Nagore BELASTEGI
CURSOS DE VERANO DE LA UPV-EHU

«TODO NECIO CONFUNDE VALOR Y PRECIO», DIJO MACHADO

SI HABLAMOS DEL VALOR SENTIMENTAL QUE TIENEN LAS COSAS TODO EL MUNDO ENTIENDE A QUÉ NOS REFERIMOS CON QUE ALGO PUEDE TENER UN BAJO PRECIO PERO UN ALTO VALOR. EN ESE SENTIDO, TAMBIÉN HAY COSAS BARATAS DE ALTO COSTE ECOLÓGICO Y SOCIAL, VALORES QUE TODAVÍA NO SE CONTEMPLAN DEMASIADO Y QUEDAN DETRÁS DEL SÍMBOLO DEL EURO.

«Damos prioridad a las cifras y dejamos de lado a las personas», comenzó su ponencia el doctor en filosofía Jordi Pigem, encargado de abrir el curso de verano de la UPV-EHU “Territorios inteligentes”. Curso de verano, sí, a pesar de que tuviera lugar entre el jueves y ayer. Y es que este es uno de los que no pudieron celebrar en verano.

Pigem centró sus palabras en lo que se considera riqueza y lo que realmente nos enriquece a las personas. «Si algo funciona económicamente ya funciona. Pero puede que ecológicamente esté destruyendo recursos y socialmente esté construyendo desigualdades, por lo que eso no funciona», aseguró. En su opinión, la economía debería ser local porque así se garantizarían la soberanía alimenticia y la soberanía energética. «Todo lo que se puede hacer aquí hay que hacerlo aquí porque el coste sería menor», opinó y puso como ejemplo algunos productos a la venta en los supermercados: «algo que viene de lejos puede ser más barato pero afecta a la ecología y, en definitiva, a la salud. Y algo que no afecta a la ecología porque está hecho aquí es más caro».

Y es que los humanos tendemos a fijarnos en el precio del producto pero no en el precio ecológico y social. Hizo referencia a Antonio Machado que una vez escribió «todo necio confunde valor y precio», y también a Oscar Wilde que dijo mucho antes «la gente sabe el precio de todo y el valor de nada», y aun sigue siendo así.

«Esto nos ha llevado a una crisis ecológica global. Unos científicos han hecho un análisis a la Tierra como se les hace a las personas, con nueve indicadores. Dicen que con que solo uno esté fuera de los límites ya es suficiente para que el planeta cambie abruptamente. Bueno, pues hay tres indicadores que se salen de los límites», aseguró el experto. Uno de esos indicadores es el cambio climático, otro el nitrógeno en la atmósfera, y el tercero, el que más sobrepasa los límites, es la perdida de biodiversidad. «Cada día desaparecen entre 20.000 y 100.000 especies. Eso es peligroso si no hay biodiversidad porque ante un cambio puede que algunas especies desaparezcan pero otras no. Si tenemos un monocultivo desaparece todo. En las ciudades y las empresas pasa igual: lo que unos no saben hacer lo sabrán hacer otros», comentó para hacer un símil entre las personas y las plantas.

Hasta ahora el PIB es el indicador que mide el desarrollo. Si hay un accidente o un divorcio conflictivo es muy triste pero se mueven recursos económicos por lo que contribuyen al PIB. Robert Kennedy dijo que se mide todo menos lo que hace que la vida merezca la pena.

Pigem contó que un economista pronosticó que siguiendo el aumento de la productividad, para el año 2000 solo tendríamos que trabajar dos horas. Pero se equivocó porque no tuvo en cuenta que las necesidades aumentan. Lo explicó de una forma muy sencilla: «en una tribu, si un día cazan y tienen suficiente comida para tres semanas, en esas tres semanas no trabajan y disfrutan. Nosotros venderíamos la carne y compraríamos mejores armas. Luego invertiríamos las ganancias para, algún día, poder disfrutar».

Ahora sabemos que el PIB no guarda relación con la satisfacción, siempre y cuando se tengan cubiertas las necesidades básicas. «En China han aumentado su PIB por cuatro, pero la gente se declara menos feliz que antes», explicó. Si el propósito es ser feliz y eso puede estar relacionado o no con la riqueza, habría que medir la felicidad con otros indicadores.

Es por eso que Pigem cree que «es necesario cambiar nuestra visión del mundo. Si hacemos algo y nos ponen una multa, en cuanto podamos lo volveremos a hacer. Por eso hay que cambiar los valores».

Para terminar su ponencia en los cursos dde verano de la UPV-EHU, Pigem volvió a las comparaciones mientras los asistentes asentían: «Si hay algo que he aprendido de la física cuántica es que el mundo no está hecho de cosas sino de relaciones».