Idoia ERASO
BIARRITZ
Entrevue
VICTOR ULLATE Y EDUARDO LAO
BAILARINES, COREÓGRAFOS Y DIRECTORES

«La valoración que hago de mi carrera es un diez, he sido muy feliz»

Victor Ullate es un referente en el mundo de la danza en el Estado español. Formó el Ballet Naciona y creó la Escuela de Danza que lleva su nombre, de la que surgió la compañía de danza. Eduardo Lao ha sido coreógrafo y director de la compañía. Juntos han creado la Fundación para la Danza Victor Ullate.

Sentados en un bar de Biarritz, atendiendo a la prensa, antes de aprovechar lo que la «hermosa ciudad» ofrece para disfrutar y recordar, Víctor Ullate y Eduardo Lao, cercanos al retiro, hablan de una carrera compartida y una relación de 35 años. Las frases se conjugan en plural, y los logros individuales, se convierten en comunes, y en reconocimiento mutuo.

Ahora que se va a retirar. ¿Qué valoración hace de su carrera?

Victor Ullate: Mi valoración es un diez. He sido muy feliz, porque he hecho lo que me ha gustado. He trabajado muchísimas horas, pero ha merecido la pena porque creo que el resultado está ahí, a nivel maestro. Y como coreógrafo también, no tengo nada que me quede en el tintero. No ha sido un trabajo, ha sido como un hobby.

España es un país difícil, donde hay mucha envidia, pero los resultados están ahí. He formado bailarines, una escuela, he hecho coreografías que me han dado muchísima satisfacción, el éxito ha estado allí, me voy cuando mejor estoy, con mi pareja. Hemos estado juntos trabajando a gusto y muy felices.

Creo que ahora debemos de continuar sin tanto estrés, pensando en otras cosas, como la Fundación, en esos niños que necesitan nuestro apoyo y nuestra ayuda. Y también dedicarme a mí mismo, a cosas que tengo ganas de hacer y que hasta ahora no he podido. El tiempo pasa muy rápido. Me han pasado muchas cosas a nivel físico, he tenido varios sustos, y creo que de ahora en adelante tengo que tomarme la vida de otra manera. Cosechando los éxitos, como la última coreografía, “Carmen” que ha sido un regalo de la vida, porque ha tenido éxito.

Para celebrar el 30 aniversario de la compañía, Eduardo hizo una selección de coreografías de ambos. Hemos tenido un buen resultado, y nos vamos, con la sensación de haber triunfado.

Biarritz le ha otorgado la Medalla de la Ciudad. ¿Cuál ha sido su relación con la localidad y con el festival de danza Maitaldia?

V.U.: Fuimos la compañía que inauguró el Temps d'Aimer (Maitaldia), con la sorpresa de que el público nos acogió con los brazos abiertos. Cada vez que hemos venido, ha sido como volver a casa, a la cuidad donde te han querido, has podido expresar lo que sientes, y te lo han apreciado.

Nos sentimos muy felices de que Biarritz nos dé la medalla de la cuidad, es un honor, va a ser uno de los regalos de la vida más bonitos que le pueden hacer a un artista, que una ciudad tan querida nos ofrezca ese trocito de amor. Sobre todo personas como Jakes Abeberry, que siempre ha estado con nosotros apoyando, ya no solamente a la compañía, sino también a mí, con esas palabras de aliento.

El concejal de cultura Jakes Abeberry ha declarado incluso que ha formado parte de la creación del festival.

V.U.: Sí, yo creo que sí, pero no hay que olvidar que ha sido él, el que nos ha traído todos estos años, él se quita medallas, pero hay que ponérselas, por saber elegir lo que al público le ha gustado. Nos sentimos muy orgullosos de haber podido colaborar en el festival que, ahora es uno de los mejores del mundo.

Al igual que con Biarritz, también tienen una relación muy especial con Bilbo.

V.U.: Sí, estrenamos en el teatro Arriaga, cómo no voy a querer a Bilbao, es una ciudad que me ha aportado mucho. También hay personas en cada ciudad, como Xabier Landaburu, o Luis Iturri. Iturri fue quien creyó en mí, el que realmente apostó. De hecho ahí fue donde estrenamos “El Quijote” en 1998, el mismo que el año pasado se ha estado dando en Berlín.

Eduardo Lao: Me acuerdo cuando Luis llegó al ensayo a la escuela de Madrid, la compañía no existía todavía. Se le habló del proyecto, vio el ensayo, y dijo «esto va a ser la bomba», y efectivamente así fue. Con Jakes Abeberry en Biarritz, la compañía ya existía, y dijo que teníamos que dar una continuidad. Son gente con la que conectas, porque hay la misma pasión.

Hemos vivido el cambio de Bilbao, ahora cuando vas, te sientes hasta orgulloso, te dices: «qué ciudad más bonita». Te sientes como que has contribuido en algo, como en Biarritz, porque fue el primer teatro que pisó la compañía. Notas como que el público es tuyo, de alguna manera, porque el público también sabe que fue el primer teatro que apostó por ti.

La compañía tiene una relación bastante especial con Euskal Herria.

E.L.: La verdad es que sí, siempre hemos tenido bailarines vascos. Y en la danza clásica el origen de muchos pasos es la danza vasca, que luego los rusos los han adaptado como suyos.

V.U.: La danza vasca es la fuente, está el “pas de basque”. Europa tenía sus escuelas, la danesa, francesa, italiana, rusa… pero España no tenía escuela. Creo que la inspiración viene también de nuestro folklore, por eso había que hacer una escuela española. La Escuela Victor Ullate, ahora ya tiene un reconocimiento. De ahí han salido Tamara Rojo, Igor Yebra, Lucía Lacarra que es una de las mejores bailarinas del panorama mundial. También están Itziar Mendizabal, Leire Castresana, Rosa Arroyo… El País Vasco siempre ha dado muy buenos bailarines.

La compañía Victor Ullate Ballet ha quedado en manos de Lucía Lacarra ¿Como se está llevando a cabo el traspaso?

V.U.: Este año tenemos que estar todavía por ahí, porque están dando nuestros ballets, pero el testigo se está pasando poco a poco, y muy bien. Ella tenía muchas ganas de venir.

E.L.: Es su primera compañía. Primero salió de la escuela, fue alumna de Victor, y siempre ha tenido una vinculación directa, ha venido como bailarina invitada. Cuando se lo propusimos, enseguida dijo que para ella sería un honor. Hay un paso de testigo con una cierta lógica.

¿Se van a retirar definitivamente?

V.U.: Por el momento sí, a no ser que me dé la vena y se me ocurra algo. Creo que hay que saber retirarse a tiempo, cuando estás en el mejor momento, ya tengo una cierta edad.

E.L.: No sabes lo que va a pasar, dejé de bailar a los 40 años y este año salí a bailar un trocito en el 30 aniversario de la compañía, con Lucía. Celebrando el 20 aniversario salió Victor al escenario. No se puede decir nunca, de este agua no beberé.

¿El proyecto para el futuro será la Fundación?

V.U.: Sí, aunque con la escuela hay que estar siempre un poco ahí. Para un alumno, el verte en clase es un estímulo muy grande, están deseando que vayamos tanto Eduardo como coreógrafo y exdirector de la compañía, como yo. Incluso doy clase esporádicamente, me gusta seguir a los alumnos de la escuela, es algo que nunca perderé. No se puede desvincular del todo, la esencia, está ahí.

El proyecto de la Fundación es hacer la Casa de la Danza.

V.U.: Sí, todos esos niños de centros de acogida no pueden tener un puesto en la sociedad, porque desde que nacieron carecen del cariño del padre y de la madre, que es tan importante. Necesitan un apoyo para que el día de mañana sean algo en la sociedad, y si a esos niños les das algo de cariño, y les empujas….

Empecé la fundación con 40 niños, lo que pasa es que están en periodo de acogida, y es difícil trabajar de forma continuada, pero con la Casa de la Danza, los niños podrán estar. Mi intención es que haya muchos espónsores, que ofrezcan dinero, pero también que acojan a un niño, que los saquen los fines de semana, y que sigan su carrera como bailarines. Necesitamos gente que crea en el proyecto, ya hay mucha gente, y seguiremos, hasta que se haga la casa.

Si tuviesen que elegir una de sus creaciones ¿Cuál sería?

E.L.: Es como si te preguntasen que hijo te gusta más, cada uno pertenece a un momento.

V.U.: Todas son diferentes, pero siempre hay algunas que quieres más que otras, por el momento, por la situación, por el concepto… Para mí “Wonderland” tiene un peso muy grande, porque la hice dedicada a mi hermana que estaba en un psiquiátrico, tuvo meningitis de pequeñita, y siempre ha estado en centros. Como he hecho muchas visitas he visto el abandono por parte de los familiares. Así que un día dije que iba a hacer algo que tocase la fibra sentimental del espectador, y fue una sorpresa, porque fue un éxito tremendo.

Y ahora, con esta “Carmen”, ha sido muy gratificante. Estaba gestando mi adiós, y disfrute mucho haciéndolo con los bailarines, sin esos miedos sobre lo que pueda pensar la gente. Por eso la protagonista hace lo que le da la gana, y sus dos amigas son dos travestis. Es una mujer libre, y como todo ser humano puede hacer lo que quiera con su vida.