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MADRID

Alarma global ante el «fracaso» de la «frustrante» Cumbre del Clima

La sombra del fracaso planeaba ayer sobre la Cumbre del Clima COP25 de la ONU celebrada en Madrid. El ambiente era de frustración entre las delegaciones oficiales, organizaciones conservacionistas y la comunidad científica ante la falta de un acuerdo ambicioso que alinee el compromiso político con las evidencias científicas y las demandas sociales. Reinó la idea de que la negociación climática se retrotraía a tiempos anteriores al Acuerdo de París de 2015.

Si de madrugada no se obró el «milagro», la Cumbre del Clima COP25 que ha reunido a representantes de 200 países durante dos semanas en Madrid, acabó sin acuerdo. De prórroga en prórroga desde el pasado viernes en busca de un acuerdo final, entre llamadas desesperadas a la acción y grandilocuencia en las propuestas, lo cierto es que al cierre de esta edición no había acuerdo. Oficialmente, por la división que generan entre los países los planes de recorte de emisiones más duros en 2020 y los mercados de carbono.

Si bien es posible que la necesidad de ofrecer cierta imagen de compromiso acabe llevando a adoptar un acuerdo de mínimos, lo cierto es que las divergencias han quedado al desnudo, por mucho que la Presidencia chilena de la cumbre expresase ayer a última hora su confianza en que, tras dos semanas de negociaciones, el cónclave aprobaría ayer un texto final que introduzca el objetivo de combatir con «más ambición» la emergencia climática. Al cierre de esta edición, nada de eso ocurrió.

Negociación a contrarreloj

La COP25 ha cobrado una especial relevancia por tratarse de la última negociación climática mundial antes de la entrada en vigor del Acuerdo de París, que se firmó en 2015 y que compromete a los países a evitar que la temperatura del planeta crezca por encima de 1,5 grados en este siglo para evitar los efectos más catastróficos del calentamiento.

Ya con el tiempo reglamentario cumplido, se convocó una reunión a puerta cerrada entre los ministros y máximos representantes de la UE, China, India, Australia, Brasil, Arabia Saudí y Japón para intentar cerrar un pacto. Pero las espadas seguían en alto entre el bloque que lidera la UE y los países alineados con la postura que defienden Brasil, China e India.

La Presidencia chilena de la COP25 intentó conciliar a contrarreloj las dos posturas en borradores y propuestas de resolución, pero los textos fueron duramente criticados por los conservacionistas. «Es completamente inaceptable», declaró la directora de Greenpeace sobre la propuesta de la Presidencia chilena, que incluye un etéreo llamamiento a los países a endurecer sus compromisos de recorte de emisiones. «Nunca he visto una desconexión tan grande entre la ciencia y lo que piden los ciudadanos y los negociadores de una cumbre», zanjó.

Con dispares ambiciones climáticas no hay acuerdo

Tras dos semanas de promesas grandilocuentes y discursos con pompa, los científicos y activistas dedicaban al texto de resolución presentado por la Presidencia chilena de la cumbre de Madrid adjetivos como «decepcionante» , «inaceptable» e «inmoral». Era la constatación de que profundas diferencias continúan separando a muchos países e impidiendo el acuerdo.

El meollo radica en las distintas ambiciones climáticas. Algunos países, liderados por la UE, quieren que los Estados que han firmado el Acuerdo de París revisen al alza el próximo año sus compromisos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Otros países como Brasil, China e India dan una mayor prioridad a las revisiones de los compromisos financieros de las naciones más desarrolladas para contribuir a mitigar los efectos del cambio climático en los países más vulnerables. Y un abismo distancia a las dos partes en la regulación de los mercados de carbono y su ordenación en un sistema único y transparente. GARA