Debajo del hábito religioso de monja hay una mujer

Ya sabíamos que Anne Fontaine es una consumada maestra del retrato femenino, pero en “Les innocentes” se supera a sí misma con respecto a títulos anteriores como “Limpieza en seco” (1997), “Nathalie X” (2003), “La chica de Monaco” (2008), “Coco avant Chanel” (2009), “Dos madres perfectas” (2014) o “Primavera en Normandia” (2014).
Me baso en que la complejidad de su introspección en la psique de la mujer es mucho mayor en su última realización, por cuanto acaba trazando una descripción coral que parte de una semblanza individual. Al recrear los diarios de la médico de la Cruz Roja Internacional Mathilde Beaulieu durante la II Guerra Mundial, no solo muestra lo que fue e hizo esta persona excepcional, sino además el modo en que llegó a conectar con un grupo de religiosas católicas polacas alejadas de su ideología filocomunista, pero con las que se sintió unida por el principio de solidaridad femenina.
Para entender la comunicación que se establece entre la una y las otras hay que observar la equiparación que se deriva de su apariencia uniformada, porque la médico viste de militar y las monjas llevan los hábitos tradicionales. Dicha coincidencia externa se extiende al voto de obediencia para ellas y la disciplina castrense para la protagonista. Todas se ven obligadas a actuar dentro de la clandestinidad, con Mathilde ocultando a sus superiores que atiende a las internas de un convento, y con las víctimas de la violación múltiple por parte de las tropas soviéticas guardando silencio para que el escándalo no provoque el cierre de su congregación, una vez reconvertida en paritorio.
El tema histórico se prestaba a un tratamiento sensacionalista, o a una mirada caritariva como la de José Luis Garcí en “Canción de cuna” (1994), pero Anne Fontaine prefiere la interiorización en el descubrimiento de su sexo a través de la maternidad por parte de unas devotas que habían renunciado a la carnalidad.

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