Gotzon ARANBURU
INVESTIGADORES UNIVERSITARIOS

PREDOCTORALES Y SU FINANCIACIÓN, FUENTE DE CONFLICTO

Jóvenes con batas blancas, pancartas, grito de consignas… son los predoctorales de la UPV-EHU en plena protesta, exigiendo una retribución justa por su trabajo. La imagen saltó a los medios de comunicación recientemente. Pero, ¿de qué hablamos exactamente cuando hablamos de predoctorales? Son estudiantes universitarios, pero ya han finalizado la carrera “normal” y ahora encaran 2, 3 o 4 años de trabajos de investigación para alcanzar el nivel de doctores.

José Luis Martín es vicerrector de Investigación de la UPV-EHU y por tanto conoce bien todo lo referido a los predoctorales. Arturo García y Cristina Penas son predoctorales, metidos de lleno en sus investigaciones y preocupados por su situación laboral. Los tres han expuesto a GARA su punto de vista sobre el reciente –y aún vigente– conflicto que enfrenta a las dos partes.

Lo que se conoce como “predoctoral” es un/una estudiante matriculado en un programa de doctorado para realizar una tesis doctoral. Para poder acceder al doctorado hay que haber superado 300 créditos, 60 de los cuales deben ser de nivel de máster. Lo habitual suele ser que hayan realizado un grado de 240 créditos y un máster de 60 créditos o más.

Tras el grado y el máster el paso siguiente es hacer un doctorado para seguir por la vía académica. Es cierto que hay investigadores sin doctorado, pero por lo general todo el mundo que se dedica a la ciencia acaba sacando el doctorado, que es el máximo grado académico. Es decir, la carrera en sí constituiría el primer ciclo, el máster el segundo y el predoctorado el tercero.

Cristina Penas se encuentra en el Instituto de Bioquímica de la Friedrich-Alexander-Universität Erlangen-Nürnberg, en Alemania, y su especialidad es la biomedicina y oncología molecular. Nos detalla el proceso de predoctorado: «Para realizar la tesis doctoral el primer paso es solicitar plaza en un programa de doctorado. La admisión depende no solo de tus expedientes académicos, tus méritos y tu curriculum vitae, sino también de la calidad docente e investigadora de la persona que te vaya a dirigir el proyecto. Y, obviamente, del proyecto de investigación que se presente. Debe ser innovador e inédito y estar estructurado con una serie de hipótesis, objetivos a alcanzar, planificación del trabajo a lo largo del proceso de la tesis...». El programa de doctorado tiene estipulada una duración máxima de cuatro años para culminar el proyecto de investigación. Pasado este tiempo se realiza una memoria (que sería la tesis) y ésta se defiende ante un tribunal.

Arturo García, físico que trabaja en el Instituto Biofisika (Basque Centre for Biophysics) en el campus de Leioa en técnicas de microscopía avanzada, nos explica que durante el último año hay quien realiza una estancia internacional. También es un año en el que el doctorando va cerrando la parte de experimentación y va dando forma al trabajo final. «La tesis es un trabajo (remunerado o no) que en ocasiones se vuelve maratoniano. En España se tiene la idea de que una persona investigadora debe dedicar a la ciencia todas las horas que sean necesarias. Y esa presión es muy grande en las fases iniciales de la carrera investigadora, que es la etapa predoctoral de la que hablamos. La conciliación con la vida personal no existe. Y tener un contrato predoctoral, aunque es algo positivo, también resulta una losa, ya que parece que debes dar las gracias y renunciar al derecho de exigir un descanso, una conciliación personal…», indica Penas. La investigación se puede realizar tanto en la propia universidad como fuera de ella, caso de centros de investigación o unidades de I+D de empresas. Entre los centros asociados se cuenta el Instituto Biofisika o el CIC Biogune.

La UPV-EHU tiene unos 3.400 estudiantes de doctorado, que se reparten en las distintas ramas de conocimiento (66 programas de doctorado). Concretamente, en el curso 2017-2018 las matrículas de doctorado se repartieron entre Ciencias (22,30%), Ingeniería y Arquitectura (16,40%), Ciencias de la Salud (18,60%), Ciencias Sociales y Jurídicas (27,40%) y Arte y Humanidades (14,30%). Son cerca de 650 los predoctorales con contrato y Penas subraya que «el resto produce al mismo nivel y con la misma calidad científica, pero sin tener un sueldo, ni cotizar a la Seguridad Social, sin que le cuente como experiencia laboral…».

¿En vías de solución?

Es la cuestión de los contratos entre universidad y predoctorales la que ha provocado el conflicto entre doctorandos y la UPV-EHU. Se trata de un contrato laboral, de un año de duración prorrogable hasta cuatro, de acuerdo con la Ley 14/2011 de Ciencia, Tecnología e Innovación. Esta ley indica que «la retribución no podrá ser inferior al 56 por 100 del salario fijado para las categorías equivalentes en los convenios colectivos de su ámbito de aplicación durante los dos primeros años, al 60 por 100 durante el tercer año, y al 75 por 100 durante el cuarto año. Tampoco podrá ser inferior al salario mínimo interprofesional que se establezca cada año».

Según indica el vicerrector de Investigación, las condiciones económicas dependen de las convocatorias, ya que tienen una dotación económica concreta y un número máximo de contratos establecidos en la propia convocatoria. Estos contratos tienen dedicación completa, lo que supone una jornada laboral de 1.592 horas anuales.

Las cuestiones laboral-económicas de los doctorandos se regulan mediante el EPIF (Estatuto de Personal Investigador en Formación), que ha sufrido cambios recientemente. En palabras de José Luis Martín, «fija un salario mínimo referenciado al Grupo 1 de los laborales de la Administración General del Estado mientras que la Ley vigente lo referenciaba «para las categorías equivalentes en los convenios colectivos».

El EPIF finalmente publicado ha modificado sustancialmente lo que establecía el borrador que se envió a las universidades. En el borrador, el EPIF mantenía la referencia a las categorías equivalentes de los convenios colectivos. Además, el EPIF establece, en su disposición adicional cuarta, que su aplicación no supondrá incremento del gasto público. Esto ha hecho que el ministerio no financie el incremento salarial que establece el EPIF, ni siquiera para las ayudas que concede en sus convocatorias, lo que ha generado un problema económico a las universidades».

Sin embargo, la UPV-EHU no considera que haya un conflicto. El vicerrector indica que los contratos predoctorales que se han firmado con posterioridad al 16 de marzo de 2019, fecha de entrada en vigor del EPIF, recibirán el salario actualizado según se indica en el EPIF, el cual establece que «para el establecimiento de las retribuciones se tomará como referencia mínima la categoría correspondiente al Grupo 1 de personal laboral de la tabla salarial recogida en el convenio único de personal laboral de la Administración General del Estado», pero añade que «la aplicación de la cantidad anual resultante se podrá también computar al periodo total del contrato predoctoral de cuatro años».

Las convocatorias de la UPV/EHU y del Gobierno Vasco de 2019 ya contemplan el salario que establece el EPIF, tanto para los nuevos contratos como para las renovaciones de los anteriores. «Hay que tener en cuenta –señala Martín– que cada convocatoria sale con una dotación presupuestaria que ha sido autorizada por los órganos correspondientes y cualquier variación implica modificaciones presupuestarias que no siempre son posibles. Sin embargo, el Ministerio sigue manteniendo las ayudas que concede a las universidades que, tras la publicación del EPIF, se han quedado por debajo del valor que el propio Ministerio establece como salario mínimo».

Penas especifica que los contratos predoctorales son de 37 horas semanales, con una cláusula de exclusividad con la universidad. Dependiendo de la convocatoria y del año de tesis en el que se encuentre el predoctoral (los primeros años se cobra menos que los últimos) los sueldos varían entre los 14.000 y los 18.000 euros brutos anuales.

El conflicto sigue vigente, entiende García. Acepta que el EPIF supone una mejora salarial pero «la universidad se niega a pagarnos lo que nos corresponde, basándose en ambigüedades de la ley. Sin embargo otras universidades ya lo están aplicando. Es cuestión de voluntad. Los predoctorales hacemos una parte grandísima de la ‘producción’ científica de la EHU y no quieren darnos un sueldo más digno. Nuestra responsabilidad es exigir a la EHU que nos trate mejor como trabajadores, dándonos, primero, lo que nos corresponde por ley; indemnización, y ahora mejora de salarios».

No acaba ahí su crítica. «Lo que pasa es que se denunció el EPIF para no tener que pagar la subida de sueldos (no sé quién) y dicen que está esperando la sentencia. Además, han dicho que lo aplicarán a los nuevos contratos, pero no a los anteriores –el EPIF dice que tiene que ser con carácter retroactivo– y solo a los contratos de convocatorias EHU y Gobierno Vasco, a pesar de que todos los predoctorales son contratados de la EHU, venga de donde venga la financiación».