Mikel CHAMIZO
DONOSTIA
Entrevue
JORDI SAVALL
VIOLAGAMBISTA Y PIONERO DE LA MÚSICA ANTIGUA

«La música que se ha conservado en relación con ‘El Quijote’ es de enorme belleza»

El catalán Jordi Savall, uno de los intérpretes de viola da gamba más prestigiosos del mundo, fue asimismo pionero en la recuperación del repertorio musical más antiguo en el Estado español. Esta tarde recalará en el Kursaal de Donostia con los dos conjuntos que él mismo fundó, La Capella Reial de Catalunya y Hespèrion XXI, para presentar las músicas de «Don Quijote» y de la época de Cervantes.

El Kursaal de Donostia acoge esta tarde, a partir de las 19.00, a los cantantes La Capella Reial de Catalunya y la orquesta Hespèrion XXI, dirigidos por su fundador, Jordi Savall, bien conocido en la ciudad en su faceta de violagambista. Esta vez, y sumándose a las conmemoraciones del cuarto centenario de la muerte de Cervantes, proponen un espectáculo que recupera el repertorio musical que pudo escuchar el creador de “Don Quijote” en su propia época.

 

¿Qué podremos escuchar en este programa titulado «Miguel de Cervantes: Viajes, sueños & utopías»?

Se trata de un programa que traza la crónica de la vida de Miguel de Cervantes, desde su nacimiento en 1547 hasta su muerte en 1616. Con la particularidad de que, entre los momentos importantes de su vida, introducimos también algunas escenas de “Don Quijote de la Mancha”. El programa está construido en torno a este enlace: si una pieza evoca el nacimiento de Cervantes, la unimos con otra vinculada al inicio de “El Quijote”. Tratamos así de mostrar los momentos clave de la vida del escritor, como su traslado a Sevilla, su participación en la Batalla de Lepanto, mezclándolas con pasajes y músicas de “El Quijote” en una suerte de mosaico. Los textos que se recitan provienen de las propias cartas de Cervantes, en las que explica su misión en Orán o detalles de su cautiverio. También tomamos fragmentos literarios de otras creaciones cervantinas como el “Viaje del Párnaso” o las “Comedias y entremeses”, e incluso de otros autores como Lope de Vega. Al final del espectáculo evocamos las muertes de Quijote y de Cervantes, entrelazándolas con los versos que escribiera Quevedo. Y todo esto, claro está, con músicas de la época, de Luis de Milán, Juan Vásquez, Francisco Salinas, Cristóbal de Morales y Tomás Luis de Victoria, entre otros.

Este año es cervantino y muchos grupos de música antigua han aprovechado la ocasión para presentar proyectos relacionados con el escritor de Alcalá de Henares. Pero ustedes ya conocían muy bien su figura a raíz de aquel imponente libro/disco dedicado a «Don Quijote» que publicaron hace diez años. ¿Cómo prepararon aquel proyecto tan ambicioso?

Dar forma a aquello fue un proceso muy largo, posible tras muchos años recuperando las músicas que se citaban en “Don Quijote”. Fue un trabajo laborioso, ya que muchas de esas músicas no se habían redescubierto aún. Pero lo más importante fue el trabajo creativo de unir los textos de “El Quijote” con las diferentes músicas. En el caso del romance del Conde Claros encontramos que su melodía se recogía en cuatro óperas diferentes, así que sobre ella realizamos nosotros una mini ópera cantada y bailada. En el espectáculo de hoy retomamos partes de aquel trabajo, pero entrelazando el mundo de fantasía con el mundo real de Cervantes.

¿Era Cervantes aficionado a la música?

No sabemos nada, si cantaba o tocaba algún instrumento. Pero por la cantidad de información que da en sus obras, en las que describe cómo tocaban y cantaban los músicos, debía de conocer muy bien el terreno. A veces realiza explicaciones muy detalladas, por ejemplo cómo escupe alguien antes de comenzar a cantar. Es posible que su conocimiento estuviera basado en la observación antes que en la propia experiencia. En todo caso, fue un escritor que poseía amplios conocimientos en muchos campos.

¿Qué papel juega la música dentro de «Don Quijote»?

Hay que recordar que, en la época de Cervantes, la gente que leía “El Quijote” tenía un conocimiento directo de las canciones a las que hace referencia la novela. Las oían en su vida diaria. Cuando habla del romance de Conde Claros, por ejemplo, todo el mundo sabía como sonaba aquella melodía. Lo mismo ocurre con el romance de Abindarráez, por ejemplo, era muy popular en la época. La gente poseía las referencias adecuadas para entender plenamente “El Quijote”, y nosotros con proyectos como este lo que intentamos es recrear aquella banda sonora que se ha perdido con el paso del tiempo.

¿En qué momento comenzó a popularizarse la obra cervantina entre los músicos? ¿Cree que, en lo musical, Cervantes ha sido tan afortunado en adaptaciones como lo fue Shakespeare?

En el siglo XVII ya empezamos a encontrar diferentes obras inspiradas en “El Quijote” y varios compositores en Alemania e Italia se basan en sus personajes para escribir óperas. Pero España, como bien sabemos, ha sido siempre un país algo aislado y no se puede comparar la trayectoria musical de la obra cervantina con la que sí gozó la de Shakespeare. Este vivió en un ambiente en el que música y teatro estaban muy compenetrados y, además, en la época de Isabel I, la música estaba muy valorizada en Inglaterra, cumplía una función social importante y no solo en la corte. En España había también grandes compositores, pero no existía el impulso popularizante de Inglaterra, donde la música gozaba de una gran difusión y esto dio pie a una oferta variada de estilos musicales. Esto ayudó a que la obra de Shakespeare, al representarse sus títulos constantemente, tuviera un gran impacto sobre los compositores de la época y los que vendrían después.

¿Cómo ha recibido el público este repertorio cuando lo ha tocado por el mundo? ¿Causa curiosidad, se entiende bien en cualquier lugar o se percibe como un fruto muy específico de una época y un lugar?

Este mismo programa que presentamos en Donostia lo hemos hecho también en alemán, francés, portugués, turco y catalán, entre otras lenguas. A principios de año, cuando lo presentamos en la Julliard School de Nueva York, la recepción fue apoteósica. No importa la época o la procedencia cuando la música es buena, y la que se ha conservado en relación con “El Quijote” es de enorme belleza.

Si Don Quijote es un personaje que iba en contra de las convenciones de su época, usted mismo rompió con las expectativas al rechazar el prestigioso Premio Nacional de Música que concede el Ministerio de Cultura del Gobierno español. En sus propias palabras, lo hizo para denunciar el «desinterés y la incompetencia» de un gobierno que «menosprecia a la inmensa mayoría de músicos». La polémica que siguió fue intensa. Ahora que se han asentado las aguas, ¿cómo recuerda aquellos días?

No sé por qué hubo gente que recibió mi decisión con tanta acritud. Yo tengo la conciencia tranquila por haber hecho lo que mis valores me dictaban, y ahora haría exactamente lo mismo. En la vida tenemos que responder con entereza a nuestros principios, y si algo no se corresponde con ellos debemos tener el coraje de decirlo. Especialmente en estos tiempos tan difíciles, con crisis de refugiados, terrorismo, guerras que se multiplican, problemas de identidad y de respeto entre las culturas. Son momentos en los que hay que tomar responsabilidades y decir “no” a lo que no se puede aceptar. A mí me costó mucho rechazar el Premio Nacional de Música, sabía que iba a causar polémica, pero no podía aceptar ser pagado por una institución que nunca había escuchado mis reclamaciones de ocuparse de la música. Entendí el premio como un intento de cerrarme la boca, pero la polémica se creó cuando se achacaron a mi decisión razones completamente equivocadas.

Soy, desde 2008, embajador para el diálogo cultural de la Unión Europea y llevo muchos años, desde la invasión de Afganistán, promoviendo proyectos entre músicos de diferentes países en conflicto. Hace unas semanas ofrecimos unos conciertos en Wroclaw con músicos sirios, turcos, judíos y palestinos. También hemos conseguido que un músico sirio venga a vivir a España con su familia. Yo creo que la música realmente sirve para algo, lo veo constantemente a mi alrededor. Hay que tomársela en serio.