Jon ORMAZABAL

INDIGNACIÓN MÁS ALLÁ DE UN COLAPSO ESPERADO Y ANUNCIADO

SI LA ANGUSTIA POR LA ALARMA SANITARIA Y ECONÓMICA NO FUERAN SUFICIENTES MOTIVOS DE PREOCUPACIÓN, MILES DE AUTÓNOMOS DE LA CAV PERDIERON AYER OTRAS CUANTAS HORAS DE SUEñO INTENTANDO REALIZAR SU SOLICITUD PARA LAS PRIMERAS AYUDAS ESPECÍFICAS PARA EL SECTOR.

Si la situación no fuera tan cruda y el enfado general no hubiera alcanzado semejantes cotas, quizá podíamos haber titulado esta crónica diciendo que estos emprendedores pasaron varias horas de la madrugada entre una de esas doce pruebas de Asterix, concretamente la de la burocracia en la que los dos galos van pasando instancias, subiendo y bajando escaleras sin llegar a ningún lado, y la desesperación de ese melómano que sueña con ver en directo a su grupo preferido, pero, una vez asumido el importante esfuerzo económico, topa con esa insalvable frontera del sistema informático de venta de entradas.

Y es que, no por esperado, el colapso del sistema informático diseñado por Lanbide –colapsó a las 00.01, situación que se prolongó hasta las 4.00– dejó de cabrear a miles de trabajadores que ya llevan un mes con sus actividades cerradas por decreto y sin ingresos económicos. Y es que ninguna de las dos vías abiertas –la sede electrónica del Gobierno de Lakua para aquellos que tienen un certificado digital y la web de Lanbide para aquellos que no lo tengan– fueron capaces de soportar la avalancha de solicitudes.

Algo que se podía prever y muchos ya denunciaron con anterioridad –la resolución de convocatoria es del 8 de abril aunque lo llevaban anunciando desde el 25 de marzo–, ya que la convocatoria estaba planteada como una especie de esprint para los más rápidos, con 3 millones de euros de tope y ayudas de hasta 3.000 euros, es decir, con 1.000 o a lo sumo 1.500 beneficiarios si no todos solicitan el máximo permitido.

El caos fue tal que para las 9 de la mañana el Servicio Vasco de Empleo emitió una nota pidiendo disculpas. Su director general, Borja Belandia, indicaba que el sistema de acceso a las convocatorias se corregirá en lo sucesivo en favor de «un sistema que no sea estresante para la ciudadanía y la propia página web». Pero más allá de las formas, la misma nota también asume un error en el fondo, porque la partida dispuesta se antoja insuficiente. «Ahora tenemos que valorar, junto con otros departamentos, cuáles son las prioridades del Gobierno para ver si es posible ampliar esta partida y llegar a más personas. Tenemos que ver cuántas solicitudes llegan y sacar nuestras conclusiones», indicó Belandia.

16 euros por negocio

El parlamentario de EH Bildu Iker Casanova censuró que, teniendo en cuenta que el número de trabajadores autónomos en la CAV ronda los 180.000, solo el 1% de ellos podrá acceder a esas ayudas y que «si el 100% del sector accediera a ellas, serían 16 euros por negocio, una cantidad ridícula». El Ayuntamiento de Azpeitia, por ejemplo, cerró ayer una partida de 300.000 euros para dar ayudas de 1.000 euros a hosteleros y comerciantes de la localidad. Utilizando una conversión muy actual, Arnaldo Otegi se apresuró a escribir en su cuenta de Twitter que la partida empleada por Lakua equivale a «cien metros de TAV».

Pero más allá de cifras y formas, la convocatoria de ayudas, la primera de Lakua por el momento para este colectivo tras más de un mes del cierre de sus negocios, nace coja desde la base al no estar destinada a los autónomos en general, ya que sólo pueden acceder aquellos que son arrendatarios, es decir, quedan excluidos los que son dueños de sus locales comerciales o están pagando una hipoteca por ellos. Los autónomos cuyas solicitudes sean aceptadas recibirán una subvención para el pago del alquiler desde marzo hasta dos meses después del fin del estado de alarma y de dos cuotas de autónomo.