Ingo NIEBEL
Colonia

DIE LINKE ANALIZA LAS CAUSAS Y SACA CONCLUSIONES DE SU TRIPLE DERROTA

El partido socialista Die Linke (La Izquierda) estudia las conclusiones a sacar de su debacle electoral en tres estados federales. No solo ha perdido votos, sino también un objetivo estratégico. El debate reabre de nuevo la grieta entre las dos corrientes opuestas y sus respectivos líderes.

Hasta ahora la formación de un Gobierno en Alemania se orientaba hacia dos opciones. Una, dominada por el bando burgués, es decir, un Ejecutivo liderado por la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Angela Merkel en coalición con un socio minoritario. La otra, la reedición de la coalición rojiverde entre el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) y los Verdes. Como tercera opción existía la opción de un tripartito «rojirojiverde» formado por el SPD, Linke y los Verdes. Desde las tres elecciones regionales del 13 de marzo estas dos últimas posibilidades ya no parecen factibles porque los tres partidos ya no suman la fuerza necesaria.

El Linke «no ha alcanzado ninguno de sus objetivos electorales», sentenció el día después de las elecciones Tom Strohschneider, director del diario “Neues Deutschland” y plataforma del partido, en su comentario “La debilidad del tercer polo”. En el oeste, en Baden Württemberg y Renania del Palatinado, no superó el límite del 5% para entrar en los hemiciclos; en su feudo, Sajonia Anhalt, bajó 7 puntos quedándose en los 16 y como tercera fuerza política, por detrás de la CDU y la derechista Alternativa para Alemania (AfD). El SPD perdió la mitad de sus votos y los Verdes entraron por poco en el Parlamento de Magdeburgo, por lo que no suman suficientes escaños para desbancar a la CDU.

Por eso, y mirando a las elecciones regionales de Mecklenburgo Antepomerania y de Berlín en septiembre, y sin olvidar las generales de 2017, una alternativa «rojirojiverde» se ha convertido en una gran ilusión. Ya lo era antes, porque ni el SPD ni los Verdes han mostrado mucho interés en facilitar el correspondiente clima político para ello. Ahora hablan los números. Y el Linke «es tan débil como hace 20 años», añade Strohschneider, que subraya también otro problema que viene de antes: la decreciente capacidad movilizadora cada vez más notable.

La cuestión de los refugiados

El denominador común entre todos los partidos con representación en el Bundestag ha sido responsabilizar a la denominada «cuestión de los refugiados» por las perdidas sufridas y el auge de la AfD.

Este tema ha provocado otro rifirrafe entre el sector favorable a una cooperación con el SPD y el izquierdista, contrario a ello. El representante de esta última corriente y cofundador del Linke, Oskar Lafontaine, ha instado a no considerar automáticamente «ultraderechistas» a los votantes de la AfD, sino a tener en consideración su difícil situación social, producto de los recortes aplicados por los distintos gobiernos del SPD, Verdes, CDU y liberales (FDP). Levantó ampollas cuando dijo que si Alemania fuera soberana mandaría un barco lleno de refugiados a EEUU, otro de los responsables de la guerra en Siria. Su esposa, Sahra Wagenknecht, azuzó el debate al señalar que «Alemania no puede acoger a todos los refugiados». No obstante, su partido no quiere limitar el número de solicitantes de asilo que llegan al país, dice la copresidenta Katja Kipping. «Lo otro, hay que decirlo, no es la posición del partido», subraya.

Desde 2011, el Linke ha ido cediendo en el este alemán casi tantos votantes al AfD como la CDU. Su expresidente del grupo parlamentario Gregor Gysi ha sugerido que el Linke y la CDU deberían reflexionar sobre la posibilidad de formar Gobierno. Con ello, retoma una idea lanzada ya hace una década y que debido a las circunstancias no avanzó.

La propuesta de Gysi marca la encrucijada en la que se encuentra el Linke: adaptarse a lo oportuno y matemáticamente posible para gobernar en coalición o buscar formar una sólida alternativa desde la izquierda para cambiar el país desde la oposición.