Coger al toro por los cuernos no siempre es la mejor opción. Si te embiste una vaquilla, y ya es demasiado tarde para poder escapar, lo mejor es aceptar lo que viene con estoicismo. Asumir que te vas a llevar un buen golpe, y planificar la caída para evitar que la cogida te amargue lo que resta de fiestas o de verano. Eso es mejor que agarrar la cabeza del venado, que te puede ondear como una bandera de lado a lado. Sé de uno que sufrió el peligroso «efecto muelle», que se da cuando uno impacta una y otra vez con la cornamenta por no soltar al animal. Lo peor es que, en ese momento, uno se encierra en su mundo y hace caso omiso a la cuadrilla, que te insta a que te separes de una vez del astado.

Por lo menos las vaquillas no tienen los pitones afilados, como los toros de Iruñea. Te pueden dar un buen golpe, o pasarte por encima, pero no te van a arrancar la cabellera. En la capital alavesa no vamos a ver de esas cosas, porque desde hace ya dos años que no hay feria taurina en La Blanca. No existe una prohibición sobre las corridas de toros, pero ninguna empresa ha optado a la licitación. Lo extraño es que Gasteiz, una ciudad que presume de su ordenanza contra el maltrato animal, que ha acabado con los circos con animales y que ha logrado que los blusas y neskak cambien la carrera de burros por una carrera de barricas, no haya buscado mejores usos para el Iradier Arena, inaugurado el 4 de agosto de 2006.

El pasado 25 de julio, el Día del Blusa y la Neska, se organizó un Grand Prix que fue un rotundo fracaso, el día 5 de agosto se celebró una exhibición de recortadores, y hoy se podrán ver las Vaquillas Txiki, dirigidas a niños y niñas mayores de 4 años. Esta actividad, prevista para esta tarde, ha sido criticada por Irabazi, que advierte de que «la tauromaquia es una actividad dañina». Esta por ver quién sufre más, si los animales o los menores, que a buen seguro se pillarán una buena llorera al ver pasar a la vaquilla cerca.