Testimonio doliente de una derrota anunciada
Teatro de la memoria, del testamento de los pocos supervivientes de uno de los pasajes peor contados de la Guerra Civil. La batalla del Ebro y la Quinta del Biberón, desde la parte catalana, niños reclutados y colocados en el frente sin experiencia ni armamento. Quizás sea revisionista, pero es de una potencia teatral, de una capacidad de entrar en el imaginario como verosímil, que considero abre una nueva vía en lo referente al poco teatro sobre la memoria histórica que hasta ahora se movía entre lo sentimental y la denuncia obvia. Aquí, sí, se cuestiona la gestión militar del ejército de la República o lo que quedaba de él. La joven compañía del Teatre Lliure, de la mano de Lluís Pasqual en uno de sus mejores trabajos y que proporciona un magnífico tratamiento formal, dinámico, que saca de los jóvenes actores todas sus posibilidades, que incorpora música en directo y nos hace reír, llorar, emocionarnos, además de colocarnos ante unas historias reales contadas por actores que hablan con acento catalán o en catalán y que cuando les toca pronunciar en español, lo hacen correctamente. Es una magnífica muestra de un teatro necesario, ambicioso artísticamente que, además, nos hace reflexionar sobre nuestro pasado, sobre cómo nos han contado la historia. Bravo.

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«Tienen más poder algunos mandos de la Ertzaintza que el propio Departamento»

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