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El número de presos en el Estado francés bate otro récord: 6.442 más en un año

El número de reclusos en las cárceles francesas era de 84.951 a 1 de julio de 2025, una cifra superior a la registrada a 1 de junio, que ya constituía un nivel sin precedentes, según datos publicados por el Ministerio de Justicia.

Entrada a la prisión de Fresnes, en París. (Thomas Samsom | AFP)

El número de presos en el Estado francés ha batido un nuevo récord, después de haberse incrementado en 6.442 personas durante el último año.

Las prisiones del Hexágono solo contaban con 62.509 plazas operativas a 1 de julio, lo que supone una densidad carcelaria global del 135,9 %, que incluso superaba el 200 % en 29 centros o barrios penitenciarios y el 150 % en otros 68.

Esa densidad carcelaria alcanza el 167 % en los centros de detención preventiva, donde se encuentran recluidos los reclusos en espera de juicio.

El umbral de los 80.000 reclusos se superó por primera vez el 1 de noviembre de 2024 (cuando se situó en 80.130). Desde entonces no ha dejado de aumentar, salvo en épocas muy puntuales como los principios de año, cuando esta cifra habitualmente remite por las salidas navideñas.

Entre las personas encarceladas a 1 de julio de este 2025, 22.822 son simplemente acusados en prisión preventiva a la espera de su sentencia definitiva.

En total, 103.499 personas estaban en situación definida como «bajo custodia» a principios de mes, ya sea en prisión o fuera de ella, una cifra que también no deja de aumentar.

Entre ellas hay 18.548 personas que están sometidas a libertad vigilada con brazalete electrónico o bien en libertad condicional.

Condena europea en 2020

En 2020 el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ya condenó al Estado francés por la sobrepoblación carcelaria. Dio la razón con ello a da la razón a 32 presos que denunciaron su situación en las cárceles de Niza, Fresnes, Martinica, Polinesia y Guadalupe, así como su desamparo ante los tribunales galos.

El TEDH recomienda a las autoridades francesas que adopten medidas para poner fin a la masificación y mejorar las condiciones materiales de los presos, y que pongan en marcha un mecanismo de recurso preventivo efectivo.

El problema de masificación queda ilustrado, por ejemplo, por una tasa de ocupación del 215% en 2015 en la cárcel de Nimes. En la de Niza, construida en el siglo XIX, la situación de su pabellón de mujeres fue calificada de «intolerable».