Al menos cuatro personas han muerto y 277 más resultaron heridas ayer en nuevos enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad en Irak. Tres de los fallecidos murieron en la capital, Bagdad, debido a impactos en la cabeza de botes de gas lacrimógeno disparados contra la multitud.

Una cuarta víctima mortal falleció de un balazo en la cabeza en Kerbala, en el sur del país, donde además seis heridos estaban en estado crítico por disparos de munición real de las fuerzas de seguridad. La cifra total de fallecidos desde el inicio de las movilizaciones se sitúa ya en 235.

Pero la represión no logra acallar las protestas masivas por la falta de empleo, el mal estado de los servicios públicos y la corrupción, que ayer tuvieron como protagonistas a estudiantes de secundaria y universidades.

Además, las autoridades impusieron un toque de queda indefinido en Bagdad desde la medianoche hasta las 6.00, que los manifestantes que ocupan la plaza Tahrir temen que sirva para desalojarlos.

Uno de los principales apoyos del Gobierno, el clérigo chií Muqtada al Sadr, se ha desmarcado del Ejecutivo y reclamó elecciones anticipadas.