Así son Anduva y Lisci, noche mágica a un paso del sueño
Un gran historia en una pequeña ciudad en la misma muga sur de Euskal Herria. Acudimos al partido de ida del play-off de Segunda División entre los «jabatos» y el Oviedo. Una victoria que deja el equipo de Lisci, ovacionado por la grada, a un empate de una hazaña histórica.

Sueña Miranda, tienes una semana de tensión y pasión por delante, aunque si la temporada futbolística acabara hoy mismo, pues ya sería todo un éxito. Los «jabatos» han ganado 1-0 al Oviedo en el partido de ida de la final de los play-off de Segunda División. Les hará falta en el Carlos Tartiere, el próximo sábado a las 21, mucha valentía ante un ambiente que estará cargadísimo, pero a sabiendas de que vale un simple empate para ¡subir a Primera División!
¿Anduva acogiendo al Barça, al Real Madrid y a todo el resto de equipos de la Liga, incluyendo los cuatro vecinos vascos, a no más de 150 kilómetros? Sería una hazaña histórica, bien merecida por un equipo que en casa ha perdido solo un encuentro y que ha demostrado ser compacto y muy difícil de gestionar para los rivales. De momento, hemos tenido la suerte de asistir a un partido inolvidable para la gente de Miranda de Ebro, una tarde-noche que será recordada para siempre, pase lo que pase en Oviedo.
Overbooking de prensa
Es un día especial en Anduva y en toda Miranda de Ebro. Se nota de la cantidad de coches aparcados: normalmente llenan solo un espacio pequeño, hoy lo ocupan todo hasta casi un kilómetro del estadio. El despliegue policial también es poderoso, aunque el ambiente en los alrededores se mantiene tranquilo: «Sois más simpáticos de los del Racing», asegura en un bar una aficionada de los «jabatos» a un grupito de hinchas del Oviedo. Unos se entretienen prediciendo el resultado («2-0»), otros están que no se aguantan («Tío, nunca he estado tan nervioso»). Los balcones luces repletos de banderas del Mirandés; hasta los andamios se han decorado de rojo y negro.

La taquilla de Anduva lo explica claramente: «Entradas agotadas». Aun así hay gente que llega sin darse cuenta y pide tickets confiando en que no haya sold out.
La prensa no tiene estos problemas, aunque el overbooking de acreditaciones también resulte evidentísimo. Casi en cada una de las cabinas tienen que entrar dos o más medios de comunicación. Diego, el jefe de prensa del Mirandés, cuando llega a la nuestra para darnos las alineaciones oficiales, se lamenta: «Chicos, lo siento, pero hoy es así». Se le puede entender, basta ver al mismo Diego correr de arriba abajo en el césped, obligado a cumplir con los deberes que se multiplican en partido tan importante. «¡Te tienen que subir el sueldo!», le grito, pero no consigue escucharme.
«Nuestra »,¿de quién? En la cabina número 14 estamos con otras cuatro personas, todas de la misma radio, una emisora asturiana que transmite en directo, por supuesto. Tres son los comentaristas, más un cuarto, sentado en la única silla, que pone al minuto la página web. Pero me encanta la situación, mi punto de visión viene a ser un rectángulo en vertical enfocado en los últimos 20 metros del campo. Hay otro objetivo prioritario: aguantar el calor de este domingo.
«El ambiente aquí es más vasco que castellano», comentan los de la radio asturiana con quienes compartimos cabina
«El ambiente aquí es más vasco que castellano», comentan los de la radio asturiana. Puede que sea la primera vez para ellos en Anduva y en general en Miranda, un fortín futbolístico donde, de hecho, Euskal Herria empieza justo después de la rotonda de entrada a la ciudad. Los cuatro son muy amenos, el gol tempranero de Reina les deja un poco helados pero se crea en nuestra cabina un ambiente especial. El partido yo personalmente no lo veo, como mucho lo intuyo, pero lo oigo desde la voz de estos compañeros de la radio. Y solo con eso es mágico, irrepetible.
«Quitando el gol de Reina estoy viendo mejor al Oviedo», afirma sin dudas uno de los cuatro. Y cuando acaba la frase, exactamente ahí, Urko Izeta se inventa un latigazo que por poco no termina en el fondo de la red; grandísima parada de Escandell. «Parece que me ha oído», bromea el hombre.
Su relato del partido es bien objetivo, no parece ser una emisora al uso de gritos e insultos, sino todo lo contrario. Aunque igual se quedan con ganas de decirle algo a Colombatto tras fallar el empate que hubiera sido el 1-1 a pocos minutos del final, en plan no muy amistoso. «La verdad es que sin Cazorla perdemos mucho», me dice otro de este grupito de asturianos, durante el descanso. Y cuando se van, tristes pero firmes, aseguran: «Creo que en el Tartiere vamos a ganar».
‘El Papa’ de Miranda
El personaje más destacado del partido, en general de la noche de Anduva, es el mister de los «jabatos»: Alessio Lisci. Un hombre destinado a otros banquillos (Osasuna le espera en unos pocos días), que sin duda se ha ganado admiración absoluta por parte de la grada y de la hinchada. «Lisci es el Papa» es la mejor definición que escuchamos después del partido.
Cuando los dos equipos entran al césped me acerco al banquillo del Mirandés para saludar a Alessio. No es que seamos amigos, pero nos conocimos el año pasado cuando fui al partido-desempate contra el Amorebieta y durante la temporada escribí sobre él un par de artículos también para la prensa italiana. «Ciao caro», «Come stai?». Su mano está bastante fría, será la tensión. «Animo», «Gracias». Lleva siempre la misma ropa, es claramente un ritual. Deportistas y entrenadores, todos, tienen sus protecciones contra la mala suerte.
Los «jabatos» son realmente un gran equipo, forjado en piernas (Hugo Rincón), atrevimiento (Egiluz) y sabiduría (Gorrotxa)
El gol tempranero es un gran golpe de fortuna, eso sí, porque el Mirandés sufre probablemente el cansancio de un día menos de reposo después de la gran victoria contra el Racing. Pero Lisci es italiano, la gente aquí infravalora siempre esto; somos maestros en el sufrimiento, y si toca remar a contracorriente, estamos entre los mejores del mundo. Para nosotros el 1-0 es el mejor resultado posible. Ganando, por supuesto.

La verdad es que los «jabatos» son realmente un gran equipo, forjado en piernas (Hugo Rincón), atrevimiento (Egiluz) y sabiduría (Gorrotxa), que para mí son los tres símbolos. Una base muy euskaldun, que sabe sufrir y atacar en el momento más inesperado. Porque es verdad que el Oviedo ha fallado un penalti, pero las mejores ocasiones reales han sido del Mirandés, un conjunto capaz de dar la vuelta a la inercia de un partido en pocas jugadas.
Mientras la hinchada se va de celebración, Lisci ya está con sus colaboradores en el centro del campo; da la sensación de alguien muy preparado e inteligente sin haber cumplido los 40
«Alessio, si un hombre del futuro, como en la película, hubiera venido el año pasado después de la salvación agónica, explicándote que ibas a estar a un empate del ascenso, ¿qué le hubieras contestado?», es mi pregunta en rueda de prensa. «Pues, mira, le hubiera aconsejado ir donde un psicólogo. Pero esta es la belleza del fútbol».
Luego Lisci, mientras la hinchada se va de celebración después del partido, se reúne con sus colaboradores en el centro del campo. Probablemente están ya escrutando los datos del partido, las estadísticas avanzadas. Yo no sé como será su futuro en el fútbol, pero es patente la sensación de ser un chaval (no ha cumplido los 40) muy preparado e inteligente.
No falta un agradecimiento a la grada que lo ovaciona: ser «Papa» para un romano, aunque de momento sea solo en Miranda, no está nada mal. Falta el último paso, sellar la plaza en Primera División, que en mi modesta opinión sería algo sinceramente digno de aquel Leicester que ganó la Premier.

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