El coro que abrió esta Champions League del canto que ha organizado el 50 Certamen Coral fue también el único que no había actuado en Tolosa con anterioridad, aunque sí lo había hecho su director, Hiroki Fujii. El Kinokai Youth Choir Kanami destacó por una atrevida puesta en escena, creciendo desde una espiritual contrición en las primeras piezas sacras de Palestrina y Casals hasta una fiesta que se expandió con una danza de tambores de Okinawa. Era una agrupación notable para tratarse de un coro juvenil y mostraron un sólido conocimiento del lenguaje contemporáneo en la compleja “Escenas de Hiroshima” de Hayashi, pero la falta de madurez en la técnica vocal afloró claramente en piezas como “Liberté” de Poulenc.

Les siguieron los representantes locales, KUP Taldea, que ya ganó el certamen en 2008. Este fue ya un coro con entidad, peso y brillo, que firmó intensas versiones de “Advance democracy” de Britten y “Hominis Dies” de Michael Waldenby. El problema fue el sonido un tanto indefinido de sus diferentes cuerdas, en las que conviven técnicas de emisión diversas, lo que afectó a la claridad de las obras de polifonía. Pero representaron al canto coral vasco con valentía y gran calidad. Llegó después el Ateneo Chamber Singers de Filipinas, que destacó precisamente por el gran trabajo de emisión y empaste de sus cantores, especialmente los hombres, de un color maravilloso. Brillaron en las piezas más expansivas, como “Papedsalamat” de Nilo Alcalá, pero en otras páginas de su programa, como la obra de Brahms, pecaron de cierta falta de refinamiento expresivo.

Cerró la velada el Entrevoces de Cuba, que fue, sin duda, el que hizo mejor música de toda la sesión. De un sonido íntimo y comedido, pero transparente, delicado y con unos fraseos repletos de recursos expresivos y emoción, cantaron con un gusto exquisito prácticamente todo el programa, destacando incluso más en las piezas de Hovland, Busto y Chabuca Granda. El público tolosarra les brindó la mayor ovación de la tarde.