Pablo CABEZA
BILBO

Cincuenta años atrás, Black Sabbath se adelantó al heavy metal

Como en otras esferas de la cultura, en la historia de la música existen precursores, músicos que iniciaron un estilo propio quebrando esquemas; no obstante, en general, no es habitual que un solo músico o grupo inicie una revolución sonora sin basarse en otros contemporáneos. Con todo, los británicos Black Sabbath, no sin un punto de casualidad, crearon en 1970 dos discos básicos para el desarrollo del heavy metal: «Black Sabbath» y «Paranoid».

Hacia finales de la década de los sesenta, las vidas de Tony Iommi, John Michael “Ozzy” Osbourne, Terry “Geezer” Butler y Bill Ward se van entrelazando como ocurría con las mismas calles de Birmingham, aún melladas por las bombas de los bombarderos nazis. Iommy era hijo de los dueños de una tienda de dulces. Un chico amante de las gamberradas que tuvo el infortunio de ver cómo una cuchilla de la empresa metalúrgica en la que trabajaba le sesgaba la punta de dos de sus dedos de la mano derecha.

De seis hermanos, Ozzy era el más problemático. En cierta ocasión su padre le dijo que tenía una corazonada con él: «O acabas haciendo algo muy especial o terminas en la cárcel». Y Ozzy reventó la disyuntiva: lideró Black Sabbath y pasó por la cárcel. Geezer fue un joven singular conocido por vestir extravagante y Ward, el más comedido, se inició con la batería siendo un crío. Su aparente adecuada infancia se contrapuso a su etapa adulta, con drogas y alcohol en exceso y diversas paranoias severas. En realidad, toda la banda fue una gran familia química.

Con el accidente metalúrgico, Iommi pensó que no podría volver a tocar la guitarra, pero un amigo del trabajo le puso un disco de Django Reinhardt. Tony comentó que tocaba muy bien y el colega le apuntó que solo pulsaba, por daños físicos tras un incendio, con dos de sus dedos. Poco después, Iommy se colocaría una especie de dedal en sus dedos, adaptó los acordes a su manera y destensó las cuerdas, quedando un sonido más grave, acción que influiría en los demás y, por ende, en el sonido de la banda.

La aparición en 1970 de “Black Sabbath” y “Paranoid” resultaron una revolución sonora. Conquistaron la escena europea y la estadounidense. Crearon, al principio con la ayuda de su discográfica, una estética tenebrosa y un sonido lúgubre, agobiante y pesado (heavy). Competían con Led Zeppelin y Deep Purple, pero supieron diferenciarse e influir en el futuro de una forma más directa que esas dos grandes bandas. El heavy metal, el doom, el black… e incluso el stoner les deben mucho. Como el universo del rock.

Ozzy sorprende con un disco cardinal, «Ordinary man»

A lomos de sus 71 años y con la enfermedad de Parkinson bajo el rímel negro de sus ojos, Osbourne maravilla con la publicación de un nuevo álbum en solitario, “Ordinay man”. Pero aún asombra más que lo haga con un disco notable revirando a sobresaliente. Álbum donde se acerca tanto a Black Sabbath como se aleja, en especial en cortes como el deslenguado “It’s a raid”, casi a ritmo jarkore, o el propio “Ordinary man”, donde participa Elton John y que nos recuerda a los días de “Use for Illusion I” y “II” de Guns n’ Roses, más aún cuando la orquestación da paso a un solo sublime del mismo Slash, como también ocurre en el corte que abre disco, “Straight to hell”, puro Black Sabbath. Disco sobreproducido y con la voz de Ozzy muy tratada, aspectos que no impiden ver la clase de Ozzy ni su cinismo. P.C.