El más internacional de los cineastas palestinos es Hany Abu-Assad, tanto por haber sido seleccionado por Palestina para los Óscar con “Paradise Now” (2005) y “Omar” (2013), como por intentar dar el salto a Hollywood inicialmente con “The Courier” (2012) y próximamente con “The Mountain Between Us”. Por eso era el indicado para dirigir “Idol”, el biopic sobre el cantante palestino Mohammad Assaf, dada la trascendencia que alcanzó en todo el mundo su triunfo en el concurso televisivo Arab Idol, concretamente en su segunda edición celebrada en 2013 en Egipto. “Idol” es una película única y excepcional en su género, debido a que el caso de Mohammad Assaf posee unas connotaciones políticas que lo hacen diferente al de otros jóvenes que participan en programas televisivos de talentos, y no digamos ya con respecto a las versiones occidentales de este tipo de competiciones para descubrir y lanzar nuevos cantantes.

El verdadero protagonista de esta historia real, además de enfrentarse a las dificultades propias de las pruebas eliminatorias con un jurado, dentro del aislamiento que aleja a los y las participantes de familias y amistades, tuvo que superar toda la problemática asociada al conflicto árabe-israelí. Su participación se convirtió en una lucha por escapar de Gaza, superando los controles y dos largos días de viaje. Una vez en Egipto, y a pesar de llegar tarde al casting, pudo colarse y ser admitido. En El Cairo no tardaron en compararle con el cantante local Abdel Halim Hafez, deslumbrando con cada una de sus interpretaciones, hasta llegar a la gran final en la que puso a toda Palestina en pie cantando el himno “Ali Al-kufiyya”, como símbolo de unidad nacional. Atrás había dejado una infancia marcada por los bombardeos sobre el campo de refugiados de Khan Yunis, y la terrible pérdida de su hermana y compañera musical Nour.