Beñat ZALDUA
Barcelona

LAS TRES (FRUSTRADAS) DUI DE LA HISTORIA DE CATALUNYA

En los últimos 150 años, Catalunya ha declarado tres veces su independencia, siempre situándose bajo un paraguas federal español que nunca llegó. Con la lección aprendida o no, la de ahora es la primera vez que la declaración no responde a la lógica estatal.

Dentro de 48 horas, si todo va como está anunciado, el Parlament validará los resultados vinculantes del referéndum del 1 de octubre y, de una forma u otra, en directo o en diferido, declarará la independencia en Catalunya. No será la primera vez. Con permiso de la república que Pau Claris proclamó en 1641 en el marco de la Guerra dels Segadors, desde el surgimiento del concepto de Estado moderno, Catalunya ha declarado su independencia en tres ocasiones. Siempre ha ocurrido en el marco de procesos revolucionarios estatales, con los cuales ha estado intrínsecamente ligado, y nunca han durado más de unos pocos días. Que la historia sirva de referencia, pero no de espejo.

1873: Federalistas frustrados

La primera República española, proclamada el 11 de febrero de 1873, apenas tardó unos pocos días en frustrar las ansias federalistas de los republicanos catalanes. El Partido Republicano, con sede en Madrid, se alió con los monárquicos constitucionales para blindar de inicio un modelo centralista que no sació las expectativas de federalistas, obreristas e independentistas catalanes –muy minoritarios–. Un mes de agitación revolucionaria llevó al diputado de Barcelona Baldomer Lostau i Prats a tratar de rebajar el conflicto social proclamando el 9 de marzo el Estado catalán dentro de la República federal española. Junto a ello, síntoma de la fuerza del movimiento popular, la Diputación disolvió el servicio militar obligatorio e instauró un ejército voluntario.

El problema es que no existía todavía semejante República federal española. Tan solo dos días después, el presidente del Gobierno español, el barcelonés Estanislau Figueras, viajó a la ciudad y desarticuló el Estado catalán tras una breve entrevista con los miembros de las Diputaciones, poco convencidos ellos mismos del paso dado tan solo dos días antes. Todos aceptaron esperar a que las Cortes españolas decidiesen sobre un eventual modelo federal.

1931: Dos declaraciones en un día

El 14 de abril de 1931 fue un día intenso en todo el Estado español. También en Euskal Herria. Pero lo fue especialmente en Catalunya. Tras el vuelco de las elecciones municipales celebradas dos días antes, Lluís Companys se asomó al balcón del Ayuntamiento de Barcelona, en la plaza Sant Jaume, proclamó la República e izó la bandera tricolor española. Algo que no sentó demasiado bien al líder de su partido (ERC), Francesc Macià, que acudió rápidamente al Ayuntamiento a reunirse con Companys. Poco después abandonó el edificio, cruzó la plaza Sant Jaume, salió al balcón del Palau de la Generalitat y proclamó la «República Catalana dentro de una Federación de Repúblicas ibéricas».

Pero de nuevo, semejante federación nunca llegó. Tres días después, el 17 de abril, tres miembros del gobierno republicano provisional viajaron de Madrid a Barcelona para discutir con Macià, que acabó aceptando rebajar sus expectativas en favor de la consolidación del nuevo régimen estatal español. Concretamente, aceptó renunciar a la República catalana y contentarse con un gobierno autónomo que recibiría el nombre de Generalitat de Catalunya. El propio Macià dejó escrito que fue el sacrificio más grande de su vida.

1934: Una huida hacia adelante

La última tentativa llegó apenas tres años después, un 6 de octubre del cual se acaba de celebrar el aniversario. Fue la declaración más desastrosa de todas. En el Estado, estaba a punto de entrar en el Gobierno la derecha involucionista de la CEDA y, desde Madrid, los socialistas preparaban una revolución que tuvo su principal foco en Asturias –se extendió también a Euskal Herria– y que en Catalunya tuvo un componente mucho más agrario que obrero –la CNT no participó–.

Tras dos jornadas de huelgas y movilizaciones, y visto el fracaso de la revuelta en el Estado, Companys –que asumió la presidencia tras morir Macià– proclamó el «Estado catalán de la República federal española». Apenas once horas después, a las 7 de la mañana del día siguiente, Companys se rendía ante el general Batet, que lo encarceló en el buque Uruguay. Pocos años después, ambos, tanto Companys como Batet, serían fusilados por el régimen franquista.