Los favoritos no defraudaron
La segunda sesión competitiva del Certamen Coral de Tolosa la abrió I Vocalisti, un coro alemán contundente, con un sonido no especialmente bello pero perfectamente equilibrado entre voces masculinas y femeninas. Sobrios en lo expresivo, pero muy certeros en el planteamiento estilístico de las obras que abordaron, especialmente las de Gounod, Wolf y Brahms con que abrieron su actuación. Por desgracia, no parecieron llegar mucho más allá de esta corrección y su propuesta se percibió, en general, algo plana.
Acto seguido salió al escenario del Leidor el segundo participante vasco de esta edición, Landarbaso de Errenteria, que tiene la merecida fama de ser uno de los mejores coros de Euskal Herria. Por desgracia, cometieron el error de presentar un programa inadecuado: salvando un par de obras de dificultad moderada, casi toda la primera parte se basó en piezas cercanas al pop. Presentar un arreglo de “Lau teilatu” ante un jurado integrado por figuras como Peter Phillips parece poco apropiado. El público tolosarra pareció disfrutar de esta propuesta de cariz más popular, pero a otros nos resultó frustrante, porque las verdaderas capacidades del coro apenas lograron asomar a través de estas músicas de escasa dificultad, que seguramente los dejará sin opciones para la final.
Tras Landarbaso llegó el gran favorito, el coro ucraniano Oreya. A mucha gente no le gusta la escuela coral eslava, pero la inmensa calidad vocal de los ucranianos logró trascender cualquier consideración de este tipo.
Cantaron con una autoridad que arrastró al público a través de un programa variado, ameno y con momentos de dificultad portentosa, y además salpimentado con una puesta en escena magnífica. El avión humano que formaron durante “Leonardo Dreams of His Flying Machine” de Whitacre será una de las estampas más recordadas de esta edición. Cerró la noche otro de los favoritos, el indonesio Batavia Madrigal Singers, que ya arrasó en Tolosa en 2016. Es un coro magnífico, de hermoso timbre y un milimétrico control del fraseo, como demostraron en una interpretación realmente arriesgada de “Soneto de la noche” de Lauridsen, con una pianissimi impactante. Todo su programa estuvo bellamente interpretado, pero les castigó actuar después de los ucranianos.

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