerra de Israel contra Irán, puede alinearse con Tel Aviv y advertir a Teherán de que no responda, seguido al unísono por las gres cancillerías occidentales (Gran Bretaña, Alemania, Estado francés ...) y por la Unión Europea.
Puede la Casa Blanca, incapaz de obligar al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a congelar su amenaza hasta después de las presidenciales estadounidenses del 5 de noviembre, alardear de que ha logrado que Israel haya templado sus amenazas, cuando al principio no descartaba atacar la infraestructura petrolera iraní –algo letal para frenar el alza del precio del crudo–.
O cuando exministros y ex altos cargos militares israelíes apostaban por tomar como objetivo instalaciones nucleares iraníes, como laboratorios de enriquecimiento de uranio e incluso la central atómica (de fabricación rusa) de Natanz, con el consiguiente riesgo para la región.
Al menos 42.885 personas han sido masacradas y otras 10.000 han desaparecido en el genocidio de Gaza
«Derecho y deber de defenderse»
Irán reivindicó ayer «el derecho y el deber de defenderse». Llevaba semanas advirtiendo de que respondería en caso de volver a ser atacada.
«Irán no tiene límites para proteger y defender sus intereses y su integridad territorial y a su pueblo», advirtió el ministro iraní de Exteriores, Abas Araqchí, quien recordó que «lo demostramos tanto en la guerra de ocho años contra el régimen de Saddam Husein (Irak, primera Guerra del Golfo), como frente a EEUU en los últimos años».
Teherán lanzó el 1 de octubre sin previo aviso dos centenares de misiles, entre ellos algunos supersónicos, sobre el cielo israelí. Lo hizo en larvada represalia por la muerte, en su propio territorio, del máximo líder de la organización palestina Hamas, Ismail Haniyeh, dos meses antes, el 31 de julio, cuando descansaba en una casa de los Guardianes de la Revolución tras haber asistido a la toma de posesión del nuevo presidente iraní, Masoud Pezeshkian.
Pese a semejante golpe a la hospitalidad iraní, Teherán parecía dispuesto a contemporizar «para no caer en la provocación» y para no perjudicar una victoria demócrata en las presidenciales estadounidenses frente a un Donald Trump que en 2019-2020 dinamitó el acuerdo nuclear entre los EEUU de Obama e Irán.
19 libaneses murieron ayer en bombardeos israelíes en el sur del país. Hizbulah atacó con drones bases militares y de inteligencia israelíes
Pero el magnicidio el 27 de setiembre del líder de Hizbulah, el jeque Hassan Nasrallah, en un ataque en el que también murió un general de los Guardianes de la Revolución iraníes, forzó al Gobierno de Teherán a acabar con la política de contención y atacar a Israel.
Se repetía el guión del pasado 14 de abril, cuando, en respuesta al bombardeo israelí del consulado iraní de Damasco (Siria) el primer día del mes, en el que murió el alto comandante de los Guardianes de la Revolución Mohamned Reza Zahedi, junto a otros altos cargos y doce «funcionarios de la legación, la República Islámica, Irán lanzó el primer ataque de su corta pero prolífica historia contra Israel.
Lo hizo, eso sí, con misiles pero sobre todo con drones, y avisando 24 horas antes a Jordania –léase a EEUU y a Israel–.
El Gobierno sionista replicó lanzando un ataque simbólico contra la ciudad de Ispahan, que alberga importantes instalaciones nucleares.
Su particular Guerra Fría
Todo apunta, salvadas las distancias, a que el ataque israelí de ayer respondía a ese mismo esquema, el de dar, pero no rematar, que evidencia el tanteo en el que se mueven las dos principales potencias regionales en su particular Guerra Fría. El problema es que la espiral acción-reacción tiene difícil solución.
Israel no dudó en interpretar la brutal incursión de Hamas del 7 de octubre de 2023, al igual que no duda en identificar la resistencia palestina y el hostigamiento militar de Hizbulah, como obra de Irán.
Y no duda en justificar, desde hace quince años, las ejecuciones extrajudiciales, los atentados y los sabotajes contra altos mandos militares iraníes, contra ingenieros nucleares e instalaciones atómicas como «legítima defensa» ante el «peligro de Teherán».
Israel, que cuenta con un centenar largo de cabezas nucleares –fruto de sus privilegiadas relaciones con EEUU e India–, se niega a asumir el riesgo de que Irán se convierta en rival nuclear –con la ayuda de Rusia–.
Israel cuenta con un centenar largo de cabezas nucleares, fruto de sus privilegiadas relaciones con EEUU e India
Escenarios secundarios teñidos de sangre
Y aquí reside el gran nudo gordiano de Oriente Medio, el pueblo palestino, el estado fallido libanés conocido como el País de los Cedros, Siria... son escenarios secundarios, aunque teñidos de sangre, de la guerra por delegación, de momento, entre Israel e Irán.
Israel aduce que Irán no reconoce su existencia. Irán sabe que Israel nunca asumirá que la vieja y poblada Persia esté gobernada por una república islámica capaz acaso, algún día, de superar la dicotomía sunismo-chiísmo y de convertirse en el referente musulmán, hasta en el mundo árabe, para enfrentarse al sionismo desde postulados, por cierto, similarmente mesiánicos (bíblicos, pero aquí coránicos).
Irán sabe que a día de hoy no es rival de Israel en términos militares. Y es consciente de la debilidad interna, económica y en términos de legitimidad, de su régimen. Por lo que tiene que calibrar sus pasos.
El régimen israelí no es menos endeble a nivel interno y sobrevive en una huida hacia adelante. Y sabe que depende por entero del sostén de EEUU y de la complicidad de Europa. Por lo que juega a un tirar de la cuerda permanente.
De esta pugna, y de la evolución de sus actores, locales y externos, dependerá el futuro.
Israel no deja de apretar las tuercas a Irán situándole ante la disyuntiva de salir en defensa de sus sucursales regionales y de sus aliados, arriesgándose a un conflicto total, o abandonarlos a su suerte en Gaza, en los suburbios de Beirut y en el sur de Líbano o en el centro de Damasco, perdiendo su ascendiente regional.
Irán advierte que Israel podrá jugar con los palestinos y los libaneses como el gato y el ratón, pero que si ve amenazada su existencia no dudará en poner de su parte para incendiar la región.
Israel, pirómano, mira la cerilla encendida en su mano e, incapaz por principio de apagarla, duda si soltarla a un lado u otro o quemar la caja.

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