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Akihito sugiere reformar la Carta Magna japonesa para poder abdicar

El emperador Akihito de Japón aseguró ayer estar preocupado por la posibilidad de que el gradual deterioro de su salud termine impidiéndole continuar cumpliendo con sus obligaciones de jefe de Estado como hasta ahora, sugiriendo que esperaba una reforma de la legislación que le obliga a ejercer hasta su muerte. Shinzo Abe aseguró que estudiará los pasos a dar para «afrontar el declive de la salud del emperador».

En un mensaje televisado sin precedentes en Japón, el emperador Akihito planteó ayer de forma prudente su deseo de abdicar debido a su edad avanzada y a su delicado estado de salud, lo que hace necesaria una reforma de la ley nipona que no contempla la sucesión en vida.

Akihito, de 82 años, afirmó que padece «muchas limitaciones» y que ha sentido «un declive en su estado físico» tras ser intervenido quirúrgicamente en dos ocasiones, por lo que le será difícil «seguir asumiendo responsabilidades importantes», en un discurso que había generado una enorme expectación.

Akihito no pronunció la palabra «abdicación» en su discurso solemne de diez minutos, ya que la Constitución le obliga a ejercer hasta su muerte y usar este término estaría considerado como un acto político, algo que tiene prohibido. «Legalmente, no puede pedir una revisión de la ley, pero su mensaje llama claramente a reflexionar concretamente sobre su futuro como emperador», subraya Tomitaro Hashimoto, especialista del sistema imperial en la universidad de Reitaku.

Pero de las ambiguas palabras de Akihito, el 125 descendiente de la monarquía más antigua del mundo, de 82 años de edad, se desprende claramente su intención de abandonar el cargo en el futuro, tal y como adelantaron los medios nipones hace casi dos meses.

En una intervención bastante excepcional de un monarca conocido por su extremada discreción desde que accedió la trono el 7 de enero de 1989 –aunque se convirtió en emperador el 12 de noviembre de 1990–, el perfeccionista Akihito criticó de forma velada el sistema de regencia, al estimar que el cargo de un emperador, cuyas tareas se «aligeran continuamente», está vacío.

La ley sobre la Casa Imperial indica que una regencia está prevista «si el emperador no alcanza la mayoría de edad» o puede ser decidida «cuando esté aquejado de una enfermedad grave, mental o físicamente, o exista un obstáculo serio que lo incapacite para ejercer».

Akihito confesó que «de cuando en cuando» se pregunta si sería posible evitar que Japón se enfrente a la muerte de su emperador en ejercicio, ya que el duelo y todos los actos funerarios son muy pesados para quienes se quedan. Sugirió así de forma velada su deseo de modificar el régimen que rige a la Casa Imperial nipona desde 1947 para permitirle transferir «en vida» sus funciones a su hijo, el príncipe heredero Naruhito.

El de ayer fue su segundo discurso televisado y dirigido a su pueblo desde que accedió al Trono de Crisantemo, tras el realizado a raíz del seísmo y el tsunami que devastaron el noreste del país en marzo de 2011, y el primero en el que el emperador expresa sus reflexiones relacionadas con su cargo.

El primer ministro nipón, Shinzo Abe, afirmó que el Ejecutivo estudiará «de manera cuidadosa qué hacer para afrontar el declive de la salud del emperador y el efecto que tendrá en el peso de su cargo».

Entre un 80% y un 90 %de los japoneses dijeron que entenderían una eventual abdicación por cuestiones de salud.

El proceso legislativo que se avecina para facilitar su sucesión también podría reabrir el debate público sobre otros posibles cambios, como permitir el acceso de mujeres al Trono de Crisantemo, una cuestión que no salió adelante en su día.

El discreto y cansado emperador japonés de la paz

Akihito, único monarca con el título de emperador, lleva 28 años al frente del milenario Trono del Crisantemo y está cansado. De aspecto frágil y elegante, fue operado en 2012 del corazón y en 2003 de próstata. En 2008 sufrió una hemorragia estomacal, enfermedad que mató a los 87 años a su padre, Hirohito, que en 1945 renunció al carácter divino del cargo tras la derrota en la II Guerra Mundial.

Su pueblo le ve como figura de estabilidad y continuidad. Desde 1990, ha convivido con 16 primeros ministros y 23 gobiernos.

En sus intervenciones ha pretendido responder al nombre de la era iniciada con su llegada al trono, «hesei» o paz. Su marcado tono pacifista quedó patente en 2015 – 70 aniversario del final de II Guerra Mundial– al lamentar las agresiones del Ejército imperial y homenajear a las víctimas de la ocupación nipona, y se ha desmarcado de la actitud revisionista de Gobierno del Shinzo Abe.

Nacido el 23 de diciembre de 1933 y educado por estrictos tutores, empezó a romper moldes en 1959 al ser el primer heredero en casarse con una plebeya, Michiko. Decidió educar a sus tres hijos personalmente, viajar en un avión comercial, visitar China, reunirse con un papa y lamentar la actuación de Japón durante la guerra.

Su heredero, Naruhito, de 56 años, sólo tiene una hija, Aiko, por lo que será su sobrino Hisahito el que le siga en la línea de sucesión. R. ABARCA