La crisis del modelo liberal y la especificidad italiana
Los procesos electorales en Occidente se han convertido en los últimos meses en un enigma irresoluble para las encuestadoras y terreno minado para las opciones y candidaturas defendidas por el establishment y, en principio, favoritas. El triunfo inesperado del Brexit, la sorprendente victoria de Trump... la marea de fondo que está ahogando en una crisis profunda el orden liberal tiene su reflejo en estos seísmos electorales.
Lo que hace poco se daba por imposible, como la victoria electoral de la extrema derecha en países europeos, se ve como probable (Austria, Estado francés...).
Mal momento eligió Mateo Renzi para convocar un referéndum de reforma constitucional con el que busca centralizar el poder, acabar con el bicameralismo perfecto y mutuamente paralizante de la arquitectura institucional italiana y, finalmente, instaurar un sistema electoral mayoritario para acabar, asegura, con la sempiterna provisionalidad de la vida política de un país que ha conocido 63 gobiernos desde el final de la II Guerra Mundial.
Ha elegido mal momento o bueno, porque su propuesta, que supondría el fin de los contrapesos democráticos que al fin y al cabo han definido y enriquecido la política italiana desde 1948, se vende como innovadora y rupturista de ese mismo establishment. Porque Renzi, más que demócrata (ni siquiera ha sido elegido) es un demagogo. Hoy sabremos si su arriesgada apuesta vence –lo que supondría el enésimo fallo de las encuestas– o si sucumbe con toda su soberbia como un político ya vetusto.

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