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‘Tiburón’, la película que transformó las playas en escenario de pesadilla

Un joven cineasta llamado Steven Spielberg provocó hace 45 años que las playas se transformaran en territorio vedado para los bañistas. ‘Tiburón’ no solo se convirtió en un título referencial dentro de la historia del cine; provocó que Hollywood descubriera que la temporada de verano era, contra lo que entonces se pensaba, un excelente momento para estrenar películas.

Tiburon

En su primera propuesta, ‘Duel: el diablo sobre ruedas’ (1971) –un telefilme cuya calidad propició que fuera estrenada en las salas comerciales–, Steven Spielberg expuso las bases que cimentarían su futuro e incontestable éxito.

Tres años después debutó en formato largo cinematográfico con ‘Sugarland Express’, pero sería con su siguiente proyecto cuando el futuro 'Rey Midas de Hollywood' sacó todo el rédito posible a la insinuación y, sobre todo, a una pericia técnica fresca y dinámica que adquirió una dimensión novedosa en ‘Tiburón’. Basada en una novela de Peter Blenchey, la película se convirtió en la más taquillera de todos los tiempos hasta la irrupción de George Lucas y su ‘Star Wars’.

Desde aquel 20 de junio de 1975 en que se estrenó el filme, las playas de todo el mundo se transformaron en un lugar inseguro para multitud de bañistas que, sacudidos por lo visto en la pantalla, no abandonaron la orilla de las playas amparados en la excusa del «por si acaso...» y oteaban el horizonte en busca de una aleta que nunca emergió de las profundidades marinas.

En un alarde de genialidad, aquel joven cineasta llamado Spielberg delegó en el espectador el terror insinuado que provocaba la mera presencia de una aleta acompañada por la magistral banda sonora de John Williams y desde aquel día, sentimos una leve inquietud cada vez que algo nos roza levemente en una pierna mientras nadamos plácidamente en un mar azul y luminoso que Spielberg transformó en escenario de pesadilla.

Un filme secundario para Universal

En realidad ‘Tiburón’ era un proyecto menor para Universal Studios, que aquel año tenía sus esperanzas puestas en ‘The Hindenburg’, un largometraje sobre el histórico desastre del homónimo zeppelín alemán cuyo presupuesto cuadruplicaba al de ‘Tiburón’, fijado en cerca de 4 millones de dólares.

Por entonces Spielberg, que tenía 27 años, había dirigido tan solo dos películas, la primera era un telefilme, era desconocido por la Industria y se había embarcado en el proyecto de rebote.

Los productores Richard Zanuck y David Brown tenían en mente a otro realizador pero Zanuck apostó por el talento del joven cineasta y se convirtió en su principal valedor ante el estudio cuando las cosas se empezaron a torcer.

En su declaración de intenciones, ‘Tiburón’ no era más que era un proyecto oportunista basado en el bestseller homónimo firmado por Peter Benchley y visto que el éxito literario podría ser un tanto fugaz, Universal optó por la prisa para aprovechar al máximo el tirón que todavía tenía el libro. De esta manera, la urgencia dictó la puesta en marcha de una película de consumo rápido.

No obstante y a los pocos días de haber dado luz verde, los responsables de Universal comenzarón a sufrir los primeros quebraderos de cabeza porque Spielberg, que se había tomado muy en serio el filme, tomó la decisión de rodar en el océano –en la costa atlántica frente al pueblo Martha's Vineyard, en Massachusetts– lo que supuso todo un desafío técnico inimaginable para él.

Por entonces, Hollywood siempre había evitado el mar abierto a toda costa por ser un entorno caprichoso, imprevisible y armado de muchos elementos incontrolables. En la cabeza del joven Spielberg tan solo había cobrado forma la romántica fidelidad al escenario natural en el que se desarrollaba la trama. Quería captar la textura de las olas, el realismo de la fuerza del mar que, por aquellas fechas, no se podía simular mediante ordenador.

Descartó la idea de utilizar grandes tanques de agua o rodar en un lago, pero en cuanto colocó sus cámaras sobre la arena, a escasos centímetros del mar, entendió los temores que anidaban entre los veteranos de la Industria.

El rodaje sufrió interrupciones constantes, unas veces por problemas meteorológicos y otras, la mayoría de las ocasiones, por fallos técnicos que obligaron al cineasta a replantearse la forma de hacer la película.

Los modelos de tiburones mecanizados fabricados exprésamente para el filme y que iban a dotar de sentido al verdadero protagonista, al gran tiburón blanco, se estropeaban casi siempre lo que motivó multitud de cortes en un rodaje que no se avanzaba, así que el realizador optó por prescindir de ellos en la mayoría de las escenas.

Sumido en el miedo que le producía verse embarcado en un desatre, Spielberg recurrío a una pregunta que se hizo así mismo: «¿Qué haría Hitchcock en una situación como esta?». La respuesta fue sustituir a Bruce –así llamó al tiburón mecánico– por la insinuación de los planos subjetivos y tomas en las que se percibe su presencia pero nunca se delata en su totalidad.

Resuelto el problema, Spielberg tuvo que afrontar otro desastre, durante la filmación se hundió un barco y se empaparon bobinas con materiales ya grabados. Para colmo de males, el guion se alteraba cada día.

Finalmente, lo que iban a ser 60 días de rodaje «fácil y sin complicaciones» derivó en 157 y un presupuesto que ascendió a 14 millones de dólares.

Del naufrágio al éxito

La singular travesía errante de ‘Tiburón’ también alcanzó a los tres protagonistas porque Roy Scheider, Robert Shaw y Richard Dreyfuss no figuraban como primeras opciones.

Para interpretar al capitán Quint se barajaron los nombres de Lee Marvin y Sterling Hayden, pero al final el personaje recayó en Robert Shaw. Por su parte, Robert Duvall y Charlton Heston fueron tentados para dar vida al jefe de policía rody, al que finalmente interpretó Roy Scheider. Otro de los aspirantes fue Jeff Bridges, que sonaba para interpretar a Matt Hooper.

Richard Dreyfuss, quien asumió finalmente el rol del oceanógrafo Hooper, acabó tan harto del rodaje que criticó la película tras concluir su trabajo y en una entrevista admitió que no le gustaba la laboir que había hecho. Palabras de las que se arrepintió al poco tiempo.

Por su parte, Robert Shaw acudía al rodaje espoleado por el alcohol. Durante la escena en la que el capitán Quint relata la tragedia del USS Indianapolis, su estado de embriaguez era tal que tuvo que ser repetida una y otra vez. Spielberg, desesperado, asumió que no valía ni una de ellas. Al día siguiente, el actor llamó a Spielberg para disculparse y pedirle si podía repetir la escena. De esta manera, Shaw se desubrió finalmente como el gran actor que era protagonizando una de las mejores y más recordadas escenas del filme.

‘Tiburón’ eludió el iceberg inmenso que amenazaba con hundirlo y llegó a puerto; hasta los despachos de los responsables de Universal que, tras visionarla, planearon entusiasmados un estreno masivo –450 cines– y una extensa campaña promocional en Estados Unidos.

En 1975, la audiencia se congregaba en largas filas para ver el filme que estuvo en cartelera durante meses y devoró la taquilla hasta recaudar más de 470 millones de dólares de la época –más de 2.000 millones actuales– en todo el mundo.

Su director pasó de ser cuestionado a, según sus palabras, ganarse la libertad para «hacer cualquier película». Por su parte, Hollywood descubrió que, en contra de lo que se pensaba entonces, el verano era un gran momento para estrenar sus películas.