Los fantasmas jugaban a las tabas
Unas niñas jugando a las tabas en la Pompeya de hace 2.000 años, una mujer con alucinaciones en Asteasu, un incendio en Hamburgo y un plagio. Así se gestó «Obabakoak». Fantasmas, pensamientos y locura sobre páginas ya escritas, y también sobre el escenario.

“Obabakoak” llegó ayer a Stuttgart. Y lo hizo en forma de obra de teatro. No es la primera vez que la novela escrita por Bernardo Atxaga en los 80 traspasa las fronteras de Euskal Herria, pues su obra literaria, una de las más preciadas de la escritura vasca, es la obra euskaldun más traducida hasta el momento, y todavía sigue siendo llevada a otros idiomas. Curiosamente, la primera traducción extranjera, además del castellano, se realizó en su día en alemán, y todo parecía indicar que la obra de Atxaga regresaba a sus orígenes transfronterizos durante la jornada de ayer en el Teatro Nacional de Stuttgart.
Ya han pasado dos años desde que el Teatro Arriaga –en colaboración con BBK y el Ayuntamiento de Bilbo– adaptara esta obra al teatro de la mano de su director artístico, Calixto Bieito. Una obra teatral, una adaptación dramatúrgica que muestra el lado más expresionista, y a su vez más oscuro, de esta novela que expresa un paisaje cultural y humano muy extenso. La obra cruza la niñez del autor en su Asteasu natal, llega a las vanguardias literarias e indaga en la literatura del centro de Europa.
Bieito realizó una interpretación personal y también atrevida de la novela escrita por Bernardo Atxaga, tanto que la propia obra ha suscitado opiniones de diferentes extremos durante las representaciones que se han venido realizando en los últimos meses en diferentes ciudades de Euskal Herria.
Valoraciones aparte, lo cierto es que tanto Bernardo Atxaga como Calixto Bieito, acompañados de (casi) todo el elenco actoral de la obra, estuvieron presentes ayer en Stuttgart. Tras un ensayo el viernes a última hora de la tarde y otro ayer por la mañana, la cita alemana con “Obabakoak” arrancó a las 18.00 de la tarde en el foyer del Teatro Nacional de la ciudad con una charla que impartieron ambos maestros.
La naturaleza, la gestación, el germen de la novela fue uno de los principales temas a tratar en el encuentro. Su origen está, así lo señaló el propio Atxaga, en un viaje que realizó a Pompeya junto a su madre –«mi madre, que aún teniendo ochenta años, todavía corría mucho»–. Dijo el autor que en aquel viaje descubrió una conexión, un hilo que entrelazaba 2.000 años de historia. Lo vio en un mosaico. Las hijas de Ifigenia jugando a las tabas. «Las tabas son un juego de niños, se juega con la rótula del cordero, dos huesecillos. Pensé que en ese juego había una línea entre ese mosaico de Pompeya, 2.000 años, y mi lugar natal, donde los niños seguían jugando a las tabas».
Atxaga consideró en su día que si existía una línea que conectaba 2.000 años de historia era porque todavía existían lugares antiguos. «¿Y qué es un lugar antiguo?». Pregunta y respuesta, al mismo tiempo. «Lugares antiguos significa que son lugares sin Freud, sin Marx. Primera consecuencia literaria. Yo no debía hablar de las vidas que me rodeaban en términos sicoanalíticos». ¿Cómo explicar, hablar del interior de las personas sin utilizar un razonamiento lógico? «Existe un modo sencillísimo. Son los fantasmas. Son la expresión de ese interior antes de que ese interior se expresara con términos sicoanalíticos. Cuando no existe una forma de decir que tengo alucinaciones, aunque estas existan de verdad, se crean los fantasmas. Y todo el mundo, el planeta, está lleno de fantasmas».
Atxaga puso un ejemplo real. Antes de iniciar la escritura de “Obabakoak” leyó la última voluntad de una mujer que falleció en el año 1902. «Esta mujer pidió que cuando muriera sacaran de su cuerpo la serpiente que tenía dentro. Y dijo: ‘Un día que me quedé dormida junto al río esa serpiente entró en mi cuerpo y por eso ahora mi respiración silva, es la serpiente que silva desde dentro de mi cuerpo’. Sentencia del médico: enfisema pulmonar. Arrogancia del médico: esta mujer es supersticiosa. Un escritor no debe hacer caso de su médico», bromeó en un momento. Sin embargo, dio continuidad a su teoría prefreudiana. «Conclusión literaria errónea: Esa historia de la serpiente es fantasía. En mi opinión, la respuesta acertada es que esa historia es la forma que esa mujer y esa sociedad tienen de nombrar lo real».
A partir de ahí “Obabakoak” comenzó a construir sus ejes principales. «Esa pequeña anécdota fue para mí una especie de núcleo donde pude entender muchas cosas, por ejemplo, empezar a pensar que la serpiente es la serpiente de la Biblia. La respuesta es un poco larga, pero ese fue el comienzo del libro, aunque no el final».
Y es que Asteasu, la localidad natal de Bernardo Atxaga, y su infancia, no fueron las únicas referencias con las que se nutrió el autor. Necesitaba también otra localización geográfica y esa geografía fue Hamburgo. «Por dos razones. Porque conocí a una persona de Asteasu que vivía en Hamburgo, y porque cuando visité el puerto de la ciudad se dio la casualidad de que un barco se incendió, y esa impresión de mi juventud quedó en mi cabeza. Hamburgo fue la segunda geografía del libro».
Atxaga se vio influenciado por las vanguardias literarias de la época, y arrastró su memoria hasta las historias más oscuras, prefreudianas, y más humanas de su entorno, pero también abrió puertas a la metaliteratura, experimentó, se adelantó, y con él hizo que la literatura vasca también cruzara nuevas fronteras. “Obabakoak” se publicó cuando el escritor vasco tenía apenas 37 años.
Pero “Obabakoak”, además de ser un cruce de fronteras personal y geográfico, es también una intención literaria, realizada en euskara, desde una lengua minoritaria. «Todas las culturas minoritarias del mundo saben que eso es algo problemático. Una de las consecuencias de escribir en lengua minoritaria es que en todas las entrevistas le preguntan a uno: ‘¿Usted cree que se salvará la literatura vasca?’. Ya estaba cansado de escuchar la misma cuestión, y un día me preguntaron, ‘¿cuál es la solución para la literatura vasca?’. Y respondí, ‘el plagio’. Es cómodo, rápido, y tiene garantías de hacer algo bueno si se elige un buen tema. Entonces escribí un método para plagiar, lo puse en el libro, y luego apliqué el método e hice un cuento que digo que está plagiado».
Para el director artístico del Teatro Arriaga, Calixto Bieito, «‘Obabakoak’ es una de las novelas más importantes del siglo XX de la literatura en euskara y de la literatura que se produce en la Península Ibérica». Según el director, la novela de Atxaga le retrotrajo a su niñez, y con esta obra ha realizado uno de los proyectos más especiales de su recorrido. «La novela me devolvió a mi niñez en el norte de España y esta obra me ha servido como vínculo con lo que es toda la cultura centroeuropea. Es una novela extremadamente rica, una novela extremadamente llena de detalles, llena de paisajes humanos extraordinarios. Como digo, una de las grandes novelas de la literatura universal. He hecho muchos espectáculos aquí en Stuttgart, una ciudad con la que tengo un vínculo especial. Pero este proyecto es muy diferente de entre todas las cosas que he hecho».
La cita con “Obabakoak” concluyó con la puesta en escena de la obra teatral en la ciudad germana, una pieza que se representó en su versión original en euskara. Un total de once actores viajaron a Stuttgart para representar la obra, que contó con subtítulos en alemán. Los lagartos de Obaba llegaron anoche a Stuttgart, en su particular camino a través de la vida.

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