
Los orígenes del sector papelero de Nafarroa a orillas del río Larraun en el siglo XIX es revelado en una investigación que han llevado a cabo Marino Ayala y Víctor Placencia, y que la Sociedad de Ciencias Aranzadi acaba de publicar en un libro.
La presentación pública de la obra, titulada ‘La Navarra papelera del siglo XIX. Un caso singular: la historia de las fábricas San Miguel y Pastaola a orillas del río Larraun (1870–1896)’, ha tenido lugar este lunes en un entorno especialmente adecuado: la papelera Solidus de Atarrabia.
Con unas grandes balas de papel como marco, se ha puesto en valor un trabajo que «revela algunos secretos papeleros guardados en el valle del río Larraun», ha destacado Juantxo Agirre Mauleon, secretario general de la Sociedad de Ciencias Aranzadi.
Los autores del libro han explicado que su trabajo en archivos y sobre el terreno ha permitido recuperar la memoria de las fábricas de San Miguel (Arruitz) y Pastaola (Latasa), pioneras en introducir en Nafarroa la fabricación mecanizada de papel en continuo.
Ayala ha recordado que la artífice de esas fábricas fue «una mujer adelantada a su tiempo, Epifanía Irazusta Arzadun, empresaria guipuzcoana y de familia papelera». Irazusta «fundó e impulsó la papelera de San Miguel en 1870», siguiendo el ejemplo de la actividad de este sector implantada en Tolosa.
Para ello, reconvirtió una ferrería para dedicarse al mundo papelero empleando las infraestructuras hidráulicas, para además dar el salto de «la elaboración manual del papel, pliego a pliego, a la fabricación mecanizada en continuo».
Este cambio hizo que la «producción se multiplicara y que se registrara una escasez de materia prima, obtenida a partir de plantas anuales y trapos, y que se sustituyó mediante el empleo de la madera para conseguir la fibra», ha detallado Ayala.

De esta manera, la fábrica de San Miguel (1870-1896) producía papel mecanizado en continuo mediante mesa plana tipo Fourdrinier, mientras que la fábrica de Pastaola (1892-1896) se creó como auxiliar para proveer pastas celulósicas a la fábrica de San Miguel.
En conjunto formaban un complejo que, como ha señalado el también autor del estudio Víctor Placencia, se puso en marcha gracias al empuje de Irazusta, que habiéndose quedado viuda decidió «invertir sus capitales propios» para implantar esta actividad en Nafarroa.
La suerte no le acompañó, ya que, poco después, estalló la Segunda Guerra Carlista y la fábrica estaba en la zona del frente, lo que obligó a paralizar su actividad. Tras el conflicto y haber atravesado por diversas dificultades, llegó el capital guipuzcoano, al que posteriormente se sumó el de la burguesía navarra para gestar La Papelera Vasco-Navarra, que se convirtió en la séptima sociedad anónima de Nafarroa.
Primera colonia industrial navarra
Así se terminó creando la «primera colonia industrial de Navarra», ya que se encontraba alejada de los núcleos urbanos y supuso facilitar viviendas y servicios a las personas que trabajaban en ella, que, con el paso del tiempo, cada vez eran más navarros, frente a los guipuzcoanos que coparon sus comienzos gracias a la experiencia adquirida en su herrialde.
Finalmente, este complejo terminó cerrando en 1896. Casi todas aquellas construcciones de actividad papelera han desaparecido, aunque, tanto de la fábrica de San Miguel como de Pastaola quedan algunos restos, como la emblemática chimenea y la recia casa antigua de los ferrones, pero sobre todo restos variados de infraestructuras hidráulicas.
Un sector con 3.000 empleos
Es la huella en piedra de unas fábricas que sembraron el germen de un sector que en estos momentos ocupa en el herrialde a unas 3.000 personas, con unos 2.100 empleos directos, según ha explicado Simón Roda, director general de Solidus, una fábrica que lleva «más de 75 años fabricando papel»
Roda ha destacado que es un sector que realiza un producto que «en un alto porcentaje se exporta, de tal manera que el papel navarro está presente en los cinco continentes». Y ha puesto el acento en que es «una industria que fabrica productos sostenibles, ya que se recicla el 85% del cartón que utilizamos», y que «es innovadora», ya que siempre está «buscando la eficiencia energética».
Estas cifras también han sido puestas en valor por el consejero de Industria del Gobierno de Nafarroa, Mikel Irujo, quien ha subrayado además que es un sector con «cohesión territorial», ya que las siete papeleras existentes en el herrialde «están distribuidas por todo el territorio foral».
Irujo ha destacado cómo en el libro se recogen «todas las vicisitudes por las que ha pasado el sector del papel en Navarra, con éxitos, quiebras, burbujas y, sobre todo, mucha resiliencia». En este sentido, ha puesto en valor y asegurado que «siglo a siglo, ha ido adaptándose a todos los retos y por eso nos seguirá acompañando también en el siglo XXII».
Al acto de presentación han acudido también los alcaldes de Altsasu, Atarrabia, Larraun e Imotz; consistorios que han colaborado, junto al Gobierno de Nafarroa, en la publicación de esta obra de 300 páginas distribuidas en 90 apartados y que, como ha destacado el secretario general de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, sirven para «reivindicar la identidad industrial de Nafarroa».

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