Iker BIZKARGUENAGA
PERFIL

El estilete que apuntilló a Quiroga prueba de su propia medicina

Más de una y más de dos personas se acordaron ayer por la tarde, cuando Alfonso Alonso anunció en las redes sociales que Pablo Casado le había movido la silla, de aquel mes de octubre de 2014 en el que Arantza Quiroga compareció cariacontecida ante los medios para anunciar que renunciaba a la presidencia del PP Vasco. Había protagonizado un intento de acompasar los ritmos de su partido a los de la sociedad vasca en materia de convivencia y fue fulminada por Génova. El brazo ejecutor de aquella maniobra fue el de Alonso, líder de la facción alavesa que ejerció de contrapoder frente a la guipuzcoana. Probablemente no esperaba que poco más de cinco años después le tocaría probar de su propia medicina, con Carlos Iturgaiz en el papel de apagafuegos de guardia.

Lo cierto es que sustituir a Quiroga al frente del PP en la CAV fue más un engorro que un premio. Para un político que desde la Alcaldía de Gasteiz había llegado, apenas unos meses de aquel fratricidio político, nada menos que al Consejo de Ministros como titular de la cartera de Sanidad, volver para enderezar el timón de un partido en declive no era el destino soñado. Pero en cierto modo tuvo que hacerse cargo de lo que él mismo provocó. Y a tenor de los resultados electorales, no puede decirse que haya tenido éxito.

El escaño de última hora logrado por Bea Fanjul en noviembre no logró maquillar el desastre cosechado en dos elecciones consecutivas a Cortes. De hecho, por oposición, el acta de la vizcaina hizo que se viera más el fracaso alavés, donde el PP se quedó a cero en primavera y en otoño. Estrepitoso.

A Alfonso Alonso se le empezaron a torcer las cosas en serio cuando Pablo Casado venció en las primarias de su partido a Soraya Sáenz de Santamaría, vicepresidenta plenipotenciaria de Mariano Rajoy. El gasteiztarra había hecho campaña activa por su mentora y apostó contra pronóstico por el caballo perdedor.

El gesto se le había agriado a este abogado, nieto de Manuel Aranegui y Coll, presidente de la Diputación alavesa entre 1957 y 1966, durante la dictadura franquista, que con 29 años entró en el Ayuntamiento de Gasteiz como concejal y que a partir de entonces no había hecho más que subir peldaños, desde la Alcaldía al Congreso, donde ejerció de portavoz del PP antes de ser ministro. Una carrera ascendente hasta su batacazo final. Habrá que ver hasta dónde llega la costalada y si sigue como presidente de un partido en crisis.

En su ciudad aún se recuerda aquel huevazo que recibió siendo alcalde en unas fiestas de La Blanca. Seguramente aquello le dolió menos en su orgullo.