Daniel ZANGITU
Elecciones en el Estado español

Objetivo PP: convencer a Cs de que no habrá Moncloa sin acuerdo

Pablo Casado (PP) busca sumar a Albert Rivera (Ciudadanos) a un frente común para sumar los escaños suficientes que lleven a un Gobierno propio. Los números muestran la necesidad de unidad en las provincias más pequeñas. Vox, un invitado que se deja para la investidura.

La maquinaria electoral del Partido Popular comienza a desperezarse pensando en las generales de noviembre. La ejecutiva ha tomado nota del descalabro electoral de abril, no solo de los errores en el discurso sino de las grietas del sistema electoral que puedan ser usadas para volver a Moncloa.

Los cambios en el tono de las palabras ya fueron hechos. Son más fáciles porque dependen básicamente solo del presidente del partido, Pablo Casado, quien se había escorado a la extrema derecha en sus declaraciones. Pero en lo que hace a sumar los escaños suficientes para gobernar, en un escenario de fragmentación como el actual, el PP precisa que Ciudadanos se sume a su estrategia, que hoy tiene el nombre de España Suma.

España Suma –o la marca que eventualmente negocien– busca llevar a las elecciones estatales el modelo de lo que fue Navarra Suma. En Génova vienen pergeñando la idea desde mediados de año, no por amor a compartir cartel electoral, sino porque el análisis de los números de las últimas generales les ha hecho concluir que será casi imposible llegar al Gobierno si se dejan los acuerdos para la hora de la investidura y no se alcanza un pacto en las listas.

La llave de las circunscripciones. El número 3 del PP de facto –aunque haya dejado la vicesecretaría general–, Javier Maroto, fue uno de los encargados por Casado para estudiar los resultados. La conclusión que comunicó al partido es que el camino para llegar a Moncloa es hacer la coalición con Ciudadanos (y de ser posible con más formaciones de derechas) antes de votar, porque de otra forma no habría escaños suficientes. Maroto, que perdió su escaño por Araba a favor de EH Bildu, fue fulminado como director de campaña

El motivo principal es el reparto de escaños en las 20 circunscripciones más pequeñas del Estado, la mayoría de ellas provincias castellanas, además de Araba, Huesca, Teruel, Lugo, Cáceres y Lleida. Desde la cúpula «popular» creen que con un pacto electoral pueden cambiar hasta 40 escaños de sitio, sin incluir a Vox en el cálculo y utilizando como referencia los resultados de abril.

La razón es que las circunscripciones que reparten menos de cinco escaños provocan una pérdida de votos a los partidos que no obtienen los dos primeros puestos. Un ejemplo es Lugo: allí, la concentración de preferencias en el PP y PSOE fue tal que todo el resto de los partidos no obtuvieron representación, dejándose Ciudadanos casi 18.000 votos. Una suma entre PP y Cs y una baja en la movilización del electorado progresista podría llevar ese reparto a 3 para las derechas y 1 para el PSOE.

Otro ejemplo es Cuenca: allí dos escaños fueron al PSOE y uno al PP, dejando casi 17.000 votos de Cs sin representación, que sí habría obtenido de haber participado en lista conjunta con los «populares».

Más claro aún es el caso de Araba, en las que el escaño que fue a EH Bildu habría quedado para la derecha española si existiera una alianza.

En las circunscripciones grandes también habría un impacto favorable: en Madrid y Valencia las dos fuerzas conservadoras unidas hubieran superado con creces al PSOE, repercutiendo en el reparto de escaños en las Cortes Generales, porque el sistema D’Hont que lo rige premia a la primera minoría. Desde Génova tienen esperanzas en que Ciudadanos retire su negativa. «Ya con Navarra Suma decían que no y no, y terminaron aceptando. Creemos que aceptarán cuando entiendan que esta es la única opción para ser gobierno», ha señalado a GARA una de las fuentes «populares», que ha admitido que incluso aunque el PP aumentara en cantidad de votos (aspiran a quedarse con varios miles que fueron a parar a Vox), la situación es más favorable para Sánchez. «La desmovilización del electorado no será solo del de izquierdas. El cabreo en la calle es grande», reconoce.

En la última reunión con su grupo parlamentario, Casado dejó claro –según han indicado a GARA fuentes de su entorno más cercano– que el objetivo es el pacto electoral con Cs y que su ideal sería acordar con 11 partidos de todo el espectro contrario a Sánchez, que incluye a regionalistas como el PI balear, Coalición Canaria y Foro Asturias.

«Si vamos todos juntos a las generales, la suma da 176 escaños», se entusiasma Casado al relatar su estrategia, que no contaría con Vox porque Cs advierte de la fuga de votos centristas si se suma la formación de extrema derecha. Además, recuerda que el bloque conservador, en todas sus divisiones, sumó en abril 11,3 millones de votos, unos pocos miles menos que el progresista.

La estrategia de sumar fuerzas ante una inédita fragmentación partidaria no es monopolio del PP. Voces desde la izquierda, como Compromís, advierten de la necesidad de ir en listas conjuntas con Podemos, que ya ratificó su alianza estatal con IU.

La diferencia es el objetivo final. Mientras que unos buscan quebrar el bipartidismo, el PP, con la complicidad tácita del PSOE, sueña con revivirlo.