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La odisea del Geo Barents: diez días y trece llamadas para desembarcar a 659 migrantes

La odisea del barco de salvamento Geo Barents para desembarcar a nada menos que 659 inmigrantes rescatados refleja la cruel situación en la frontera sur europea: ha necesitado diez días y trece llamadas para lograr puerto, este viernes. La campaña italiana ha dificultado aún más las cosas.

Migrantes en el Geo Barents a la espera de tomar tierra al fin. (MSF)

Los 659 inmigrantes salvados hace nueve días en el Mediterráneo central por el barco Geo Barents, de Médicos Sin Fronteras (MSF), ponen fin este viernes a su larga espera y desembarcan en Taranto (Italia), donde el debate migratorio centra una encendida campaña electoral.

«La asignación de un puerto fue recibida con gran alivio sobre todo por los supervivientes», ha declarado Efe el coordinador de las operaciones de rescate de MSF en el Mediterráneo, Juan Matías Gil.

El buque Geo Barents pudo poner el jueves al fin rumbo a la ciudad de Taranto, en el «tacón» de la «bota», para poner a salvo a estos 659 hombres, mujeres y niños salvados en el mar hace más de una semana.

«El procedimiento de desembarco ya ha comenzado y esperamos que los supervivientes reciban la asistencia y los cuidados médicos que necesitan», ha hecho saber la división de rescate marítimo de la ONG en un comunicado publicado en su cuenta de Twitter este viernes a la tarde.

MSF ha lamentado, en este caso en particular, que «este prolongado periodo de espera es uno de los más largos» que ha padecido su equipo de rescate. «Esperamos que esto no vuelva a suceder», ha pedido la organización.

Dos intentaron lanzarse al mar

Para ello, los voluntarios del barco tuvieron que solicitar hasta en trece ocasiones la asignación de un puerto seguro, explica Gil, y el permiso llegó de madrugada desde Italia, poniendo fin a una situación a bordo cada vez más peliaguda.

Los rescatados han pasado los últimos días hacinados en la cubierta, a merced de las altas temperaturas, en condiciones desesperantes que hicieron que dos de ellos intentaran lanzarse al mar.

El equipo de médicos y enfermeros del buque tuvo que escuchar las «ideas suicidas» de algún inmigrante y fue testigo de las marcas de las torturas que muchos de ellos vivieron en su periplo hacia Europa.

La última petición urgente de ayuda salió ayer de la nave porque muchos de los rescatados, entre estos 150 menores de edad, dos mujeres embarazadas y varios bebés, necesitaban urgentemente asistencia especializada que a bordo no se les podía brindar.

La tripulación respiró tranquila cuando llegó el permiso de atracar en Italia pero desde MSF lamentan que se haya sometido a los inmigrantes a una espera de nueve días, algo que no ocurría desde 2018, cuando en Italia mandaba el ultraderechista Matteo Salvini.

«De acuerdo a la ley marítima internacional, el desembarco de supervivientes de operaciones de emergencia en el mar debería ser automático. Seguiremos luchando para que esto suceda de inmediato para los próximos rescates y siempre», prometió Gil.

Los datos

Este desembarco se produce en un momento en el que el flujo migratorio a través del Mediterráneo central, una de las rutas más letales del planeta, no solo no cesa, sino que ha incrementado.

En lo que va de año han desembarcado en Italia 42.324 inmigrantes, mientras que en el mismo periodo del 2021 lo hicieron 30.180 y en 2020, en plena pandemia, fueron 14.658, según datos del Ministerio del Interior actualizados este 3 de agosto.

De los inmigrantes llegados al país europeo, un total de 4.345 se declararon menores de edad no acompañados.

El país de llegada mayoritario es Túnez (6.626), seguido por Egipto (7.404), Bangladés (6.389), Afganistán (3.308), Siria (2.434), Costa de Marfil (1.495), Guinea (1.038), Eritrea (990), Irán (766) y Pakistán (758).

Italia trata de contener el aumento de las llegadas de inmigrantes y para ello ha anunciado un paquete de medidas por valor de 37,2 millones de euros en el norte de África y el área occidental del continente.

El objetivo es apoyar a los países «más expuestos» a las consecuencias de la crisis alimentaria, agudizada por la falta de cereal ucraniano y que Roma cree que animará a los africanos a dejar su tierra para migrar hacia el norte, a Europa.

En concreto, se financiarán tres proyectos en Libia, dos en Níger y uno en el Sahel dirigidos a «mejorar la gestión de las fronteras y combatir el tráfico de seres humanos», y otros dos se impulsarán en Nigeria y Costa de Marfil, mejorando la capacidad de sus autoridades para controlar estas rutas, además de campañas de sensibilización.

En campaña electoral

La presión migratoria es especialmente notable en la isla de Lampedusa, el enclave italiano más meridional, a apenas doscientos kilómetros de las costas tunecinas y que en los últimos días ha asistido al colapso de su único centro de acogida.

Como cabía esperar, la situación ha centrado el debate político ante las elecciones generales del 25 de septiembre y el líder de la ultraderechista Liga, Salvini, acudió este jueves a Lampedusa para volver a apostar por un control férreo de las fronteras, como el que ejerció en su época como ministro del Interior, entre 2018 y 2019.

«Italia ya no será el campamento de prófugos de Europa. El 25 de septiembre los italianos podrán pasar página», avanzo en un comunicado Salvini, miembro de una coalición con Giorgia Meloni y Silvio Berlusconi que todos los sondeos dan como triunfadora.