Armenios: huida en círculo del desastre al infierno
Centenares de familias armenias huyeron en 2023 de Nagorno Karabaj y se refugiaron en Siria con permiso del Gobierno de Bashar al-Assad. No pocos habían huido diez años antes de la guerra siria a su patria de origen. Tras el derrocamiento, son señalados como colaboradores del antiguo régimen.
Mariam Karapetian escapó a Siria junto a su familia en otoño de 2023. Recorrieron el corredor de Lachín que separaba el enclave armenio de Nagorno Karabaj (Artsaj para los armenios) de la madre patria. Huyeron con lo que pudieron meter en una vieja furgoneta y, bajo la atenta mirada de los soldados azeríes, dejaron atrás sus casas.
La de Mariam es una de las muchas historias que empiezan mal para terminar peor en la historia reciente de los karabajíes. No pocos, como ella, habían escapado antes de Siria, la mayoría de Alepo, tan pronto comenzó la guerra civil en 2012, a Artsaj, donde eran recibidos con los brazos abiertos por el Gobierno local.
Pocos años después se vieron envueltos en otra guerra, esta vez en su patria de origen, que finalmente los expulsaría de vuelta a Siria.
«Mi marido y yo decidimos dejar Alepo en 2012 viendo que la situación era cada vez peor. Por un sentimiento de patriotismo y amor a la tierra de nuestros antepasados, decidimos ir a Artsaj. Allí la vida era más parecida al día a día que teníamos en Alepo. Fue una buena época, pero Dios castiga a los armenios, no sé por qué», explica a GARA Mariam en su casa de las afueras de Alepo.
Y es que en 2023 hizo el camino de vuelta y regresó huyendo a Siria. Al poco de comprar una nueva casa en Alepo, la guerra volvió a tocar la puerta de su hogar. Para cuando se dieron cuenta el grupo salafo-yihadista Hayat Tahrir al Sham (HTS) había instalado su cuartel general justo frente a su casa. Su marido se encontraba de viaje y ahora no puede volver. Mariam, a cargo de tres hijos y la casa, tiene que buscarse el pan cada día.
Éxodo de las ruinas a un país en guerra
La población armenia que huyó durante la contienda siria de 2012 volvió invitada por Bashar al-Assad a principios de 2023, cuando el enclave de Nagorno Karabaj tenía los días contados. Después de la operación “Tormenta del Norte”, que vació de rebeldes el norte del país y especialmente Alepo, el régimen entregó pasaportes sirios nuevos a los armenios retornados. «No todos volvieron», asegura Siranush (nombre ficticio). «Algunos, cuando huyeron de Artsaj se quedaron en Armenia. La comunidad armenia en Alepo se resquebrajó y ya no podemos decir que exista. Somos todos individuos con un pasado armenio. Nada más», añade la madre de familia de 37 años.
«Si pedimos la ciudadanía armenia, el gobierno de Pashinian nos quita el estatus de refugiados. Nadie va a aceptar eso»
Al igual que Siranush, otros armenios que volvieron consiguieron a principios de 2024 un pasaporte sirio. Pero eso no les garantizaba la ciudadanía del país ni de facto ni de iure. Nadie de esos que huyeron de Karabaj pidieron la ciudadanía armenia. Muchos consideran que el gobierno de Erevan está traicionando a los artsajíes que huyeron de Nagorno-Karabaj. La joven Siranush explica que «si pedimos la ciudadanía armenia, el Gobierno de Pashinian nos quita el estatus de refugiados. Así, renunciamos a todas nuestras posesiones, a la tierra y casas de nuestros antepasados en Artsaj. Nadie va a aceptar eso. Somos espectros que huyen de infierno en infierno».
Todos los armenios entrevistados tienen miedo. Saben bien que allí donde HTS ha gobernado, la población cristiana se ha reducido, o simplemente ha desaparecido. La Asociación de Armenios de Alepo, de la que Siranush fue miembro hasta que se disolvió en octubre del pasado año, aseguraba en su último informe publicado un mes antes que los cristianos practicantes se reducían en un 90% en zonas donde el HTS gobernaba, como el caso de Idleb.
Antes de que este grupo adquiriera ese nombre y cuando gran parte de sus seguidores ondeaban la bandera de Al Qaeda, el grupo yihadista mató a los pocos curas y monjas que quedaron en la zona. «Con esas estadísticas cualquier cristiano tendría miedo, pero a los armenios se nos señala dos veces.
Una por cristianos y otra por colaboradores del régimen. Aseguran que nosotros recibimos un trato preferencial por parte de Al-Assad. No es verdad, fuimos ciudadanos corrientes. Sabemos que el dictador y sus seguidores solo velaban por sus intereses. ¿Que les dábamos entonces los armenios para conseguir esos privilegios que dicen? Nada. Nunca existieron», sostiene Siranush.
Siranush está ahora en Lataquia y desea pasar a Líbano, donde la comunidad armenia ayuda a los que huyen de Siria.
Líbano como última opción
«Los yihadistas entraron en una iglesia armenia de Alepo. Hemos recibido cartas y llamadas amenazantes. En Idleb todo empezó así en 2013 y terminaron vaciando de cristianos la provincia. Muchos murieron. Ahora toca escapar. No tenemos ciudadanía y nuestro pasaporte sirio no es bien recibido en ningún país», explica con la voz entrecortada cerca de la frontera libanesa, al otro lado del río Nahr al-Kabir. Con varios alauitas trata de huir al lado libanés para comenzar de nuevo.
Mariam se queda en Alepo. Dice que «he invertido mucho tiempo y dinero aquí. Espero que las cosas vayan a mejor. No quiero volver a huir pero estaré sola, ya no tengo a mi marido conmigo y la comunidad armenia en Alepo no existe como antes. Hemos dejado de existir otra vez».

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