Solo asco
Ni siquiera indignación, sólo asco. La pancarta del Sadar apoyando a un acusado de violación, me produce asco. Un asco infinito. Asco por la chulería, por la provocación. Asco, porque creían que podían lucirla libremente, y asco porque así ha sido. Asco, porque lo hayan permitido los que tan ágiles andan para perseguir camisetas del arrano beltza. Asco por los 90 minutos de agravio a la mujer agredida. Asco, por el desprecio a la indignación causada, por la arrogancia de las respuestas. Y asco, porque la presunción de inocencia tenga tantísimos defensores en casos como este, y tan pocos en muchos otros.
Asco porque todo: la pancarta, las obscenidades en las redes, el brindar al acusado la victoria del Sevilla…, todo, despide el tufo inconfundible del machismo más rancio, la altanería y la jactancia de los que se saben respaldados por muchos como ellos, se creen con licencia y aspiran a palmaditas en el hombro y risotadas de premio. Es el terreno sombrío y tosco del que se nutren los abusos, las violaciones y los malos tratos. Aquí no tiene nada que ver la presunción de inocencia; ni que el homenajeado sea inocente, ni que sea culpable, cambia el hecho de que se ha puesto de manifiesto un talante, una actitud, un estilo de vida: la de todos los que, para ser algo, necesitan que la mujer no sea nada. Asco.

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