Moscú encuentra restos del avión militar Tu-154 en el mar Negro
Los equipos de rescate rusos encontraron ayer en el mar Negro restos del avión militar Tu-154 con destino a Siria siniestrado el domingo con 92 personas a bordo. Además, ya saben dónde están las cajas negras. Las autoridades rusas insistieron en descartar un atentado como causa de la catástrofe aérea.

«Encontraremos los receptores de información (cajas negras) a su debido momento. Sabemos dónde están», dijo Victor Bondarev, jefe de las Fuerzas Aéreas de Rusia. La búsqueda de las cajas negras se ve dificultada por el hecho de que en el caso de los vetustos Tu-154 éstas no emiten señales de radio para facilitar su localización.
Por de pronto, los buzos han localizado a menos de dos kilómetros de la costa restos del avión, pero no el fuselaje, donde debería encontrarse la mayoría de los cadáveres del avión que había despegado del balneario de Sochi. Según el Ministerio de Defensa, a la superficie ya se han izado dos fragmentos de gran tamaño del sistema de control del aparato, que se encontraban a menos de 30 metros de profundidad.
De los 92 cadáveres –64 miembros del coro y conjunto de danza Alexándrov del Ejército ruso, 9 periodistas, 8 militares, 8 tripulantes, 2 funcionarios y la famosa doctora Elizaveta Glinka–, sólo se han recuperado hasta el momento 11, que han sido trasladados a Moscú para su identificación.
Más de 3.500 militares y casi un centenar de barcos, aviones, helicópteros, drones y batiscafos participan en las operaciones de búsqueda, que se han reducido, gracias al uso de equipos acústicos, a un radio de 500 metros bajo el mar.
Los expertos rusos han determinado la trayectoria que siguió el aparato antes de estrellarse y han concluido que el Tu-154 chocó contra el agua a seis kilómetros de la costa. El Servicio Federal de Seguridad ruso (FSB, antiguo KGB) dijo que no hay pruebas de que el Tu-154 hubiera sufrido un atentado, como ocurrió en el caso del Airbus con 224 tripulantes y turistas rusos que se estrelló hace un año tras despegar de Egipto.
Las principales causas de la tragedia que manejan los investigadores son «el impacto de objetos en los motores; combustible de mala calidad que pudiera ocasionar una pérdida de velocidad y un fallo de los motores; error de pilotaje o un fallo técnico del avión».
Según los datos preliminares de la investigación, el avión no pudo alcanzar la altura prevista por motivos desconocidos, por lo que acabó precipitándose contra el mar, versión secundada por testigos oculares.
Algunos expertos apuntaron al exceso de carga, pero el Túpolev tiene capacidad para llevar hasta 180 pasajeros y llevaba sólo la mitad, además de 150 kilogramos de cargamento, en su mayoría alimentos y medicinas.
El avión, que había hecho escala para repostar combustible en el aeropuerto de Sochi, tampoco transportaba equipos de uso civil y militar que hubieran podido causar una explosión a bordo del aparato, según el FSB.
Tanto el Kremlin como el ministro de Transportes ruso, Maxim Sokolov, también negaron un posible atentado, pero pilotos citados por la prensa local creen que, dada la gran experiencia del piloto, no se puede descartar del todo una bomba como causa del accidente.
Fabricado en 1983
Minutos después de despegar en la mañana del domingo rumbo a Siria, el aparato se precipitó al mar sin que sus tripulantes hubiesen dado aviso a la torre control sobre alguna emergencia o desperfecto a bordo.
El aparato siniestrado fue fabricado en 1983 y hace exactamente dos años fue sometido a una reparación general, según su constructor.
Todos lloran la pérdida de la «Doctora Liza»
En el exterior, el siniestro del avión se asocia a la desaparición de decenas de miembros del Coro del Ejército Rojo, símbolo de Rusia por excelencia. Pero en su país, muchos también lloran la pérdida de la «Doctora Liza», figura humanitaria respetada por todos. La pérdida de Elizaveta Glinka ha provocado una avalancha de homenajes que ha reunido a personalidades muchas veces enfrentadas, como la exdisidente y militante por los derechos humanos Liudmila Alexeieva y el presidente de la república rusa de Chechenia, Ramzan Kadyrov. Desde el domingo, los moscovitas se han acercado a depositar flores y cirios encendidos ante la discreta entrada del sótano donde funciona la organización que el gran público conoce como la de la «Doctora Liza», que ha trabajado sin tregua por los sin techo, los niños del este de Ucrania en guerra o para los damnificados por los terribles incendios del verano de 2010. «Su vida no fue vana, ella hizo un enorme bien», explicó Anna, de 48 años, con la garganta casi cerrada por la emoción. Glinka, que cumpliría 55 años en febrero, viajaba a Siria para llevar medicamentos al hospital de Lataquia, que ya había visitado en setiembre. Esta ciudad está ubicada cerca de la base aérea rusa de Hmeimim, destino del Tu-154 que se estrelló.GARA

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