Los Verdes quieren formar alianzas de Gobierno, pero no hallan socio
Tres años en el Gobierno alemán han convertido a los Verdes ecologistas en el blanco de la derecha. Para la neofascista AfD, son el enemigo número uno; para los demócratacristianos (CDU/CSU), un socio no deseado. Las encuestas de intención de voto no dan para otro Ejecutivo con el PSD.

‘Canciller de alianza’, se leía junto con a la cara del vicecanciller, Robert Habeck, en la gigantesca proyección en la Puerta de la Victoria de Munich en enero. Una hora después, la Policía ordenó a apagar el proyector porque la acción carecía del correspondiente permiso.
‘Una persona, una palabra’, es el subtítulo en los demás carteles de Habeck. El candidato a canciller por los Verdes ecologistas pone en primer término a la persona y su lealtad, y no su competencia como ministro de Economía. De hecho, eso podría resultar un tiro por la culata porque el PIB alemán sigue contrayéndose. La industria automovilística, sobre todo VW, tiene graves problemas porque la electrificación de los vehículos no avanza como los Verdes esperaban cuando, en 2021, formaron el denominado «Gobierno semáforo» con el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) del canciller en funciones, Olaf Scholz, y el Partido Liberal Democrático (FDP), identificados con los colores rojo y amarillo, respectivamente.
El FDP provocó el fin de este experimento a nivel nacional y el adelanto de los elecciones federales al 23 de febrero.
Según las recientes encuestas, los Verdes solo serían la cuarta fuerza, por detrás de la Unión Demócrata Cristiana/Unión Social Cristiana (CDU/CSU), la neofascista Alternativa para Alemania (AfD) y el SPD. Este último, su socio en el Ejecutivo desde 2021, le saca unos tres puntos de ventaja. Hoy por hoy solo un bipartito de la CDU con el SPD o con la AfD garantizaría un Ejecutivo con mayoría absoluta.
Parece poco probable que en los pocos días que quedan hasta las elecciones generales del 23-F, los ecologistas puedan dar la vuelta a esta tendencia. Lograr el 14% de los votos supondría repetir el resultado de 2021 y significaría su recuperación de la caída del 11% que los sondeos detectaron en junio. Después vinieron las debacles en los comicios regionales en el este alemán. Los Verdes reaccionaron rápidamente cambiando a su cúpula y eligiendo a Habeck como candidato a canciller.
Baerbock
El ministro de Economía y vicecanciller les parecía más conveniente que la ministra de Exteriores, Annalena Baerbock, relegada a «candidata ayudante». Al principio, acertaron porque los Verdes han estado empatando con el SPD en las encuestas. Pero tras los ataques cometidos por dos extranjeros en Magdeburgo y Aschaffenburg, Habeck endureció su discurso antiinmigración, de tal forma que el ala izquierda de su partido le paró en seco al temer que se le confundiera con la CDU. Con oportunismo político, ha mostrado su disposición a aliarse con la derecha de Friedrich Merz, pese a que este faltó a su palabra al votar con la AfD en el Bundestag.
Tanto moralismo no le va bien a Habeck, cuyo partido fijaba carteles en 2021 con el lema ‘No armas a países en guerra’. La industria armamentística hace su agosto con las guerras en Ucrania y Gaza.
Igual de incoherente se muestra Baerbock con su «política exterior feminista». A los islamistas de Siria les exige un mínimo de respeto para las mujeres como condición para que la Unión Europea financie su reconstrucción, pero no hace lo mismo cuando se trata de las mujeres palestinas en Gaza. Ha dado carta blanca a Tel Aviv para hacer lo que quiera en el enclave parapetándose tras la «razón de Estado» que, para Berlín, es la seguridad de Israel.
Los liberales se mueven entre la esperanza de volver al Bundestag y el temor a desaparecer
Durante décadas el Partido Liberal Democrático (FDP) ejerció de moderador en el sistema político alemán, evitando que la CDU se fuese demasiado a la derecha y el SPD, a la izquierda. Nada menos se esperaba cuando formó Gobierno con el SPD y los Verdes en 2021. Sin embargo, su ministro de Hacienda y presidente de partido, Christian Lindner, antagonizaba con sus socios como si siguiese en la oposición.
Quizás por eso el FDP ha ido de derrota en derrota en cada elección. Al final, Lindner quiso dar el tiro de gracia al tripartito, pero el canciller, Olaf Scholz, se percató de ello y le cesó a tiempo.
Desde entonces, el exministro busca su horizonte. En enero llegó a alabar al presidente argentino, Javier Milei, y al multimillonario Elon Musk como «dos ejemplos internacionales» a seguir. A finales de ese mes cerró filas votando dos veces con la CDU y la AfD.
Ahora, las simpatías del electorado le dan entre 4 y 5 puntos, casi siete menos que en 2021. Para entrar al Bundestag se debe superar el límite del 5% de los sufragios. Lindner se juega su futuro político.
El SPD y la CDU pasan del FDP. Sus candidatos a canciller, Olaf Scholz y Friedrich Merz, respectivamente, coinciden en que los liberales son prescindibles aunque su ausencia en el Parlamento sería una lástima.I. N.

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