Alertan de un «riesgo inminente» para la vida de Ibon Iparragirre
El juez de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional ha dejado en manos del subdirector médico de Alcala-Meco la vida de Ibon Iparragirre, preso vasco gravemente enfermo. La analítica realizada en setiembre ha puesto de manifiesto que su recuento de células CD4 es de 20, cuando en una persona sana el número oscila entre 723 y 1.234.

La vida de Ibon Iparragirre está en manos del subdirector médico de la prisión de Alcalá-Meco, que debe decidir si excarcelan o no al preso vasco, cuyo recuento de células CD4 ha pasado de 50 a 20 en poco más de un mes.
«Existe un peligro inminente para su vida», denunció ayer en declaraciones a GARA el abogado Iñaki Goioaga, que el miércoles solicitó la puesta en libertad del represaliado tras conocer el resultado de la última analítica, realizada el pasado mes de setiembre.
Según explicó, «en el informe que hicieron los forenses el pasado mes de julio dijeron que el recuento era de 50. Y eso que en ese informe ya dijeron que la situación de Ibon era irreversible y que no podrían dar un pronóstico de vida».
«En setiembre le sacaron de prisión para hacer una nueva analítica y los resultados indican que el recuento ha pasado de 50 a 20», añadió, y alertó de que «cualquier infección» puede acabar con la vida de Iparragirre, enfermo de sida.
Una opinión compartida por los familiares y por los integrantes de la plataforma Iparra Galdu Baik, que hicieron hincapié en que la situación del preso es «extrema».
«Con esas defensas cualquier infección le provocaría la muerte, sin que los médicos de la prisión pudiesen hacer nada», detallaron antes de insistir en la necesidad de traer a Iparragirre a Euskal Herria.
En declaraciones a “Lea Artibai eta Mutrikuko Hitza”, apostaron por «traer a Ibon cuanto antes a casa». «Primero a Basauri y de hay a casa. Ese fue el procedimiento utilizado en la anterior ocasión y cuanto antes se active será mejor», dijeron en alusión al traslado realizado en agosto de 2011 cuando fue acercado desde Sevilla por motivos de salud.
En octubre de 2011 Iparragirre pudo regresar a Ondarroa en régimen de prisión atenuada. Régimen en el que permaneció hasta marzo de 2014, cuando la Ertzaintza le detuvo por orden de la Audiencia Nacional.
En un primer momento, Iparragirre fue encarcelado en la prisión de Basauri, donde denunció haber sido agredido por dos funcionarios, y después fue alejado a Navalcarnero. Desde entonces se han sucedido las agresiones y su salud ha empeorado.
Enfermedad terminal
Así lo advirtió ayer Etxerat en un comunicado, en el que advirtió de que «la enfermedad de Iparragirre es terminal y progresiva, por lo que, al dilatar en el tiempo la salida de Ibon de la cárcel para que pueda ser tratado, los responsables médicos, Instituciones Penitenciarias y el propio juez están cumpliendo el propósito de la instrucción penitenciaria de febrero de 2017 de no libertar a presos vascos con enfermedades graves hasta su fase agónica».
La asociación de familiares y amigos de los represaliados y represaliadas vascas también mostró su solidaridad a los allegados de Ibon y anunció su apoyo a las movilizaciones convocadas por Iparra Galdu Baik, y, «más concretamente», a la concentración y asamblea informativa que tendrá lugar mañana a las 13.00 en Ondarroa. La cita es el la Alameda, donde se dará cuenta de las movilizaciones previstas para reivindicar la puesta en libertad de Ibon Iparragirre y se hablará sobre su estado de salud.
En una persona sana el número de células CD4 oscila entre los 723 y los 1.214. En las personas con problemas en el sistema inmunológico, como es el caso de Iparragirre, enfermo de sida en nivel C3 –el más grave–, el nivel de células CD4 es inferior a 500. Conviene recordar que cuando Ibon volvió a ser encarcelado, en marzo de 2014, su recuento era da 450. Hoy es de 20.

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