Mikel ZUBIMENDI
DONOSTIA
Entrevue
DILAR DIRIK
ACTIVISTA KURDA Y ESCRITORA

«La revolución de Rojava muestra que otro Oriente Medio es posible»

A sus 24 años, esta refugiada kurda que creció en Alemania y ahora es estudiante de doctorado de Sociología en la Universidad de Cambridge, es una de las voces de más impacto, más punzante y globalizada de la causa por la liberación del pueblo kurdo.

Dilar Dirik ha visitado Euskal Herria invitada por la Coordinadora de apoyo a Kurdistán, una iniciativa solidaria y libertaria, comprometida con «la lucha kurda» que, en medio del «estado de guerra permanente» de Oriente Medio, convoca a reflexionar sobre el internacionalismo y el comunalismo «como base para pensarnos fuera de toda frontera estatal».

Con un pensamiento fresco, una escritura clara y punzante, las conferencias, ponencias, libros o columnas de Dirik tienen una gran difusión. Llegan desde Al Jazeera hasta Telesur, desde los periódicos más prestigiosos de EEUU a los fanzines de círculos anarquistas. Políglota, libertaria, feminista militante, gran conocedora y divulgadora de la obra de Abdullah Oçalan, conversa con GARA y reflexiona de manera franca y directa.

Conoce en profundidad la llamada revolución de Rojava (término que en kurdo significa «oeste» y se refiere al Kurdistán del Oeste, en el norte de Siria). Una experiencia que porta el mensaje de que solo la gente se puede liberar a sí misma, con dinámicas de base inspiradoras, en áreas como la autodefensa, el autogobierno, la liberación de la mujer o la educación.

Invitamos a Dirik a reflexionar sobre su significado y su sentido. «La revolución de Rojava –arranca– emerge en un contexto de autoritarismo, sectarismo, guerras étnicas y religiosas, violencia desparramada, patriarcado extremo, pobreza, trauma, neoliberalismo... casi todos los problemas globales están concentrados en Oriente Medio. Al mismo tiempo, Siria es básicamente el microcosmos del orden mundial. En este contexto, Rojava desarrolló otra vía, si se quiere una tercera vía, otra perspectiva política, no luchaba solo contra algo, sino que lo hacía a favor de algo».

«Lo ocurrido en Rojava no es algo que cae del cielo, Oçalan y el PKK se establecieron allí desde los 80, educaron a la gente, la organizaron, trabajaron una perspectiva política con tesón. Eso hizo que el pueblo kurdo tuviera un trabajo adelantado, estaba preparado para este fase tormentosa. Otros, no; luchaban contra el dictador de turno, sin otra perspectiva, sin otra alternativa como horizonte».

Rearticular el concepto nación

Para esta pensadora «Rojava intenta devolver el poder a la gente, construir una democracia radical, en comunas, en consejos y asambleas, en el marco del concepto de nación democrática popularizado por Oçalan. Se rearticula el significado de nación, pasa de ser un concepto étnico para constituirse en uno ético. Todos pueden ser miembros de esta nación, árabes, kurdos, asirios, cristianos, yazidíes, chechenos… todos los grupos étnicos y religiosos, todas las identidades lingüísticas, todas las tendencias intelectuales pueden expresarse en esa nación democrática basada en tres principios: ecología, democracia de base y liberación de la mujer».

Dirik defiende «que en Rojava, en mitad de todo el infierno de Oriente Medio, se hable de democracia de base, de ecología o de liberación de la mujer es algo increíble, único. Rompe esquemas, moldes y recetarios».

La revolución de Rojava, en ese contexto, «es una democracia sin Estado, es la verdadera y genuina independencia nacional. En Oriente Medio, ningún estado nuevo puede ser independiente, seguirá dependiendo de las potencias hegemónicas. La independencia real es la de una sociedad cultural, ideológica y políticamente concienciada, organizada de abajo a arriba. Este tipo de sociedades es más invencible, más independiente. Los kurdos en Irak, por ejemplo, huyeron cuando el ISIS atacó Sinjar, tuvieron que venir los guerrilleros de Rojava y del PKK para romper el cerco de Sinjar y liberar a 10.000 yazidíes. El Kurdistán iraquí se supone que es casi independiente, que casi tienen un Estado propio, pero a la hora de tomar decisiones económicas o militares depende por completo de Turquía, EEUU o Israel. No son independientes. En Sinjar decidieron intervenir sin el visto bueno de nadie, no formaban parte de ningún sistema hegemónico internacional».

Confederalismo democrático

Preguntamos a Dirik sobre la propuesta de confederalismo democrático de Oçalan frente a la del estado independiente. Para ella «el confederalismo democrático no es un medio para un fin, no es algo que hacemos para luego declarar un Estado. Es un nuevo paradigma, un nuevo enfoque que los kurdos nos tomamos muy en serio».

Reconoce que al principio «muchos kurdos se quedaron fríos, removió el ambiente. Miles y miles se echaron al monte y practicaron la guerrilla desde las montañas en favor de un Estado independiente, ¡tantos dieron su vida por ello! Fue muy problemático al principio. Fue duro para la gente cambiar la mentalidad e interiorizar que la libertad no necesariamente viene con el Estado». Pero insiste en su argumento: «es una alternativa sin una focalización total y centralizada del poder. El pueblo kurdo tiene sus propias estructuras sociales, sus clanes tribales, sus consejos locales, mirarse a los ojos, trabajar la cercanía es algo necesario para que las cosas funcionen y tener un Estado no te garantiza eso».

Además, señala que «el estado es algo importado a Oriente Medio con el acuerdo de Sykes-Picot. Nunca ha estado en nuestra historia e identidad, los kurdos nunca tuvimos ni formamos parte de un estado centralizado. En realidad, durante estos 100 años nos hemos rebelado y hemos luchado contra ellos. En Oriente Medio no tiene sentido apostar por crear nuevos Estado-Nación, nuevas fronteras artificiales, dividir comunidades y pueblos. El confederalismo democrático busca que esas fronteras pierdan todo su sentido».

«Resistencia es vida»

Preguntamos a Dirik su opinión sobre el peligro de que la revolución de Rojava sea cooptada por potencias hegemónicas y utilizada al servicio de agendas ajenas. «Es cierto –asiente–. EEUU y Rusia están muy interesadas, pero tienen agendas propias. Es bueno que se interesen, que estén los dos que uno solo, puedes explotar mejor las oportunidades. Pero hemos aprendido a sacarnos las castañas del fuego por nuestros medios. Las potencias pueden aceptar un mini-estado kurdo como en Irak, pero no una revolución como la de Rojava, un proceso de abajo a arriba, autogestionario, anticapitalista y feminista. Son estos ideales los que han hecho que Rojava sea hoy lo que es, de ahí viene su fuerza para resistir ante el ISIS o Turquía».

«Uno de los principales lemas en la resistencia –concluye– es Berxwedan Jiyan e (la resistencia es vida). Significa que tenemos esperanza, una visión positiva del futuro. No quiero parecer romántica, pero una de las mayores pérdidas de la guerra en Siria es la muerte de la esperanza. La gente tiene que estar preparada para resistir, para luchar a vida o a muerte, no hay otra en Oriente Medio. Todo cambia drásticamente, para casi todos es un todo o nada. Es un momento decisivo, de caos, todo puede pasar. También que, si organizamos y educamos a nuestra gente, otro Oriente Medio pueda alumbrarse».

 

«La fascinación mediática por las guerrilleras es muy sexista»

Las agencias internacionales de noticias y los fotoperiodistas parecen haber descubierto ahora que las mujeres kurdas siempre han estado en primera línea de la resistencia armada. Las presentan como algo fascinante, incluso sexy, mientras repiten el mantra: si una te mata, irás al infierno, no al cielo. Algo que, dicen, da mucho miedo al ISIS.

Preguntada por esta cuestión, Dirik recuerda que «el colonialismo depende de ciertas imágenes. Retratan a las mujeres de Oriente Medio como objetos pasivos, como gente ordinaria, con una vida miserable, que necesitan ser gobernadas por fuerzas extranjeras. Con esa imagen de mujeres débiles e indefensas que deben ser salvadas de los hombres que tienen el poder en la región justificaron guerras».

«La resistencia armada de las mujeres en la revolución de Rojava –asiente– no es algo nuevo. La han practicado durante décadas, mi generación ha crecido con ello con toda naturalidad. Pero hay mucha hipocresía: si luchan contra el segundo ejército más grande de la OTAN, son terroristas. En la prensa oficial de Turquía las presentan como algo peor: prostitutas; si luchan contra el ISIS es justo, legítimo, son buenas chicas».

Se muestra más preocupada por lo que se silencia a propósito, pero no elude el tema: «decir que si una mujer kurda mata a un yihadista este no irá al cielo, no respeta a las mujeres. En el patio de recreo si una niña pega a un niño todos se ríen de él. Aplican el mismo mecanismo: ¡mirad, son las mujeres las que golpean al ISIS! Es una forma de ridiculizar a los hombres y al ISIS, no una vía para respetarlas. Magnificarlas con Kalashnikovs, incidiendo en su belleza, los bonitos que son sus ojos o su pelo, es una vía muy sexista de deslegitimación, de ocultar que son mujeres muy concienciadas, muy politizadas, muy fuertes, que luchan no solo contra los fascistas del ISIS sino también contra el patriarcado, por la liberación de su pueblo.» Y continúa: «es algo muy miope, despolitiza una causa muy justa y muy radical. Si realmente quieren apreciar y respetar a esas mujeres tan valientes, por qué no mirar a su política, reconocer la revolución de Rojava y su administración, sacar de la lista de organizaciones terroristas al PKK».

Invitamos a Dirik a reflexionar sobre una crítica que cierto feminismo occidental les plantea: que en la cúspide haya un líder «macho dominante», un hombre del que reciben órdenes. Con el ceño fruncido, afirma que «un líder lo es en función del impacto que tiene en el empoderamiento de su gente. Cuando Oçalan llegó con el PKK a Rojava en 1980, dirigió sus esfuerzos a movilizar a las mujeres. Entró en contacto con las mujeres que llevaban velo, que criaban diez hijos, les hablaba de tú a tú, las educó políticamente, militarmente, organizó estructuras clandestinas autónomas. Hizo del PKK la casa de las mujeres, durante 20 años Rojava maduró y se organizó por ese impulso».

«Quienes piensan eso –habla con vehemencia– no ven que el movimiento de mujeres kurdas tiene su propia voluntad y su propia práctica. Hay una tendencia muy problemática en el feminismo occidental: no se toman en serio el de Oriente Medio. A menudo, se esmeran demasiado en encontrar excusas para deslegitimarlo. Hay muy pocos movimientos de liberación de la mujer tan popular y tan militante. Es muy radical, muy popular, no una corriente hiperideologizada y sin contacto, no se distancian del pueblo, son pueblo».M.Z.