Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Victor Frankenstein»

Igor como la voz de la conciencia del mito prometeico

Amedida que el mito terrorífico de Frankenstein ha ido creciendo en el cine, cada vez ha quedado menos del original literario de Mary Shelley. En “Victor Frankenstein” (2015) lo único que se conserva es la atmósfera gótica de la ambientación, porque hay que recordar que el personaje de Igor ni siquiera estaba en la novela, siendo una invención del estudio Universal para sus películas de monstruos clásicas. Y los cambios que introduce esta enésima versión escrita por el guionista Max Landis son todos ellos relativos al ayudante jorobado del doctor loco, tomándoselo en serio y desmarcándose de la parodia que Marty Feldman protagonizó en “El jovencito Frankenstein” (1974).

No podía ser de otra forma, porque el papel ha sido diseñado para Daniel Radcliffe, dentro de los esfuerzos que el actor está llevando acabo por desencasillarse como máximo protagonista e imagen de la franquicia “Harry Potter”. De ahí que el guion presente diferencias argumentales en el arranque, con tal de que la personalidad de Igor se adecúe a la de Radcliffe. Por ello sucede que al principio Igor es una atracción de feria, hasta que el doctor Frankenstein le libera de su joroba, drenando el liquido en ella acumulado, y sin necesidad de operación quirúrgica alguna. En realidad lo que pretende es asegurarse su fidelidad en forma de agradecimiento, pues le necesita para sus experimentos como aficionado a la medicina que resulta ser.

El insólito punto de partida no va mas allá por culpa del sinsentido de una producción de Hollywood que quiere hacerse pasar por británica, y que utiliza un título que ni siquiera le corresponde, puesto que el protagonista de la película es otro. El desarrollo narrativo se vuelve harto predecible, para acabar contando lo mismo de siempre, al poner el acento una vez más en el consabido debate entre la ciencia y los límites éticos.