Fútbol en un Estado independiente no reconocido por la comunidad internacional
La Real juega este jueves a las 18.45 ante el Sheriff Tiraspol de Transnistria, Estado independiente no reconocido de Moldavia. Fundado hace 25 años, no ha parado de crecer. El año pasado disputó la fase de grupos de la Champions en la que derrotó al Real Madrid en el Bernabéu. Su mayor hito.
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El 2 de septiembre de 1990, en pleno proceso de descomposición de la Unión Soviética y todo el bloque de su órbita en Europa del Este, la República Moldava del Dniéster -también conocida como Transnistria- declaraba su independencia. Un anuncio que, más de tres décadas después, únicamente ha sido aceptado por Abjasia, Nagorno-Karabaj y Osetia del Sur, tres territorios que también formaron parte de la URSS.
Meses antes de dicha proclamación, el Soviet Supremo de la República Socialista Soviética de Moldavia, que pronto pasaría a dejar de ser soviética y socialista, adoptó la bandera con los colores azul, amarillo y rojo, declaró el moldavo como idioma oficial, estableció el alfabeto rumano de tipo latino y designó el “Deşteaptă-te, române” como himno oficial del país. Una canción que también pasó a ser el epinicio de Rumanía tras las revueltas que acabaron con la caída de Ceaucescu a finales de 1989. Ante dichas medidas, buena parte de la población de Transnistria –que originariamente perteneció a la República Socialista Soviética de Ucrania antes de la II. Guerra Mundial–, de mayoría eslava, mostró su rechazo y manifestó su temor a una posible anexión a Rumanía. El 12 de junio de 1990, en las calles de Dubasari, la policía moldava cargó contra las manifestaciones. Tras la declaración de independencia, en diciembre de 1991 llegó el referéndum que la refrendó con el 97,7% de los votos favorables y una participación en torno a las 360.000 personas. La idea era crear una nueva república socialista soviética.
La tensión con Moldavia, convertida ya en un Estado independiente y reconocido por la comunidad internacional, siguió en aumento. Los primeros enfrentamientos armados se produjeron en la orilla izquierda del río Dniéster. La violencia fue en aumento, incluyendo la muerte del jefe de la policía de la Transnistria, provocando una guerra que duró 142 días hasta la declaración de un alto el fuego definitivo el 21 de julio de 1992 y que se mantiene en vigor.
La contienda armada concluyó con la República Moldava del Dniéster, convertida en un Estado independiente no reconocido internacionalmente, fuera del control de Moldavia a pesar de que oficialmente forma parte de su territorio. Puntos de control militar, hoces y martillos, soldados y banderas rusas, carteles en cirílico, monumentos a los líderes soviéticos, murales en honor Yuri Garagin o la memoria de otro mundo son parte del paisaje de un país que cuenta con más de medio millón de habitantes, gobierno, parlamento, moneda -el rublo transnistrio-, policía y ejercito propios.
El conglomerado de Sheriff lo abarca todo
Al igual que ocurrió en la mayoría de rincones de la antigua Unión Soviética, también en Transnistria comenzaron a aparecer nuevos ricos en un contexto de privatizaciones. Uno de ellos fue Viktor Gushan, antiguo policía y exmiembro de la KGB, que contó con el beneplácito gubernamental para impulsar un holding empresarial llamado Sheriff que llega a prácticamente todos los sectores económicos del país: refinerías, gasolineras, centros comerciales, distribución de alimentos y bebidas alcohólicas, tabaco, constructoras, una empresa de telecomunicaciones, una editorial, una agencia de publicidad, una televisión forman parte de su imperio. Asimismo, es el distribuidor exclusivo de los vehículos de Mercedes-Benz y Mitsubishi en Transnistria. Un desempeño eminentemente capitalista en un territorio que cuenta con una gran estatua de Lenin como uno de sus iconos más representativos.

No obstante, el buque insignia de su conglomerado es el equipo de fútbol Sheriff Tiraspol. Ubicado en la capital, disputa la liga moldava y paga sus impuestos en Chisinau, lo que le permite tener un flujo económico superior a si lo hiciese en un territorio no reconocido internacionalmente. Fundado en 1997, desde entonces no ha parado de crecer, ganando 20 ligas, 11 Copas –incluyendo 8 dobletes–, 7 Supercopas y 2 copas de la Confederación de Estados Independientes (CEI). Durante los últimos años ha sido un habitual de las competiciones, llegando a clasificarse para la Champions League en agosto de 2021. Semanas después, conseguiría el mayor triunfo de su historia al vencer por uno a dos al Real Madrid en el Santiago Bernabéu. Durante sus aventuras europeas se ha enfrentado a otros clubes de prestigio como el Basilea, Besiktas, Dinamo de Kiev, Dinamo de Zagreb, Estrella Roja de Belgrado, Fenerbahçe, Inter de Milán, Olympiacos, Olympique de Marsella, Shakhtar Donetsk, Spartak de Moscú o Tottenham Hotspurs.
Dirigidos por el croata Stjepan Tomas, durante el pasado verano tuvieron que recomponer su plantilla, dando paso a la llegada de cerca de veinte futbolistas. Un conjunto que dispone quince africanos y cuatro brasileños dentro de su ingente legión extranjera. El único jugador del elenco nacido en Transnistria es el portero Serghei Pascenco que con casi 40 años cumple su cuarta etapa en el club. Durante su prolongada carrera ha jugado también en la selección moldava, el Oremburg ruso o el Malaván iraní. Un jugador que comparte puesto con el moldavo Dumitru Celeandic, en una paradoja que demuestra la complejidad del contexto en el que se mueve el Sheriff. Otro de los guardametas, el ucraniano Maksym Koval, llegó a disputar dos partidos con el Deportivo de A Coruña en La Liga, e hizo su debut contra el Eibar.
En 2002, el Sheriff inauguró un nuevo estadio con 14.000 asientos y homologado por los organismos internacionales. Para el club, a pesar de todo, la joya de la corona es su espectacular complejo deportivo. Unas modernas instalaciones, a la altura de muchos de los mejores clubes de Europa, que cuentan con dos campos de hierba natural certificados por la UEFA, ocho terrenos de juego destinados al entrenamiento y los equipos de la academia, uno cubierto con las mismas dimensiones que el estadio Sheriff, piscina olímpica, gimnasios, vestuarios con doce duchas, sala de masajes, espacio de audiovisuales, aulas para reuniones, restaurante, residencia con capacidad para 600 personas y hasta un hotel.
Pese a ello, la invasión rusa y el inicio de la guerra en Ucrania han tenido un gran impacto en el Sheriff Tiraspol. El aumento de la inestabilidad en la zona llevó a una gran desbandada de futbolistas, el entrenador ucraniano Yuriy Vernydub dejó el cargo en febrero para enrolarse en el ejército de su país y la UEFA dictaminó que el equipo debe de jugar sus partidos como local en Chisinau, la capital de Moldavia. Una ciudad ubicada a unos 80 kilómetros de Tiraspol y en la que disputará su encuentro ante la Real.

Sin selección propia
Otra de las particularidades de Transnistria es que no cuenta con una selección propia. De hecho, lo más cerca que ha estado de tenerla ha sido gracias a la creación de un equipo representativo del país para disputar la Dniester Cup ante dos equipos de veteranos procedentes de Rusia y el Hapoel Bat Yam de Israel.
La reciente creación de la federación de fútbol evidencia sus intenciones de crear un combinado nacional. Prueba de ello es que el pasado mes de junio se reunieron en Tiraspol con representantes de la Confederación de Asociaciones Independientes de Fútbol (ConIFA). Un ente que engloba a federaciones de territorios no reconocidos, minorías o regiones. En sus competiciones participan, por ejemplo, las selecciones de Abjasia, Armendia del Este, Biafra, Cascadia, Cerdeña, Chipre del Norte, Coreanos Unidos en Japón, la Isla de Elba, Kurdistán, Kurdistán del Este, Occitania, Osetia del Sur, la Padania, el pueblo mapuche, el pueblo romaní, Sao Paulo, Sicilia, Somaliland, Tibet, Yorkshire o Zanzibar. Una larga relación a la que también aspira a unirse Transnistria, que también mostró su disposición a organizar torneos de la ConIFA gracias a la calidad del estadio, instalaciones de entrenamiento y hotel del que dispone el Sheriff. El próximo gran torneo del ente se celebrará en 2024, después de que la pandemia obligase a cancelar su copa del mundo alternativa hace dos años.
Se da la circunstancia de que el 2 de abril de 2003, la selección moldava disputó como local un encuentro de clasificación para la Eurocopa de Portugal en el estadio Sheriff ante Países Bajos. El combinado neerlandés ganó por uno a dos gracias a los tantos anotados por Kluivert y Van Bommel. Pese a los temores iniciales, el encuentro transcurrió con total normalidad y la interpretación del himno moldavo no supuso ningún problema.
Ligas comunes con los equipos moldavos
La mayoría de equipos de Transnistria cuentan con menos de 30 años de existencia y juegan en las diferentes categorías del fútbol moldavo. El artífice de esta peculiar situación es el empresario textil Grigory Korzun que convenció a las autoridades para que los clubes siguiesen compitiendo con sus vecinos. Así, en la primera categoría masculina, además del Sheriff, también se encuentra el Dinamo-Auto Tiraspol. Otro de los casos más exitosos es el del PGU FC Alga de Tiraspol, escuadra femenina que conquistó la copa de Moldavia en 2010, 2013 y 2015. Un escalón por debajo, en segunda división, se encuentran el FC Iskra Stal, el Iskra Rubinita, el FC Tighinia o el filial del propio Sheriff.
Con el paso del tiempo, son varias las escuadras que han ido desapareciendo. El caso más significativo es el del SC Tiligul-Tiras Tiraspol. Un conjunto capitalino fundado en 1938 y que dispuso de diferentes denominaciones a lo largo de sus 71 años de historia. Entre ellas, las de Spartak de Tiraspol, Energiya, Avtomobilist o Tekstilschik. Unos nombres que vienen a representar que durante distintas épocas de la etapa soviética fue el equipo del ejército o de los sectores energético, automovilístico y textil. Un club que durante toda su trayectoria mantuvo una fuerte rivalidad con el Zimbru Chisinau, el equipo más representativo de la capital moldava y que llegó a jugar once temporadas en la máxima categoría del fútbol soviético.
Tras la declaración de independencia y la guerra, el Tiligul Tiraspol ganó la liga moldava de 2003 y, además, sumó tres títulos de copa. Un tiempo en el que su gran referencia fue Serghei Covalciuc, un futbolista que llegó a ser fichado por el Spartak de Moscú. Pese a los éxitos, el club se disolvió en 2009 y su academia se integró en la estructura del CSF Balti, un conjunto radicado en la segunda ciudad más grande de Moldavia. No es el único conjunto de la capital de Transnistria que ha dejado de existir, ya que el FC Tiraspol también extinguió su actividad en 2015. En su caso, con la peculiar circunstancia, tras ser el sucesor del Constructorul de Chisinau, que en 2001 se trasladó a Cioburciu, una pequeña localidad de las afueras de Tiraspol.