Joseba VIVANCO
Fútbol internacional

A Stalin no le gustaba el fútbol

El PAOK griego gana la liga 34 años después, Mbappé corrió más que Bolt y el hijo de Cristiano Ronaldo ya golea y gana con 9 años.

Cuando la Revolución de Octubre triunfó, la sede del campeón moscovita, el Orekhovo, resultó confiscada y rehabilitada como sala de lectura para los trabajadores. Seis años después, la entidad era refundada bajo el nuevo nombre de Dinamo de Moscú, adscrito a la Policía secreta. El balompié, introducido en Rusia por dos hermanos ingleses apasionados del Blackburn Rovers y que vieron en un pellejo esférico la alternativa al excesivo consumo de vodka en el único día festivo de los obreros, no era de fiar a los ojos de aquellos primeros revolucionarios.

El deporte favorito bolchevique, como refleja el historiador Carles Vinyas, era el ajedrez, el idóneo para ejercitar la mente. Pero el fútbol había venido para quedarse. Al Dinamo le seguiría su rival no solo deportivo sino ideológico y hasta disidente Spartak, y llegaría el CSKA propiedad hasta entonces de la jerarquía militar zarista que pasaría a manos del Ejército Rojo, el Lokomotiv ligado a los Ferrocarriles, el Torpedo a la industria del automóvil e, incluso, el Stajanovets de Donetsk, en honor al minero Aleksei Stajanov que consiguió extraer 102 toneladas de carbón en menos de seis horas. Hasta que en 1936 nació la primera liga soviética, justo a la vez que la Constitución de Stalin, al que le aburría tanto el fútbol que una vez organizaron un partido en la Plaza Roja de Moscú y ambos equipos pactaron un elevado número de goles para evitar su hastío... A su muerte, en 1953, el georgiano Dinamo Tiflis que representaba a la patria chica del aquel ‘hombre de acero’ tenía la liga en la mano, pero Nikita Jruschov, líder del Partido Comunista, comnspiró para evitarlo y el Spartak fue campeón.

Si a Stalin le apasionaba un deporte local ruso similar a los bolos, al camarada Lenin le gustaba el ajedrez y nada se sabe si el fútbol. Ello no ha sido óbice para que este lunes el Volga de Ulyanovsk, club de la Tercera división rusa y con sede en Uliánovsk, homenajeara en su camiseta el 149º aniversario de la venida a la historia de Vladímir Ilich Uliánov, nacido en esta ciudad a 750 kilómetros de Moscú el 22 de abril de 1870, según el calendario gregoriano. No solo eso, un doble disfrazado del histórico revolucionario hizo un poco ortodoxo saque de honor para asombro del equipo rival.

Más allá de la anécdota, la noticia estaba en San Pertersburgo, allí donde en 1879 empezaron a organizarse con vestimentas incluidas los primeros equipos de fútbol de trabajadores, que festejó la victoria del Zenit 2-3 ante el tercer clasificado el Krasnodar, para sentenciar la Premier rusa alejándose ocho puntos del Lokomotiv moscovita.

El club de los refugiados griegos

En un campeonato dominado por los clubes de la capital Moscú, en las últimas décadas solo el Zenit, el tártaro Rubin Kazan y mucho más lejano, en 1995, el osetio Alania Vladikavkaz, han roto esa hegemonía. Que es lo que ha hecho en la liga griega el PAOK Salónica, 34 años después, pasando por la derecha a los habituales dominadores Panathinaikos, Olympiakos y AEK.

En 1985 el mundo lo gobernaban líderes como Gorbachov, Thatcher o Reagan, Bob Geldof marcaba un hito musical con “We Are the World’’, el volcán colombiano Nevado Ruiz nos dejaba unas imágenes impactantes, era asesinada la naturalista de ‘‘Gorilas en la niebla’’ Dan Fossey, eran localizados los restos del Titanic, nos conmocionaba la tragedia de Heysel, ganaba su primer Mundial de Fórmula 1 Alain Prost, Bernard Hinault seguía liderando Tour y Giro, y en la ‘caja tonta’ nos echaban a los lagartos de ‘‘V’’, el ‘‘Falcon Crest’’ del mayordomo Chu-Li o ‘‘El Pájaro Espino’’. Ese año, el PAOK ganaba su última liga, segunda en sus vitrinas. Desde entonces, el último entorchado de un club que no fueran los tres grandes fue el del AEL Larisa en 1998.

El año pasado, el AEK ateniense ganó la liga más emocionante en años, dejando al PAOK con el sueño escurriéndose entre los desdos y el corazón roto de sus viscerales hinchas, herederos de aquellos griegos expulsados de Constantinopla en 1923 cuando Grecia y Turquía pactaron un intercambio de poblaciones, y a ellos, más de un millón, les obligó a dejar Anatolia, y asentarse en distintos lugares. Algunos en Atenas, donde fundaron el AEK, otros en Salónica, para dar vida al PAOK. En 2010 eliminaron en la Europa League al Fenerbahçe turco en lo que fue mucho más que un partido de fútbol; hoy, el club símbolo de aquellos refugiados alza un nuevo título, primero con Ivan Savvidis como presidente, el empresario ruso con sangre griega amigo de Vladimir Putin y famoso por ir a los campos con pistola, y a los mandos el rumano Razvan Lucescu, hijo del mítico Mircea, ganando su primer entorchado como entrenador. Su estadio, ‘La tumba’, fue un pasional infierno pirotécnico al estilo griego.

La Juve y un club de Vanuatu

Todo lo contrario del octavo título consecutivo liguero de la Juventus, que apenas sí fue festejado por un par de centenares de tifosi en las afueras del estadio. Dentro, protesta inicial de sus ultras, luego cánticos de «Napoli usa el jabón» o «El que no salta es napoletano» contra los partenopeos –segundos clasificados–, y apenas diez minutos de celebración sobre el césped por parte de los juventinos, que se impusieron 2-1 a la Fiorentina y certificaron el Scudetto. La Vecchia Signora sigue dominando con mano de hierro el Calcio, 8 campeonatos seguidos y se sitúa a 6 del récord europeo, con 14, que comparten el Lincoln gibraltareño y Skonto estonio; queda a 7 del récord mundial, los 15 del Tafea en Vanuatu, isla oceánica cuyo futbolista más destacado juega en la liga de Fiyi y fútbol al que se vino durante un año, en 2013, a formar entrenadores, el exrealista Roberto López Ufarte. Por cierto, el Estrella Roja perdió su imbatibilidad en la liga serbia y ya solo quedan invictos el propio PAOK griego, el Macabbi israelí y el Eslovan de Bratislava.

El que sí bate récords es Cristiano Ronaldo, primer jugador en ganar la Serie A, Premier y Liga, marcando goles y esquivando, de momento, la demanda civil que desde hace 7 meses le quiere entregar el abogado de la mujer que le acusa de haberla violado en 2009 en Las Vegas. En cualquier caso, buen día para la familia Dos Santos Aveiro y es que su hijo Cristiano Ronaldo Junior acabó máximo goleador y campeón del torneo sub´9 de Madeira, con la misma Juve.

El futuro dirá hasta dónde llega el chaval. Lo que sí es presente es la trayectoria del intratable Kylian Mbappé. Su PSG, por fin, a la tercera oportunidad, revalidó título este fin de semana, con su delantero en plan arrollador, tripleta ante el Mónaco y una velocidad en el primer gol de 38 km/h, por encima de la alcanzada por Usain Bolt cuando batió su récord mundial de los 100 lisos. En sus últimas tres temporadas en la Ligue 1, Mbappé ha anotado 57 goles y ha dado 27 asistencias. Y con solo 20 añitos. Probablemente, desde aquel jovencito y goleador Ronaldo que despuntó en el PSV Eindhoven a princios de los años noventa no se había visto una precocidad parecida. Ahora mismo el francés es el único que puede hacer sombra a Leo Messi en la carrera por la Bota de Oro: 33 tantos atesora el argentino, lo que se traduce en 66 puntos, por 30 del ariete parisino, es decir, 60 puntos. Lejos quedan ya Qagliarella (44 puntos), Diagne, Lewandowski, Piatek y Benzema (todos con 42).

Insigne, Icardi... en venta

Hablando de goleadores, este fin de semana el jugó el clásico paraguayo, el Cerro Porteño de Fernando Amorebieta y el Olimpia de Asunción, con un lujazo de capitanes al frente de ambos equipos: Nelson Haedo Valdéz y Roque Santa Cruz, 37 ‘tacos’ cada uno, dos iconos del balompié guaraní de regreso a su tierra. Y los que empiezan a barruntar su marcha son jugadorazos como Lorenzo Insigne, al que el Napoli parece ponerle en venta por entre 70-100 millones, el interista Mauro Icardi aunque su esposa y representante sostenga que ya han matriculado a sus hijos en Milán o la revelación goleadora francesa Pépé que apunta al Bayern de Munich.

El mercado levanta la persiana. No como sucedió con Josef Stalin, con el que el incipiente fútbol soviético con jugadores como parte de la beautiful people de la Nueva Política Económica de Lenin tocó a su fin, «los jugadores cogen su dinero y se van cada uno por su lado. Luego se lo juegan a las cartas, se emborrachan y se van con prostitutas». Como diría aquel futbolista chileno pillado en una sauna durante una concentración, «vimos unas luces rojas, creíamos que pasaba algo malo y por eso entramos». Revolución.