A un mes de las elecciones neerlandesas del 15 de marzo, el diputado islamófobo Geert Wilders sigue siendo el favorito de los sondeos y su Partido por la Libertad (PVV, extrema derecha) podría registrar su mejor resultado desde su creación en 2006.

Su victoria incrementaría las posibilidades de sus aliados ideológicos del Frente Nacional francés –con una elección presidencial en la primavera boreal– y de los partidos ultraderechistas de Alemania, donde se celebran legislativas en setiembre.

Wilders no oculta su admiración hacia Donald Trump y exhorta a los diputados a imitarlo, tras la promulgación del decreto que bloquea temporalmente la entrada a Estados Unidos de ciudadanos de siete países mayoritariamente musulmanes.

Esta medida discriminatoria se mantiene en suspenso después de que el Tribunal de Apelaciones estadounidense rechazara el recurso interpuesto por la Administración Trump para reinstaurar la restricción migratoria, previamente paralizada por un juez federal. Pero en las últimas semanas el VVD, del primer ministro liberal Mark Rutte, ha reducido la distancia, con una expectativa de 24 escaños frente a los 30 para el partido de Wilders. «El PVV subió tras la elección de Trump, pero el sondeo revela ahora que el 25% de sus electores reaccionaron de manera negativa a las medidas tomadas» por el mandatario estadounidense, dijo a AFP el responsable de sondeos Maurice de Hond. El PVV no obtendría los 76 escaños que le darían la mayoría absoluta en el Parlamento, formado por 150 diputados. Los partidos deberán negociar durante semanas, incluso meses, para poder formar una coalición que permita un Gobierno. «Nadie quiere gobernar con Wilders y él no será capaz de obtener una mayoría», afirma Geerten Waling, experto en política de la universidad de Leiden.

Según un estudio de la Orden Holandesa de Abogados (NOVA), los programas electorales de cinco partidos contienen medidas contrarias a la Constitución.

El CDA, por ejemplo, quiere impedir la financiación extranjera de mezquitas, mientras que el VNL ha propuesto introducir un carné por puntos para personas con doble nacionalidad, de forma que perderían la neerlandesa si se quedaran sin puntos.

El programa del PVV incluye propuestas que entran en conflicto tanto con las leyes holandesas como con los tratados internacionales firmados por el país. «Si la protección de nuestra democracia está dispuesta a minar el Estado de Derecho es, en sí misma, una amenza a la libertad», advierte en su estudio el comité de la NOVA.