Agustín GOIKOETXEA
FUTURO DE KUTXABANK

El «ruido» acerca de la futura fusión con CajaSur provoca nervios en Sabin Etxea

Incomoda hablar en público sobre la futura fusión entre Kutxabank y CajaSur, que voces autorizadas en Bilbo y Córdoba sitúan en 2019 aunque desde la dirección lo nieguen. El «ruido» provoca nervios tanto en la sede del banco como en Sabin Etxea. No es el momento de dar explicaciones convincentes y sí de desmentidos a bulto para salvar la situación.

Nadie se pronuncia en público pero entre pasillos en Bilbo y Córdoba dan por hecha la fusión de Kutxabank y CajaSur el próximo año. «El sector financiero es mejor de lo que era y Kutxabank es mejor banco que lo que era hace cuatro años, somos mejores en solvencia, en sostenibilidad, en gobierno corporativo, en gobernanza de procesos, en disciplina de mercado y en transparencia», defendió Gregorio Villalabeitia hace trece días en una jornada sobre banca en la Universidad de Deusto.

Transparencia poca, aunque algunos movimientos a trompicones desvelan que la palabra «fusión» agita determinados mentideros y provoca reacciones que destapan algún vértice del cronograma que algunos manejan. Hay quien llega a confiar en que el retorno de EH Bildu al Patronato de Kutxa «traiga aires nuevos». El presidente se enorgulleció en el encuentro de Deusto de haber «arrimado el hombro» en la reestructuración del sistema financiero español con una aportación de más de 1.000 millones «comprando alguna entidad [en referencia a CajaSur], aportando a Sareb».

Las cajas de ahorro de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa decidieron convertirse en fundaciones bancarias para poder seguir operando comercialmente en todo el Estado español a través de un banco, y no tener limitaciones como el volumen de activos o el tipo de actividad. Se trataba de ser, costara lo que costara, uno de los elegidos en el club de los 4, 7 o 12 bancos que pervivirán en el Estado español, según opiniones. Un modelo que prima la concentración, al contrario que en Alemania, donde en junio de 2018 había 385 cajas de ahorro con más de 200.000 personas empleadas y activos por valor de 1.200 billones de euros.

Todo tiene un precio. Esa compra benefició a BBK, que pasó a ostentar la mayoría absoluta en el Consejo de Administración de Kutxabank, pero también provoca que cada movimiento que afecta a la antigua «caja de ahorros de los obispos» se analice con lupa. Esa realidad lleva a preguntarse en qué afecta a Kutxabank la decisión del Supremo sobre las hipotecas. Si los bancos hubieran tenido que pagar el impuesto con carácter retroactivo, está claro que la entidad que preside Villalabeitia hubiera tenido que enviar de nuevo a Córdoba un cheque multimillonario. ¿Acaso se ha librado?

El cambio de normativa para que sean los bancos quienes abonen el impuesto perjudica, paradójicamente, a la ciudadanía vasca. Nadie duda de que las entidades repercutirán el gasto a la clientela en forma de mayores comisiones o de encarecimiento del producto, y es de dudosa legalidad que a causa de la sentencia se puedan ofertar condiciones mucho más onerosas en Andalucía, donde hasta ahora se pagaba el impuesto, que en la CAV, donde está exento.

La integración de Kutxabank y CajaSur incomoda, especialmente cuando a las puertas de un intenso proceso electoral se le pone fecha. Directivos apuntan a 2019 pero luego la dirección lo desmiente a través de sus canales preferidos, situándose la «absorción» en «algunos años». Todo se reduce a que habría que equiparar los salarios de los 2.000 trabajadores de CajaSur a los de Kutxabank, que supondría un gasto anual adicional de 52 millones.

Ese argumento es frágil, aunque desde el nuevo sindicato que entraría en juego, el cordobés AsproBank, lo estén deseando. En todas las fusiones –la última la de BBK, Kutxa y Vital– cada empleado recibido por Kutxabank mantuvo el salario y la carrera a nivel de su entidad de origen, y el acomodo a las nuevas tablas salariales (basadas en las que tenía BBK) ha sido progresivo, subiendo nivel y salario solo según lo marcara el convenio originario; es decir, sin que el afectado saliera ganando ni un euro por la fusión. De hecho, la homologación se acordó en el primer convenio colectivo de Kutxabank (2013-2016), y los apartados relativos a salarios y ascensos por antigüedad se desglosan según la entidad de origen. El siguiente convenio, el de 2017-2018, recoge que la homologación de tablas salariales «atendió al principio de neutralidad, de manera que el mero proceso de transposición no supusiera beneficio o perjuicio económico significativo».

Parece impensable que al personal de CajaSur le den un tratamiento más favorable, aunque la situación va a ser extraña, porque habrá trabajadores con 10 o 15 años de antigüedad que cobre menos que una persona eventual o en prácticas, a la que tendrán que pagar lo mismo en la CAV o en Córdoba.