Martxelo DÍAZ
VIOLENCIA MACHISTA

CUANDO LA PALABRA DE UNA AGREDIDA ES LA ÚNICA PRUEBA EN EL JUICIO

LAS CAMPAñAS EN CONTRA DE LA VIOLENCIA MACHISTA DESTACAN LA NECESIDAD DE DENUNCIAR LAS AGRESIONES. LA AUDIENCIA DE IRUñEA ALBERGÓ AYER DOS JUICIOS POR ABUSOS DURANTE LOS SANFERMINES, EN LOS QUE LAS VÍCTIMAS TUVIERON QUE TESTIFICAR Y REVIVIR LO SUCEDIDO. SU PALABRA ERA LA ÚNICA PRUEBA QUE SUSTENTABA LA ACUSACIÓN.

Acudir a un tribunal nunca es agradable. Ni siquiera cuando se va como testigo de la acusación. Es un recinto que impone, por muy moderno que sea. Dos mujeres que denunciaron abusos sexuales en los pasados sanfermines vivieron ayer esta experiencia.

Eran dos juicios. Dos mujeres acusaban a dos hombres «de nacionalidad francesa» –Stéphane Carella y Peyo Hiriart– de abusos sexuales. En ambos casos la petición fiscal era de un año de prisión, aunque ayer se subió a dos en el segundo caso. Los hechos ocurrieron el mismo día el 11 de julio. En un bar de la Plaza del Castillo de madrugada en el primer caso y en una terraza de un bar de la cuesta del Labrit por la tarde en el segundo. Había programado un tercer juicio –en el que se solicitaba una multa– que no celebró porque hubo acuerdo de conformidad.

Los testimonios de las víctimas reflejan una misma actitud de desprecio a las mujeres. En el primer caso, la víctima relató que un grupo de personas le tocó el pelo y que una de ellas incluso le acercó un cigarro encendido a los rizos. Otra persona le tocó el culo y la cadera. La víctima se revolvió e intentó golpear al agresor con el bolso, con tan mala fortuna que todos su contenido quedó disperso por el suelo.

En el segundo caso, una joven acudió al bar en el que trabaja su pareja. Cuando estaba en la terraza, una persona la cogió por detrás y restregó sus genitales contra sus nalgas e imitó el acto sexual.

La agredida en el bar de la Plaza del Castillo salió junto a una amiga a la calle a pedir ayuda a la Policía Municipal. En la cuesta del Labrit la pareja de la agredida recriminó su actitud al acusado y puso los hechos en conocimiento de un agente de la Policía Municipal fuera de servicio que era conocido suyo. Este alertó a sus compañeros. En ambos casos, los agentes detuvieron a los acusados basándose en el testimonio de las víctimas, pero no presenciaron los hechos que se juzgaban.

De este modo, la única prueba de cargo es el testimonio de las agredidas. La primera no pudo reconocer en la sala al acusado, ya que estaba de espaldas cuando sufrió el tocamiento. Sí lo hizo una amiga que le acompañaba, sin género de dudas. La segunda víctima fue categórica. Comenzó declarando tras una puerta, pero se atrevió a salir a la sala para identificar al acusado. «Es el de gafas, pero antes tenía el pelo largo», señaló.

La estrategia de la defensa –ambos tenían el mismo abogado– se basó en desacreditar el testimonio de las víctimas

. Para ello presentaron como testigos a amigos de los acusados que negaron los hechos. Nadie vio nada. En ninguno de los dos casos. Además, ambos se presentaron como personas que llevan años viniendo en sanfermines en Iruñea y que nunca han tenido un problema. Uno de ellos, incluso, hizo gala de su vinculación al mundo de la pelota. Además, ha acusado de denuncia falsa a la víctima.

Frente a ello, las mujeres solo tenían el testimonio de lo sufrido, que ayer tuvieron que revivir en la sala de un tribunal.

 

Movilizaciones en lezo y getxo contra los últimos ataques

Lezo y Getxo fueron escenario de movilizaciones en repulsa de las últimas agresiones sexuales denunciadas en el contexto de la celebración de unas fiestas, las de Errenteria, en el primer caso, y el Día de las Paellas de Aixerrota, en el segundo. En Lezo numerosas personas se concentraron en solidaridad con la vecina de esta localidad agredida el pasado fin de semana, mientras que en Getxo hubo concentraciones convocadas por el movimiento feminista y por el Consistorio.

Jon URBE | ARGAZKI PRESS