Amaia U. LASAGABASTER
Entrevue
AITOR ETXABURU
EXJUGADOR DE BIDASOA Y ENTRENADOR DE ILCAPO HONDARRIBIA

«Lo que más recuerdo de aquel año es la ilusión que se generó»

Fue partícipe del mayor logro en la historia de Bidasoa y de una de las mayores conquistas del deporte vasco. Hace 25 años, Aitor Etxaburu y sus compañeros levantaban la Copa de Europa en Zagreb. El mayor logro en una carrera en la que abundan los grandes momentos pero del que, más que el trofeo, se queda con «el camino» que llevó a conquistarlo y «la ilusión» que generó.

Su prolífica carrera, que incluye un bronce olímpico en Atlanta, una plata europea o una docena de títulos, le convirtió también en uno de los estandartes de la época dorada de Bidasoa. En Artaleku celebró una Liga, una Copa, una Supercopa, una Recopa europea y una Copa de Europa de cuya consecución se celebran hoy 25 años.

Cómo pasa el tiempo.

Rapidísimo. Sólo tienes que mirar a los hijos. Ayer les llevaba a los columpios a darles las frutas y hoy tienen 21 y 19 años.

Alguno más ha pasado desde que levantara la Copa de Europa. Seguro que también lo recuerda como si fuera ayer.

Sí pero siempre digo lo mismo. Del partido y todo eso no me acuerdo de nada. Te acuerdas, claro, pero yo me acuerdo principalmente de otras cosas. Porque cuando consigues un título, una medalla... sí, ahí está, la has conseguido y vas a otro objetivo. Pero lo que recuerdo es el camino que has recorrido y por qué pasan las cosas, si quieres hablamos luego de eso. En este caso el camino fue de ilusión. No teníamos como objetivo meternos ahí, las cosas fueron pasando poco a poco y también poco a poco se fue generando una ilusión. Primero en el ámbito más cercano, el club, la afición, la ciudad, los medios... Creo que es lo que más recuerdo, la ilusión que se generó. Todavía hoy encuentro aficionados a los que les brillan los ojos cuando te hablan de aquellos días. Toda la ciudad lo vivió con muchísima ilusión.

No sólo en Irun. De repente a todo el mundo le gustaba el balonmano y animaba a Bidasoa.

Sí, fue extendiéndose. Es comprensible porque fue histórico. Además hubo mucho seguimiento por parte de los medios, la gente estaba muy informada... Es verdad que la gente en Euskadi lo vivió de corazón.

Me hablaba antes de por qué pasan las cosas.

Se juntaron el trabajo y el esfuerzo de técnicos y jugadores, directivos, aficionados... Hubo una dinámica positiva y una ilusión que nos juntó más a todos. También tuvimos suerte. No me refiero a un partido concreto o a una jugada en la final, sino a que todo nos fue de cara y por ejemplo no tuvimos lesiones hasta el final. Esto fue especialmente importante porque alternamos dos competiciones muy duras y en las dos se siguió adelante, en una plantilla que no era demasiado amplia pero en la que sí estábamos todos muy implicados. Ése es otro punto importante, que todos los componentes asumieron su rol. Eso unido al compromiso, hizo que funcionara. Realmente no es fácil. Hay casos de grandísimos deportistas, grandísimas plantillas, grandes proyectos, trabajos muy bien hechos, que por lo que sea no acaban de cuajar. Y en otro contexto, aparentemente con poca diferencia, cuajaría. Para conseguir ese tipo de objetivos tan complicados, tienen que darse muchas circunstancias y que además cuajen.

La propia final es un ejemplo. Además de la exigencia deportiva, puso a prueba el carácter del equipo. De hecho, no se qué fue más complicado, ganar de diez en Artaleku o jugar en Zagreb.

Las dos cosas fueron importantes y complicadas. Alguno puede pensar que aquí arrasamos, por el marcador. Pero antes de llegar a ese resultado pasaron cosas. El partido estuvo muy igualado hasta faltando bien poco, empezamos perdiendo la segunda parte de uno... Pero, cosas que pasan en el deporte, en el que el factor psicológico es muy importante, aprovechamos un bache psicológico del rival y con el apoyo de todo el mundo hicimos un parcial que nos llevó a esa victoria. Merecida pero que no quería decir que hubiésemos dominado todo el partido.

Otra dificultad, aunque pueda llamar la atención, fue afrontar la vuelta con esa ventaja. Por suerte ya teníamos la experiencia de partidos en los que nos habían dado la vuelta, sabíamos que el bache del Zagreb podíamos tenerlo nosotros... Y que además ellos son maestros de dominar esas situaciones, de la escuela balcánica, una afición también muy experta, la presión que ejercen sobre todo el mundo... No teníamos ninguna confianza y la mejor muestra de que estábamos muy preocupados y del respeto que teníamos es la intensidad con la que entrenábamos. Hasta el punto que la víspera de viajar a Zagreb, en un choque durante el último entrenamiento, Nacho Pujol se rompió el pómulo y no pudo jugar el partido, tuvo que pasar por el quirófano.

Y a todo eso hay que añadirle la situación, la guerra de los Balcanes, todas las miradas en nuestros jugadores serbios... Había que ver cómo soportaría todo eso Perunicic. Ivan Sopalovic hizo un trabajo importantísimo con él, desde antes del partido de Artaleku, para que se marcase los objetivos en su cabeza, para poder prepararse..., estuvo muy encima. Y luego la capacidad de Nenad.

Vaya jugador Perunicic. Menudo látigo tenía en el brazo.

Sí, pero también lo reconoce él cuando hemos solido hablar, que no ha vuelto a jugar nunca como aquí... porque no tenía a Kisselev al lado. Era una estrella pero a los grandes compañeros también les hacen mejores los compañeros.

Es que aquel Bidasoa era un equipazo. De hecho, estamos hablando de este título pero fue toda una época.

Sí, fueron varios años muy buenos. Con algunas rotaciones de jugadores, jugadores que vinieron y se fueron, como es normal cuando hablamos de una época más larga, pero es verdad que fueron años muy bonitos.

Hoy en día parece impensable algo así. Desde 2013, el Barcelona es el único equipo de Asobal que ha llegado a la final.

Es que, aunque siempre las ha habido, las diferencias de presupuesto son bestiales. Eso no quiere decir que no haya nivel, hay muy buenos jugadores en muchos equipos pero lógicamente los que más dinero tienen se llevan a los mejores.

Al menos este año Bidasoa ha vuelto a la competición. Se viven tiempos nuevos e ilusionates.

Los que hemos vivido los momentos buenos y los más difíciles valoramos más el trabajo que se ha hecho. Se ha superado una crisis, se han superado unos tabús deportivos que lastran y desfiguran la realidad, porque los recuerdos son buenos pero las crisis se agudizan si te comparas con cosas que no puedes conseguir. Al club le ha venido bien dar un golpe en el suelo para rebotar, ser consciente de la realidad, trabajar bien, rearmarse, crear nuevos grupos de trabajo y sanearse económicamente. Hay que agradecer el trabajo de todos los que han estado aquí en tiempos difíciles y que han conseguido darle la vuelta.